Págs. 771-812.”La arquitectura en Latinoamérica”
pág. 798. México.
El panorama contemporáneo de la arquitectura mexicana es muy variado y prolífico.
A una fuerte tradición racionalista, que tendrá como principal representante a José Villagrán, junto a Juan Sordo Madaleno y posteriormente a Imanol Ordorika, se irán sucediendo diversas alternativas culturales.
La primera reacción antirracionalista fue la producida en los años cuarenta y cincuenta sobre la base de la búsqueda de una arquitectura nacional, en un intento de entroncar con las culturas arcaicas y la concepción de la arquitectura que se manifiesta en la tradición. Se adoptará la solución de la integración artística, intentando sintetizar la arquitectura con la escultura y la pintura con la introducción de grandes superficies de mosaicos. Esta corriente muralista, en la que colaborarán tres grandes pintores mexicanos —Orozco, Rivera y Siqueiros—, contará con una gran obra manifiesto, la Ciudad Universitaria de México (1953), de Enrique del Moral, Mario Pani, Carlos Lazo y con murales de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, además de toda la fantasiosa obra del arquitecto O'Gorman y del papel predominante de Pedro Ramírez Vázquez (1919). Este último, que trabaja en colaboración con Rafael Mijares, es autor de una prolífica obra de carácter monumentalista que se inserta en esta búsqueda de una genuina expresión mexicana. Obras tan significativas como el Museo de la Revolución, el Museo Nacional de la Ciudad de Juárez, la Galería de la Historia (1960), el Museo de Arte Moderno (1964) y, sobre todo, el Museo de Antropología (1964) (fig. 939) son una muestra.
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CURTIS William. J., La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.
Págs. 567- 587.“ Modernidad, tradición e identidad en los países en vías de desarrollo”
En América Latina, la reinterpretación de la tradición dentro de la modernidad adoptó diversas formas. Algunos de los más perspicaces arquitectos mexicanos de los años 1960 y 1970 buscaban puntos en común entre lo vernáculo y lo monumental, sin renegar en ningún sentido de la herencia de la arquitectura moderna. En esto se servían del trabajo preliminar realizado por la generación de Luis Barragány Enrique del Moral, y de los filtros visuales proporcionados por pintores mexicanos como Rufino Tamayo. En conjunto, todo ello revelaba una plasticidad cargada de aspectos primitivos y folclóricos, y una 'paleta' enriquecida por colores terrosos o iridiscentes.