Aunque los dispositivos mecánicos para el control del clima se volvían cada vez más sofisticados. algunos arquitectos consideraban un deber moral responder a los rigores del calor y el frío con la y la organización de sus edificios. Los proyectos de Ralph Erskine para el norte de Escandinavia y las inmensidades polares asumían el carácter de un virtual “regionalismo subártico” por el modo tan congruente con el que abordaban los problemas de las nuevas comunidades de las zonas glaciares. ERSKINE había desarrollado un conjunto de recursos para evitar los vientos y las ventiscas del norte, aprovechar al máximo el sol bajo del invierno, impedir que la nieve obstruyese los huecos y permitir que la vida social continuase en espacios completamente cerrados pero con luz natural durante los meses del sol de medianoche. Los recintos, las geometrías irregulares y las siluetas desiguales de los edificios reaccionaban a la topografía y el microclima de cada paisaje, mientras que las extensas tablillas, las galerías y los refugios proporcionaban transiciones graduales del espacio público al privado. Como muchos proyectistas que seguían una tradición moderna escandinava, Erskine estaba en deuda con el humanismo y “ el funcionalismo poético” de Alvar Aalto, que había encontrado maneras de adaptar la arquitectura moderna a su geografía y cultura propias. La arquitectura y crítica finlandesa Marja Riitta Norri ha evocado el impacto físico mental del clima y el paisaje en las latitudes septentrionales.
“ Son las condiciones climáticas sobre todo- el ritmo de las estaciones, su luz- lo que une a los países nórdicos. En ningún otro sitio tiene la luz una importancia tan grande para el estado de ánimo de las personas como en el Norte. Cada primavera, el alargamiento de los días parece tan espectacular como real, después de la oscuridad invernal. La claridad y la fragilidad de la luz en los días más largos o su escasez durante la época oscura del año son de extrema importancia como puntos de partida en la construcción. En el Norte, la tierra, el aire y el agua coinciden a gran escala. Las interrelaciones entre estos tres elementos básicos del paisaje difieren en cada país dependiendo de su topografía.... Con el ciclo de las estaciones, los elementos del paisaje nórdico cambian sus formas. Las tranquilas aguas del verano se congelan en invierno en un hielo duro y afilado, las suaves brisas se convierten en vientos gélidos, el paso del sol por el cielo -que dura semanas y semanas en el extremo norte- queda reducido a un par de horas o desaparece completamente bajo el horizonte.”
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Págs. 197- 246.“Alternativas”
DIversidad. Afortunadamente, una parte de la arquitectura posmoderna ha demostrado su habilidad en potenciar y manifestar la diversidad: en la arquitectura que favorece la participación en las teorías y obras de Ralph Erskine, Lucien Knoll, John F.C.Turner, Christopher Alexander o N. John Habraken; en la tradición holandesa, encabezada por Aldo Van Eyck y Herman Herzberger, continuada a su manera por Rem Koolhaas y que ha desembocado en obras como el Silodam en Amsterdam (1995-2002) y el grupo MVRDV. El Silodam se concierte en un manifiesto de diversidad de modos de vida, en la expresión del deseo de caracterización e individualización de cada vivienda dentro de un conjunto colectivo.
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Págs. 1027-1106.”La época de la incertidumbre”
3.-La batalla de las tendencias y las nuevas orientaciones de la búsqueda proyectual
Pero incluso en aquellos países donde la intervención pública tiene una sólida tradición de ejecución cuidadosa, las nuevas condiciones del debate, la revisión de los modelos divulgado y la concentración en problemas específicos y concretos hacen necesario un empeño experimental que los estudios particulares pueden desarrollar mucho mejor. A continuación señalaremos tres de estos estudios, dirigidos por arquitectos de edad distinta...(Aldo Van Eyck, J. Stirling, Vittorio Gregotti...
Esta aproximación empírica convence todavía más cuando se evidencia que ha sido acogida, en los mismos años, por muchos arquitectos más jóvenes, que actúan cada uno por su cuenta en distintos países del mundo. El portugués Alvaro Siza Vieira (1933) sobresale en un ambiente atrasado después de largos años de práctica, hasta alcanzar el dominio y la discreción de sus obras más recientes, que se imponen a la atención mundial después de la revolución de 1974. El japonés Tadao Ando (1941. Figs. 1397,1398) – educado en un ambiente evolucionado- limita por voluntad propia, su trabajo a temas reducidos para obtener un control arquitectónico más ajustado. También en los países socialistas esta búsqueda avanzada y sobresalen algunos arquitectos originales, como Toomas Rein de Estonia (1940), educado en la orientación internacional del período de Kruschev y capaz de medir con suma atención los temas propuestos por los organismos públicos. En el ambiente de los años ochenta trabaja también- dándonos lo mejor de su obra- un arquitecto atípico de la tercera generación, el inglés Ralph Erskine (1914), quien al final de su carrera discontinua, en Inglaterra y en Escandinavia, realiza ahora sus obras más convincentes (La Biblioteca de Estocolmo. Fig,1401 y el barrio de Newcastle-upon-Tyne) que utilizan en positivo las variaciones y las dudas anteriores de sus manera de componer.
En esta lista figuran personas y obras distantes tanto por edad como por educación, por tendencia intelectual y práctica. Y precisamente por eso creemos interesante poder señalar algunos caracteres comunes:
* La variedad del repertorio formal, que utiliza una amplia gama de referencias – que van de la tradición “moderna” a los movimientos contrapuestos de los años setenta y ochenta y a las fuentes históricas relativas- sin aceptar encasillarse en ninguno de estos sistemas formalizados. Esta disposición se observa, en pequeña escala, en la compleja articulación de la casa de Van Eyck en Amsterdam; en gran escala en los proyectos paisajísticos de la Gregotti Associati y de Roche-Dinkerloo; produce casi un collage de motivos concurrentes en los últimos proyectos de Stirling; ayuda a captar y a componer las referencias heterogéneas que provienen del campo pre-existente cuando el nuevo edificio es un añadido a un paisaje ya construido, incluso a escala urbana como en el Parlamento de Austria, insertado en la originaria composición de Griffin.
“Se puede hablar de “eclecticismo” y algunos protagonistas aceptan de buen grado esta calificación; pero el rigor debe buscarse en otra parte – como ya lo explicamos – y la combinación de los estilos de orígenes distintos pone en evidencia un resultado duradero de la querelle estilística de los últimos setenta; no la superioridad de un estilo sobre otro (imposibilitada por la movilidad del mercado, donde tiene lugar la confrontación) sino más bien la ampliación del repertorio figurativo contemporáneo, que incluye – una vez decaídas las polémicas de los primeros tres cuartos de nuestro siglo – las geometrías antiguas y modernas como partes de un inventario que ya ha llegado a su conclusión.
* La búsqueda de una síntesis para enfrentarse a la situación específica, sin dejarse escapar ninguna característica ni ninguna exigencia del tema propuesto. Esta disposición debilita, sin duda, la continuidad de la producción global. El itinerario de algunos arquitectos aquí nombrado parace tortuoso, imprevisible. Pero por vez primera esta discontinuidad no deriva de un insuficiente control aplicado en cada ocasión, sino más bien de la búsqueda de un control riguroso, que cambia los criterios y los instrumentos de una ocasión a otra. Los arquitectos no parecen preocupados por perfeccionar su biografía profesional, sino más bien por la ordenación del lugar donde han sido llamados a actuar; no dudan en volver a empezar si un nuevo tema así lo requiere; retardan o difieren para otro momento la obligación de las clasificaciones y de las valoraciones globales, o bien dejan esta tarea a los críticos como hace Stirling, quien gusta de sorprenderlos y despistarlos.
Esta actitud contrasta vivamente con otros arquitectos – a menudo igualmente dotados: los estructuralistas como Piano, Foster y Rogers; los que perfeccionan un determinado repertorio formal, como Rossi, Botta, Ungers; los que contaminan los repertorios para obtener una complejidad programada, como Venturi y Moore – que a diferencia de los anteriores, son fácilmente reconocibles (e incluso preferidos por los críticos, a los que facilitan la tarea). Estos últimos tienen más soltura, sobresalen en el mercado de los mass-media, pero pierden más fácilmente el contacto con una realidad que ya de por sí es fragmentada, contradictoria y variable.
* El mínimo denominador metodológico que subtiende la variedad de las aproximaciones y de las experiencias es el mismo que han mantenido firme los mejores arquitectos modernos, a partir de los años veinte: la fidelidad al dato real, a la Sachlichkeit, accesible por medio de la razón y del trabajo paciente. La situación ha cambiado, porque los proyectos de la búsqueda paciente de los últimos sesenta años – puestos a prueba por determinadas situaciones e intereses concretos - han sido dispersados o transformados de una manera inaceptable y ya no forman un sistema homogéneo. Las enunciaciones generales de esta herencia ya no persuaden, y por lo tanto – si quiere trabajar en la misma dirección – es necesario volver a la casuística, resolver cada problema concreto, para poder llegar, luego a las síntesis que por ahora son inaccesibles.
Por el contrario, todos los intentos de acortar los tiempos, de oficiar de inmediato las síntesis determinantes, son destinados – por ahora – a transformarse en simulaciones y, por tanto, a perder el contacto con la realidad y a acabar en el campo superestructural del mercado de las imágenes y de la palabra.
Así pues, parece que la frontera de la vanguardia arquitectónica de los años ochenta gire perpendicularmente a la de los setenta. Atraviesa diversas tendencias que los críticos todavía se ocupan de clasificar, y distingue las experiencias que utilizan los estilos como medios para resolver determinados temas concretos de las que utilizan los temas como ocasiones para elaborar los estilos. Los sistemas estilísticos han perdido, o están a punto de perder, su valor como orientaciones culturales; la distinción significativa no está entre las arquitecturas que obedecen o no obedecen a una determinada regla formal – por ejemplo, la simetría-, sino entre las que deben ser simétricas y las que pueden ser simétricas. Como ya ha ocurrido tantas veces, los cambios no surgen como consecuencia, de una decisión entre las diferentes alternativas del pasado, sino que ocurren gracias al nacimiento de otras nuevas que hacen que las anteriores sean superadas.
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