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Fumihiko MAKI

MAKI, Fumihiko

  • Arquitecto
  •  
  • 1928 - Tokio. Japón
  • 2024 - Tokio. Japón

COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005.


Págs. 209- 229.“De Le Corbusier a las megaestructuras: visiones urbanas, 1930-1965”


Megaestructuras. El movimiento más estructuralista que fue coetáneo del estructuralismo holandés- no estaba interesado en las unidades fijas y reconocibles; lo que propugnaba era un entorno construido sin normas culturales y en un estado de cambio permanente. En una publicación de 1964, el arquitecto Fumihiko Maki (n. 1928), uno de los miembros originarios de los metabolistas japoneses, distingue tres tipos de lo que él llamaba «forma colectiva»: en primer lugar, la forma compositiva, en la que hay una relación fija entre distintos edificios preconfigurados (éste es el modo clásico de alcanzar la forma colectiva, y entre sus ejemplos están el centro cívico de Saint-Dié, obra de Le Corbusier, y el de Brasilia, obra de Niemeyer); en segundo lugar, la forma más estructural, que es una gran estructura en la que se acomodan todas las funciones de una ciudad (esto implica la coexistencia de construcciones con distintos índices de obsolescencia): y en tercer lugar, la forma de grupo, que es una colección aditiva de unidades edificadas tipológicamente similares (algo característico de los poblados vernáculos no planificados»)."


Dentro de esta extensa clasificación, la forma más estructural presenta un abanico de enfoques distintos. Puede hacerse una distinción muy amplia entre los proyectos que acentúan los elementos de larga vida y los que resaltan los elementos variables, pero es una cuestión de énfasis, pues los ejemplos de elementos flexibles y fijos se dan en ambos grupos. Dentro de la primera categoría, estudiaremos los metabolistas japoneses y el grupo británico Archigram.


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág.284-316. “Lugar, producción y escenografía; práctica y teoría internacionales desde 1962”


El trabajo de Archigram estaba sorprendentemente próximo al de los metabolistas japoneses , quienes, como reacción a las presiones del hacinamiento en su país, empezaron a proponer a finales de los años cincuenta megaestructuras ‘para enchufar’, de crecimiento y adaptación constantes, donde las células habitables -como en la obra de Noriaki Kurokawa- quedaban reducidas a unos tanques prefabricados que se enganchaban a vastos rascacielos helicoidales. En otros casos -como en los proyectos de Kiyonori Kikutake - se adherían como lapas a las superficies internas y externas de grandes cilindros que flotaban en el mar. Las ciudades flotantes de Kikutakese cuentan seguramente entre las visiones más poéticas del movimiento metabolista. Sin embargo, pese a la proliferación de plataformas costeras de perforación , con sus aditamentos para la extracción de energía, las ciudades marinas de Kikutake parecen incluso más remotas e inaplicables a la vida cotidiana que las megaestructuras de Archigram. Un testimonio del vanguardismo retórico de este movimiento es que la mayoría de los metabolistas montaron después estudios bastante convencionales.  Con la excepción de la ‘ casa del cielo  ’(1958) de Kikutake  y la torre Nagakin  , de cápsulas para solteros  , construida en 1971 por Kurokawa en Ginza, Tokio (compárese con los apartamentos cápsula de Kurokawa en 1962), muy pocos conceptos metabolistas se hicieron realidad  . Aunque ese futurismo frenético debe distinguirse de las inteligentes propuestas de formas urbanas aditivas adelantadas por figuras tan moderadas como Fumihiko Maki y Masato Otaka  , Gunther Nitschke  decía lo siguiente al hacer una valoración del movimiento metabolista en 1966:


“Mientras los edificios reales sean cada vez más pesados, más duros, más y más monstruosos en su escala; mientras la arquitectura se tome como un medio de expresión del poder -ya sea uno mismo o de cualquier clase de institución vulgar, que debería estar sirviendo a la sociedad y no dominándola-, hablar de mayor flexibilidad y de construcciones susceptibles de cambio es simplemente armar alboroto. Si comparamos este edificio [el proyecto de una ‘Ciudad metabólica’ , diseñado por Akira Shibuya en 1966] con cualquier construcción tradicional japonesa o con los métodos modernos sugeridos por Wachsmann o Fuller (o Ekuan en Japón)´, hemos de considerar que se trata de un mero anacronismo, con mil años de desfase, o, como mínimo, que no supone adelanto alguno de la arquitectura moderna en cuanto a la teoría ni en cuanto a la práctica.”


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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Pág. 822.  Signos de cambio y constancia


Las exigencias planteadas a los urbanistas por los cambios continuos han dado origen a un deseo fanático de proyectar una ciudad en la que las posibilidades de cambio estén incluidas en la planificación y en la que los edificios anteriores puedan seguir existiendo cuando sean necesarias alteraciones o ampliaciones.


 El uso del cambio como elemento creativo es un problema del que se ocupan varias escuelas de talante progresista. Por ejemplo, en la primavera de 1964, en el curso final de Diseño Urbano en la Universidad de Harvard (impartido por Fumihiko Maki, Jerzy Soltan y Jaqueline Tyrwhitt) se planteó el siguiente problema: ¿cómo puede construirse una nueva ciudad de 50.000 habitantes entre Baltimore y Washington de modo que su estructura colectiva inicial no quede destruida por su crecimiento posterior?


 En las primeras etapas de trabajo en busca de un objetivo determinado, casi siempre se enfatiza en exceso uno de los aspectos del problema. En el caso de la forma en grupo, el acento se ha puesto en las relaciones entre edificios individuales y sus funciones. Los arqueólogos hablan de 'proyecto en grupo' para describir la interrelación de los templos de la Acrópolis de Atenas. Incluso el Partenón es parte de un proyecto en grupo, sin que esto debilite en modo alguno la perfección de su forma individual. Unas relaciones fuertemente marcadas o complejas entre los edificios no significan que estos deban asumir la insistente monumentalidad de los edificios del siglo XIX.


Junto al cambio frenético una creación de nuestra era se encuentra ese otro componente de la naturaleza humana: el deseo de constancia. Este se revela tras la máscara de las crecientes exigencias de los centros urbanos. El Capitolio de Chandigarh y la plaza de los Tres Poderes en Brasilia ya no están en el corazón de la ciudad, sino en su cabeza. El Back Bay Center de Boston, nunca construido, el centro comunitario de la pequeña población de Seinäjoki y el gran centro cívico de Helsinki son algunos ejemplos de los incontables esfuerzos realizados para proyectar centros comerciales que puedan compensar la falta de centros comunitarios en nuestras ciudades.


 


 


 

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