Inprimatu
Eugéne Belgrand

BELGRAND, Eugéne

  • Ingeniero
  •  
  • 1810 - Ervy-le-Châtel. Francia
  • 1878 - Paris. Francia

BENEVOLO Leonardo., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.85-124. “El primer modelo de ciudad en la época industrial: Haussmann y el Plan de Paris (1850-1870)”.


Haussmann se preocupa también de renovar las instalaciones del viejo París. Para las instalaciones hidráulicas encuentra un colaborador eficaz en el ingeniero Belgrand, un oscuro funcionario de provincia a quien se llama para proyectar los nuevos acueductos y las instalaciones de elevación del agua del Sena, aumentando el suministro de agua de 112.000 metros cúbicos al día a 343.000, y la red hidráulica, de 747 a 1.545 kilómetros (figuras 84 y 85). Belgrand construye también la nueva red de alcantarillado, que pasa de 146 kilómetros a 560, conservando sólo 15 kilómetros de la red anterior, mientras los desagües en el Sena se efectúan más abajo, en el valle, por medio de colectores. Las instalaciones de iluminación se triplican, pasando de 12.400 a 32.320 mecheros de gas. Se reorganiza el servicio de transportes públicos, confiándolo en 1854 a una única sociedad, la Compagnie générale des omnibus, y en 1855 se instituye un servicio regular de taxis. En 1866 se compra mi terreno de Méry-sur-Oise para la construcción de un nuevo cementerio.


---


GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


... Pág. 726La ciudad como problema técnico


La obra de Haussmannes un símbolo de la fe del siglo XIX en la producción.


 A Francesco Borromini le llevó casi treinta años levantar una pequeña iglesia, e incluso entonces no estaba completamente terminada. Luis XIV pasó toda su vida construyendo Versalles, pese al hecho de que tenía a su disposición todos los recursos de Francia. En diecisiete años, gracias a una mezcla de determinación y previsión, Haussmann creó la gran ciudad del siglo XIX. La velocidad de las obras refleja el tempo y el espíritu emprendedor de la expansión industrial que las había originado.


 El papel subordinado de los arquitectos. Para resolver los problemas ligados a la ciudad de la era industrial, Haussmann reunió el primer equipo de técnicos coordinado con precisión; no podía esperar mucha ayuda de los círculos de los que se suponía que se la prestarían. Por entonces no había urbanistas, y los arquitectos ofrecían una ayuda singularmente escasa; éstos ni siquiera podían adaptarse a las escalas de los proyectos de Haussmann; en muchas ocasiones, el prefecto tuvo que devolver los trabajos e insistir en su ampliación. Haussmann afirmaba que el Segundo Imperio tuvo la desgracia de no producir un solo artista a la altura de los problemas de los temps nouveaux; parece que se resignó a ello. La Oficina de la Construcción, con su equipo de célebres arquitectos académicos, fue el único departamento que Haussmann dejó casi intacto cuando se hizo cargo de la administración. Sus problemas eran demasiado novedosos y demasiado amplios como para que esas personas los afrontasen; como ya había observado Henri Labrouste, la formación de los arquitectos los dejaba completamente desconectados de su propia época. Este distanciamiento de la realidad había llegado al punto en que los arquitectos ya no podían ni siquiera calcular los costes de sus propios proyectos. “Como artistas [...] mostraban poca preocupación por los gastos. Podría añadir que en general no poseían ni los conocimientos requeridos para hacer un presupuesto ni la atención cuidadosa y detallada que es necesaria para comprobar una factura”. Los presupuestos, y también las facturas, tuvieron que asignarse a dos comisiones especiales que Haussmann creó al efecto. Esos arquitectos no podían tener conocimiento alguno de los nuevos problemas, apremiantemente prácticos, que planteaba el urbanismo. Les habían formado para proyectar edificios singulares que habían de construirse en emplazamientos indicados por alguien distinto.


El equipo de desconocidos de Haussmann. Haussmann tuvo que buscar sus ayudantes en otros campos, y en cualquier caso, para él los edificios eran sólo el décor de la vie, el adorno de la vida. Desde el principio consideró su trabajo un problema


técnico de instalaciones urbanas y traspasó sus verdaderas dificultades a los ingenieros, sus más estrechos colaboradores. La mayoría de esos hombres eran relativamente desconocidos cuando los contrató, pero Haussmann fue muy hábil en su elección, y sus ayudantes fueron madurando con él y con las obras. Haussmann había sido prefecto del Yonne y más tarde de Burdeos; conocía a los hombres capaces de esas regiones del sur y allí buscó a sus ayudantes. Eugène Belgrand, durante muchos años ingeniero subalterno en una pequeña ciudad de provincias, construyó de manera impecable el enorme sistema de alcantarillado de Paris y los acueductos que, por primera vez en su historia, proporcionaron a la ciudad un adecuado suministro de agua, extraída de los embalses del Yonne y el Dhuys. Belgrand era un inventor; hombre genial, siempre estaba «modificando sus ideas originales en un aspecto u otro. Como ingeniero jefe e inspector general del departamento de puentes y calzadas, se hizo cargo de todo el trabajo relacionado con los proyectos que más apreciaba, pese a que tenía una selección de los colaboradores más competentes». Este rasgo -observaba Haussmann-se debía sin duda a su largo servicio en cargos inferiores.


 

Igo