Escrita en 1890, la novela trascendió la narrativa de su tiempo. El autor expone sus soluciones utópicas y al mismo tiempo los defectos y males del siglo XIX, desarrollando su inclinación futurista y política y su imaginación redentora a través de una utopía rural. En definitiva, la visión del futuro que hubiera deseado para la humanidad.
Tras una animada discusión sobre el porvenir de la sociedad, el protagonista se duerme y despierta en la sociedad del año 2000. En tal época futura, el progreso de la civilización está concebido como una vuelta a la sencillez casi primordial de la vida; las máquinas y la velocidad espasmódica han sido abolidas y olvidadas en la serena paz de la vida campestre. El urbanismo ha sido combatido, y se han demolido los barrios miserables. La nivelación social es absoluta, pues todos trabajan por el solo gusto de crear lo que es necesario y todos disfrutan de la abundancia.