Charles Eliot Norton (1827-1908) fue un académico, escritor y crítico de arte estadounidense, conocido principalmente por su trabajo en filosofía y literatura, así como por su influencia en el campo de la cultura y el arte. Aunque no fue arquitecto, su impacto en el pensamiento sobre el diseño y la planificación urbana fue significativo, especialmente debido a su enfoque en la estética y el valor cultural de los espacios urbanos.
Norton fue un defensor de la preservación del patrimonio histórico y arquitectónico, y su trabajo ayudó a inspirar el movimiento de la preservación de monumentos y edificios históricos en Estados Unidos. En su ensayo "The Preservation of the Monuments of the Past" (1877), argumentó que las ciudades y edificios con valor histórico debían ser protegidos para preservar la identidad cultural de la sociedad. Esto influenció el enfoque posterior sobre la restauración y conservación de edificaciones históricas, una corriente que se reflejó en muchas prácticas de planificación urbana y arquitectónica.
Además, Norton tenía un enfoque integral sobre el impacto del entorno construido en la sociedad. Sostenía que la arquitectura y el urbanismo debían considerar la belleza y la armonía del paisaje, pues la estética influye directamente en el bienestar y el pensamiento de las personas. Sus escritos promovieron la idea de que las ciudades y los espacios públicos debían diseñarse no solo para la funcionalidad, sino también para mejorar la vida cultural y emocional de los ciudadanos.
En cuanto a su relación con la arquitectura, la influencia de Norton se hizo sentir principalmente en el contexto del movimiento de conservación y en la apreciación de la conexión entre la cultura, el arte y el diseño de los entornos urbanos. Aunque sus contribuciones no fueron directamente arquitectónicas, ayudaron a modelar una visión más amplia de cómo los espacios deben ser creados y preservados en beneficio de la sociedad.
ARCE GURREA, Yaiza
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Págs. 395 – 415 “La arquitectura moderna en los Estados Unidos; inmigración y consolidación”.
También había implícito un atractivo sentimiento progresista y cuando el apologista e historiador de la arquitectura moderna Siegfried Giedion, presentó la obra de sus amigos europeos como la única tradición verdadera de la época moderna en las conferencias Charles Eliot Norton, pronunciadas en Harvard en 1938, pareció que la manifestación del destino había elegido Massachusetts. Por supuesto, ya había habido corrientes modernas en los Estados Unidos antes de esta fecha, como ya hemos visto. Los edificios de Howe y Lescaze, Neutra y Schindler, las obras inclasificables de la época intermedia de Wright, los experimentos de Buckminster Fuller y Kocher & Frey, y el libro de Hitchcock y Johnson ‘the international style’ 1932, habían contribuido a cambiar los gustos. Pero Gropius trajo consigo toda la autoridad de uno de los padres fundadores, y llegó a una región de los Estados Unidos que había carecido de innovaciones arquitectónicas importantes durante más de una generación. Con la extinción del movimiento moderno en Europa durante la década de 1930, pareció como si la abundante generosidad de los Estados Unidos estuviese permitiendo mantener encendida una llama que de otra manera podría haberse apagado. Una nueva generación de jóvenes norteamericanos, decepcionados por el pobre eclecticismo de su país, acudió en masa a Cambridge para escuchar el nuevo evangelio. Entre los primeros discípulos se encontraban Paul Rudolph, Edward L. Barnes, Ieoh Ming Pei, Philip Johnson y Benjamin Thompson.