El desarrollo urbano de finales del siglo XIX y principios del XX en Europa no tiene precedentes. Y tampoco la construcción de edificios que aumenta sin parar. Para ordenar esta dinamicidad constructiva, las ciudades llevan a cabo las primeras leyes urbanas, e importantes planos reguladores que ayuden a concebir y planificar ordenadamente todo este desarrollo. Si a principios del siglo XX es Alemania la que encabeza estos aspectos de construcción y legislación urbana, países como Holanda, Austria e Italia no se quedan atrás. Se llevan a cabo en este momento numerosos escritos y se remarcan este interés por la cultura urbana. El análisis de las aportaciones de Camilo Sitte, la puesta en marcha de las primeras ciudades jardín de la mano de Ebenezemer Howard, el novedoso proyecto de la ciudad lineal de Arturo Soria y la actividad urbanística de Berlage en Amsterdam, marcan las condiciones de partida del urbanismo moderno en el viejo continente.