“La pintura puede limitarse a reflejar el mundo, pero la arquitectura debe proponerse transformarlo”. Esta frase resulta especialmente significativa en el contexto de crecimiento poblacional e industrial de las ciudades que se lleva a cabo en la segunda mitad del siglo XIX. Los desajustes sociales, económicos y productivos llevados a cabo en este tiempo, hace que una serie de pensadores como Robert Owen, Charles Fourier, Etienne Cabet… lleven a cabo una serie de propuestas “utópicas” con interesantes proyectos experimentales (New Larnak, New Harmony, Falansterios…), que intenten dar solución a los problemas económicos y sociales.
Otro campo interesante de estudio en este capítulo, es el que se refiere a la industrialización y la reforma de las artes aplicadas. El autor realiza un estudio a este respecto, dividido en tres fases: La primera centrada en la personalidad de Henry Cole, la segunda en los pensamientos de John Ruskin y William Morris y la tercera en los discípulos de Morris que llevan el tema de la mecanización y la artesanía a un debate que trasciende a Gran Bretaña para incidir directamente en la Europa industrializada.