De los muchos proyectos extraordinarios alimentados por la ambición de Julio II, ninguno fue más audaz que su proyecto de destruir la venerable basílica del siglo IV de San Pedro y sustituirla por una enorme nueva iglesia. La empresa probablemente estaba relacionada con un esquema igualmente grandioso desarrollado alrededor de 1505 para la tumba papal (la iglesia nueva fue concebida en parte como depositaria de la tumba), una rica amalgama de escultura y arquitectura monumental que iba a ser la obra de Miguel Angel. En 1506 Bramante fue nombrado arquitecto jefe del nuevo San Pedro. Una medalla de bronce acuñada en honor de la empresa tenía un retrato de Julio II en la cara y la imagen de la iglesia de Bramante en la cruz. El único documento de su idea para el exterior que sobrevive es este pequeño relieve, ya que Bramante murió poco después de que se empezara el edificio al igual que el Papa, y no fue finalizado hasta 150 años después.
El rasgo más notable del gigantesco proyecto era su planta central ( El San Pedro del siglo IV era un edificio longitudinal). El diseño de Bramante exigía una cruz griega con brazos terminados en ábside e inscrito en un cuadrado; elevándose por encima de la tumba de San Pedro, en el crucero había una enorme cúpula sostenida por cuatro pilares colosales inclinados con profundos nichos en cada cara. Los ábsides estaban cubiertos por medias cúpulas y en cada intersección de los brazos grandes se formaban cruces griegas más pequeñas y acupuladas, que eran parte de una red de refuerzo de la bóveda principal. Torres cuadrangulares se elevan en las esquinas del cuadrado. Aunque la planta central era atravtiva a causa de su simbolismo histórico y su forma "moderna", la "igualdad" de los cuatro brazos, presentaba unos problemas prácticos. No había por ejemplo una nave larga para procesiones litúrgicas o una que cubriera todo el antiguo suelo consagrado, ni había un punto principal de enfoque para el altar mayor.
El éxito del edificio de Bramante, que se conoce sólo a través de la pequeña medalla, había parecido una reunión de formas compactas debajo de una cúpula hemisférica maciza, una distribución que estaba familiarizada con los dibujos arquitectónicos para iglesias de planta central de Leonardo da Vinci.La original cúpula (que se comprende mejor con las ilustraciones publicadas por Serlio en su tratado arquitectónico en 1537) era de una audaz magnitud y estaba inspirada por la forma y tamaño de la cúpula del Panteón.Iba a estar sometida por cuatro inmensos pilares unidos por los arcos que había en el crucero y reforzados por arcos menores, muros robustos y cúpulas más pequeñas. La mampostería cementada, usada por los romanos para la construcción de sus bóvedas macizas, había sido revivida por Bramante para la cúpula del Tempietto e iba a usarse otra vez para la cúpula de San Pedro.
El diseño de Bramante para la nueva Basílica era tan impresionante que no sólo determinaba el futuro arquitectónico del edificio, que estuvo bajo sus órdenes un tiempo tan breve, sino que también influyó en la arquitectura de iglesias por toda Italia y en otras partes durante el resto del siglo. Pocas iglesias del siglo XVI dejaron de incluir al menos algunos rasgos sobresalientes del edificio de Bramante: la cruz griega, los gigantescos pilares inclinados con su orden de pilastras y sus profundos nichos; los espacios unidos a través de huecos arqueados, las bóvedas de cañón y las formas fluuidas de pesada mampostería. Igual de efectiva fue la restitución de la escala heróica de los edificios antiguos de los que Bramante aprendió muchosobre el Imperio,que estaba perdido pero que se podía recobras.
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Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”
La nueva concepción del espacio: la perspectiva y el urbanismo
Carlo Maderno realizó la nave central de San Pedro, junto con sus capillas laterales y la fachada, durante los diez años transcurridos entre 1607 y 1617. Cumpliendo las órdenes de un nuevo papa, alteró el proyecto de Miguel Ángel en cuanto a la planta, sustituyendo la cruz griega por otra latina. Se dice que este cambio se hizo con objeto de proporcionar más espacio para la congregación y con el fin de ocupar todo el emplazamiento de la basílica paleocristiana y también algún espacio adicional.
No obstante, la escala de esta empresa ya había quedado establecida por Miguel Ángel en la altura de los pilares de la cúpula central que había construido. Miguel Ángel había imaginado la concentración en un solo lugar de todas las energías artísticas representadas en la catedral: todas ellas confluían en su cúpula en una gran explosión. La generación posterior, con Maderno y su papa, ampliaron esta concepción longitudinalmente, de acuerdo con los deseos barrocos de una extensión larga e ininterrumpida. La impresión que recibe el espectador al entrar en San Pedro deriva de las dimensiones sobrehumanas de esta nueva nave.
Su altura supera los 50 metros, el equivalente a los primeros rascacielos. Su anchura es relativamente pequeña, pero Maderno supo cómo evitar que el observador tuviese conciencia de ello. El arte plenamente desarrollado del periodo barroco y su control del espacio aparece en el modo en que se logra esto: de manera casi imperceptible, las capillas laterales expanden las dimensiones reales de la nave central y le confieren un nuevo poder.
El fresco de La Trinidad de Masaccio señala el descubrimiento de la majestad y la fuerza que pueden expresarse mediante elementos sencillos y grandiosos. La nave central de Maderno en San Pedro difiere de la bóveda pintada de Masaccio tanto en sus dimensiones como en su complejidad. Pero estas diferencias resaltan las posibilidades que estaban latentes en la visión que se le había ocurrido al maestro del siglo XV.