« La ornementación », dice Ruskin « es la parte principal de la arquitectura ». « Es la parte que imprime en un edificio, dice en otro lugar, ciertos caracteres venerables o hermosos pero, por lo demás, innecesarios ». Sir George Gilbert Scott amplió esta sorprendente afirmación cuando recomendó a los arquitectos el uso del estilo gótico, porque su « gran principio es decorar la construcción ».
Págs.109-136 .“La ingeniería y la arquitectura en el siglo XIX”
Otro caso algo similar es el de Thomas Harris, que construyó en el más feroz y abrumador estilo del alto victoriano, pero que no obstante escribió en 1862 que en el Crystal Palace "puede considerarse inaugurado un nuevo estilo de arquitectura tan extraordinario como cualquiera de sus predecesores" y que "la conjunción del hierro y vidrio ha logrado dar un carácter marcado y distintivo a la futura práctica de la arquitectura" Aún Ruskin, antes de haber visto el Crystal Palace, había sugerido en 1849 que estaba próximo el día "en que iba a desarrollarse un nuevo sistema de leyes arquitectónicas, totalmente adaptado a la construcción metálica. El arquitecto de más éxito del estilo alto victoriano, Sir George Gilbert Scott, fue también demasiado inteligente para dejar pasar por alto las posibilidades del hierro en arquitectura, aunque era demasiado convencional para explorarlas por sí mismo. Esto es lo que escribió en 1858 con referencia a los puentes: "Es evidente de por sí que este triunfo de la construcción metálica abre un camino absolutamente nuevo para el desarrollo de la arquitectura" y que "el chapucero más inteligente tendría que devanarse los sesos para hacer desagradables los puentes suspendidos". Pero no bien se acerca a la construcción de edificios, estaba pronto a admitir al hierro solo "como un medio excepcional" en casos semejantes al Crystal Palace.
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La insatisfacción general ante el eclecticismo
En 1861, en el último verso de la gran poesía Le voyage, dedicada a Maxime du Camp. Baudelaire fija el objetivo de todas las futuras vanguardias artísticas europeas: «Au fond de l'Inconnu pour trouver du nouveau»
El adjetivo final que el poeta quiso escribir en cursiva, se convierte en la palabra de orden que destruye las certidumbres estilísticas y se extiende sobre todo en el penúltimo decenio del siglo, cuando el eclecticismo se transforma en un liberalismo artístico que pone definitivamente en crisis sus bases ideológicas.
En este período se registran numerosas declaraciones de arquitectos que deploran la confusión del lenguaje y esperan, de un momento a otro, el nacimiento de un nuevo lenguaje original.
Camilo Boito (1834-1914) escribe lo siguiente:
“La situación de la arquitectura, hoy día, está en mucha mayor contradicción con los criterios de la filosofía de la historia y es mucho más mezquina que en las postrimerías del siglo pasado y en los primeros treinta años del nuestro; entonces, por lo menos, había un arte relacionado con ciertas necesidades intelectuales de su tiempo: la belleza tenía un ideal, un fin, una base y, aunque se la buscase muchas veces en vano y sólo se encontrase una uniformidad monótona, frecuentemente molesta, en cualquier caso era seria y no indigna de un pueblo. Ahora la arquitectura, salvo raras excepciones, no es más que un pasatiempo de la fantasía, una ingeniosa combinación de formas, una divagación de lápices, compases, reglas y escuadras. Pese a todo, el organismo arquitectónico sigue existiendo e, incluso, en estos últimos años ha mejorado; sin embargo, el simbolismo divaga y presenta síntomas de locura, con algunos intervalos de lucidez. De la tiranía aritméticamente clásica no podía derivarse más que el actual desbarajuste. ¿Quién sabe? Quizá de la anarquía presente nazca el verdadero arte, arte que es la libertad de la fantasía regulada por la razón.²⁷
En Inglaterra, George Gilbert Scott (1811-1878) observa:
“Nada más sorprendente en la actualidad que la ausencia de un verdadero poder creador en la arquitectura. No me refiero a los artistas en particular. Hay muchos hombres que, en condiciones más favorables, hubieran producido grandes e incluso originales obras. Siempre es notable lo hecho por cada hombre de genio en las actuales circunstancias, pero no hemos creado un estilo nacional, ni parece probable que, por ahora, suceda algo semejante. Hemos roto con la tradición que mantenía la continuidad en la historia del arte hacía de cada estilo un desarrollo natural del anterior. Por todas partes topamos con reproducciones de los antiguos estilos, intentos de hacer revivir las tradiciones perdidas; pero ni rastro de cualquier poder creador de las nuevas formas de belleza propias de las nuevas necesidades. Ciertamente, se hace difícil ver cómo, una vez rota y agotada la tradición, pueda iniciarse una nueva genuina arquitectura. Debemos tener en cuenta esta circunstancia entre las desconocidas posibilidades del futuro.”²⁸
Estos autores no sugieren nada concreto para salir del actual estado de confusión y encontrar un estilo nuevo, pero atestiguan que el problema está en el aire, preparando el terreno para acoger las ya próximas iniciativas de Horta, de Van de Velde, de Wagner que se enfrentan así a una exigencia común.
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págs.561-565, El gótico victoriano fue el revival medieval de más éxito en el siglo XIX y la mayor contribución inglesa del período. Mientras que la Ecole des Beaux Arts era sistemática y centralizada, la arquitectura victoriana permaneció en muchos aspectos fragmentaria e individualista, como ha sido siempre la arquitectura en Inglaterra. La preparación de los arquitectos era una cosa fortuita de tutela y aprendizaje personal. La maestría conceptual como resultado de todo ello, nunca igualó a la de los franceses, pero la ventaja inglesa fue la adaptación de toda clase de talento y sensibilidad arquitectónica, encontrando apoyos en el estado, los municipios, la iglesia y los privados. La diversidad de intereses y el gusto, tanto de la aristocracia como de los nuevos ricos, fue tanta que era raro que un arquitecto no encontrara respaldo para la práctica de su oficio en una Inglaterra de gran expansión Victoriana (1830-1870). Mientras en Francia los ganadores del Grand Prix podían construir sólo un puñado de obras importantes, los arquitectos ingleses erigieron cientos.
GEORGE GILBERT SCOTT 1000 edificios
GEORGE EDMUND STREET 263 edificios y más de 360 restauraciones.
WILLIAM BUTTERFIELD 100 obras
PUGIN Auguste 100 obras
EDWARD BUCKTON LAMB el más estrafalario de los arquitectos del gótico victoriano erigió de 30 a 40 iglesias.
Cantidad y calidad en las iglesias. Los arquitectos victorianos tuvieron los medios para experimentar y refinar sus ideas en la práctica real en vez de meramente en el tablero de dibujo. Además a causa de los medios de financiación aparentemente ilimitados, la práctica fue con frecuencia algo en lo que la fantasía arquitectónica tuvo un dominio libre.
Pero estas condiciones materiales no explican cómo y porqué el gótico llego a ser tan intensamente popular en el período victoriano.
En el gótico georgiano realismo creciente del detalle gótico con elementos de asociacionismo de forma historicista y sentimiento romántico. Después de 1800 forma y sentimiento se separaron. Agotado el romanticismo tendió hacia efectos decorativos delgados y nervudos desprovistos de convicción. Fue precisamente en estas primeras décadas del XIX cuando se hicieron progresos decisivos en la erudición del gótico formando una visión completa hacia 1830. Una doble brecha se abrió en el mundo del renacimiento gótico
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Págs.64-73 "El racionalismo estructural y la influencia de Viollet-le Duc; Gaudí, Horta, Guimard y Berlage, 1880-1910 “
Beaux Arts en 1853, sugerían claramente la tradición arquitectónica del racionalismo clásico francés. En lugar de un estilo internacional “abstracto”, Viollet-le-Duc abogó por un retorno al edificio racional. Sus ilustraciones para les Entretiens, que en ciertos aspectos se anticipaban al Art Nouveau, e indicaban ostensiblemente la clase de arquitectura que evolucionaría a partir de sus principios del racionalismo estructural. No sin envidia por parte de Ruskin, Viollet-le-Duc aportó algo más que un argumento moral. No sólo presentó modelos sino también un método que liberaría teóricamente la arquitectura de las irrelevancias eclécticas del historicismo. Con ello, sus Entretiens sirvieron como una inspiración para la vanguardia del último cuarto del siglo XIX, al penetrar su método en aquellos países europeos donde la influencia cultural francesa era intensa pero la tradición del clasicismo era débil. Finalmente, sus ideas llegaron, incluso a Inglaterra donde influenciaron a hombres tales como sir George Gibert Scott y Alfred Waterhouse, e incluso a Norman Shaw. Más allá de Francia, sus tesis en particular su nacionalismo culturalimplícito, tuvieron su impacto más pronunciado en las obras del catalán Antoni Gaudi, el belga Victor Hortay el arquitecto holandés Hendrik Petrus Berlage.