Págs. 175-213.“Las iniciativas para la reforma del ambiente, desde Robert Owen a William Morris”
Bastará un ejemplo: la difusión del llamado estilo imperio», en los primeros años del XIX. Responsables, en gran parte, de este estilo son dos jóvenes arquitectos, Charles Percier (1764-1838) y P. F. L. Fontaine (1762 1858), que estudian juntos, primero en Paris y más tarde en Roma, siguiendo el itinerario clásico de la enseñanza académica francesa. Fontaine vive durante algún tiempo en Londres, donde posiblemente recibe influencias de R. Adam; desde 1794 trabajan juntos y alcanzan una posición preeminente en la corte de Napoleón; Percier se ocupa sobre todo de los trabajos de estudio, Fontaine de las relaciones con los clientes y los constructores. Juntos proyectan la rue de Rivoli, decoran las diversas residencias del emperador, traducen a dibujos sus iniciativas urbanísticas; en 1801 Percier y Fontaine son nombrados arquitectos de los palacios del primer y segundo Cónsul y, desde 1804, Fontaine es arquitecto de los palacios imperiales.
Favorecidos por su posición oficial y por su óptima organización de trabajo, transforman toda la producción francesa y europea de arquitectura y decorativa, y su influencia puede compararse a la que tuviera Le Brun en tiempos de Luis XIV, si bien los medios con que se ejerce esta influencia son completamente distintos. Le Brun actuaba a través de la estructura corporativa de su tiempo, y sus prescripciones se referían de forma unitaria ya fuera al diseño, ya fuera a la técnica de ejecución; entre los artistas que aportaban los modelos y los operarios, que los ejecutaban, existía una relación organizativa, además de informativa, y la propia organización contenía las relaciones entre una y otra categoría de artesanos y decoradores, como entre decoración y arquitectura.
Percier y Fontaine, por el contrario, no disponen de ningún medio para controlar la actividad de los que trabajan en otras obras que no sean las suyas. Ellos ofrecen una serie de prototipos formales y los confirman con el prestigio de su posición; de 1801 en adelante se suceden las ediciones de Recueil de décorations intérieures, que se convierte en el manual de todos los decoradores de la primera mitad del siglo XIX.
Los grabados que figuran en dichos volúmenes constituyen el único contacto real entre Percier y Fontaine y sus imitadores: una serie de formas, alejadas de las circunstancias en que han sido ideadas e incluso de los materiales en que inicialmente fueron realizadas, y dotadas de una vida propia e impersonal; las máquinas, por otra parte, están preparadas para traducir estas formas, con igual impersonalidad, a cualquier escala, en cualquier material y en cualquier cantidad de ejemplares.