Págs.. 61-84.“ La época de la reorganización y los orígenes de la urbanística moderna (1983-1850)”
En Francia, el denominado estilo troubadour no está menos cargado de significados literarios; en 1807 Chateaubriand embellece su villa de Valléeaux-Loups con motivos góticos. Por todo un poco surgen quioscos de jardín, decoraciones y alguna que otra fachada en estilo gótico. Se asocian al espíritu romántico los estilos medievales, y son apreciados no como un nuevo sistema de reglas destinado a sustituir a las clásicas, sino precisamente porque se les supone carentes de ellas y fruto del predominio del sentimiento sobre la razón; el gótico aparece ahora como un conglomerado confuso de torrecillas, pináculos, pupitres tallados, bóvedas tenebrosas y luces oblicuas filtradas por vidrieras multicolores.
Debret, en la Encyclopédie moderne de 1824, alaba el estilo gótico, pero lo considera «el delirio de una ardiente imaginación, que parece haber realizado sueños». Víctor Hugo, en la novela Notre-Dame de Paris, de 1831, ensalza la arquitectura medieval y critica los monumentos clásicos, aunque describe la catedral parisiense como un antro oscuro y desmesurado, en el que mora, como genius loci, el deforme Quasimodo.
Visto con estos ojos, el estilo gótico se difunde con rapidez en la pintura, en la escenografía, en la imprenta y en la decoración, pero se presenta como una imagen alejada de la práctica constructiva, inadecuada para aplicarse a gran escala en la edificación, mientras que la relación entre clasicismo e ingeniería es segura y acertada...
... El experimento que representa introducir el gótico en los proyectos corrientes se debe a la restauración de edificios medievales, que comienza en el primer Imperio y se multiplica durante la Restauración. Napoleón, en 1813, hace restaurar-con éxito desastroso- el interior de Saint-Denis para incluir las tumbas de su familia; el mismo arquitecto J. A. Alavoine (1777-1834) restaura en 1817 la catedral de Sens, y en 1822 la de Rouen.
Al mismo tiempo dan comienzo las polémicas de los escritores sobre la conservación de los monumentos medievales secularizados y expropiados durante la Revolución y caídos en manos de particulares que los transformaron a su antojo. V. Hugo escribe la Ode sur la Bande Noire; en 1834 se funda la Société Française d'Archéologie, y en 1837 la Commission des Monuments Historiques; en la época de la monarquía de julio, el más conocido de los restauradores es J. B. A. Lassus (1807-1857) que, en 1838, trabaja en Saint-Germain-l'Auxerrois y en la Sainte-Chapelle y, desde 1845, dirige junto con Viollet-le-Duc los trabajos de Notre-Dame de Paris.
En los trabajos de restauración, los proyectistas deben abordar, necesariamente, la relación entre formas medievales y problemas constructivos. Después de 1830 estos conocimientos pasan, poco a poco, el proyecto de edificios de nueva planta, y se abordan no sólo temas decorativos o residencias para escritores vanguardistas, sino también casas de pisos normales e importantes edificios públicos.