“El Ministerio de Asuntos Exteriores en Riad, Arabia Saudí(1974-1984), proyectado por el arquitecto danés Henning Larsen, combinaba la sencillez moderna, alusiones regionales y referencias panislámicas en su interpretación de la institución que albergaba. Los saudíes querían un edificio que combinase oficinas y espacios ceremoniales, que funcionasen como una ‘puerta de entrada a la nación’ para los dignatarios o diplomáticos, y que reflejase los estrictos valores morales de la Arabia profunda y la posición central del país en el mundo islámico. Larsen hizo un edificio introvertido con una gran sala triangular en el centro y un perímetro de oficinas que daban a patios ajardinados o a corredores alto, iluminados cenitalmente y con galerías. Los exteriores eran de piedra marrón importada de Italia y contaban con un completo aislamiento: estaban perforados por ventanas pequeñas y la luz entraba por deflectores que disminuían el deslumbramiento. La estructura real era un entramado, no era un muro tradicional, y el ministerio estaba dotado de la tecnología más reciente en cuanto a ventilación, control de incendios y seguridad. Las torres bajas situadas en las esquinas y los bastiones que flanqueaban la entrada principal hacían referencia a las fortalezas de barro de la región de Nedjed, aludiendo así a la tierra natal saudí. Los interiores eran sobrios, blancos y luminosos, y el sonido de las fuentes lo llenaba todo. Las alusiones a la Alhambra o el Magreb se mezclaban con superficies abstractas y transparencias de genealogía corbuseriana. El techo suspendido sobre el espacio central, con la luz derramándose por los bordes, incluso recordaba a Ronchamp.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Larsen era una obra ecléctica que fundía muchas referencias, algunas de ellas reconocibles y otras herméticas. El arquitecto trató de entender la tradición en el plano de los tipos, no sólo en el de las imágenes, e incluso intentó buscar analogías entre diferentes periodos o estilos. A este respecto, su enfoque (e incluso sus formas) estaban en deuda con Aldo Rossi y el neorracionalismo. En el núcleo de su interpretación estaba el arquetipo de la casa árabe, con sus exteriores ciegos para evitar el calor y las vistas indiscretas, y su rica vida interior en torno a un patio al que se accedía por varias piezas de transición. Además de trabajar con este tema, Larsen estudió otros, como la trama de calles y plazas en las ciudades del desierto, o los jardines acuáticos geométricos. La planta era una ingeniosa combinación de espacios dentro de masas y masas dentro de espacios, que estaba en deuda con la geometría de las tumbas mogolas de la India, e incluso con el neoclásico cuartes general de la Policía de Copenhague (1919-1924). Por debajo de las manipulaciones más obvias de las referencias y las fuentes (a veces demasiado teatrales), había una reinterpretación inventiva de la estratificación espacial y la ambigüedad visual de la arquitectura islámica. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Larsen surgía de una tensión básica, existente en varias de las naciones árabes ricas, entre la occidentalización y la modernización, por un lado, y el impulso de los valores tradicionales, por otro. El edificio se abría paso con cuidado entre las influencias internacionales y un tradicionalismo que podía caer muy fácilmente en la manipulación superficial de la imaginería orientalista.”
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CURTIS W., “Proceso de asimilación. Ame. Latina, Australia, Japón” en La arquitectura moderna desde 1900.Phaidon. Hong Kong, 2006.
Páginas 642-644. “El Ministerio de Asuntos Exteriores en Riad, Arabia Saudí(1974-1984), proyectado por el arquitecto danés Henning Larsen, combinaba la sencillez moderna, alusiones regionales y referencias panislámicas en su interpretación de la institución que albergaba. Los saudíes querían un edificio que combinase oficinas y espacios ceremoniales, que funcionasen como una ‘puerta de entrada a la nación’ para los dignatarios o diplomáticos, y que reflejase los estrictos valores morales de la Arabia profunda y la posición central del país en el mundo islámico. Larsen hizo un edificio introvertido con una gran sala triangular en el centro y un perímetro de oficinas que daban a patios ajardinados o a corredores alto, iluminados cenitalmente y con galerías. Los exteriores eran de piedra marrón importada de Italia y contaban con un completo aislamiento: estaban perforados por ventanas pequeñas y la luz entraba por deflectores que disminuían el deslumbramiento. La estructura real era un entramado, no era un muro tradicional, y el ministerio estaba dotado de la tecnología más reciente en cuanto a ventilación, control de incendios y seguridad. Las torres bajas situadas en las esquinas y los bastiones que flanqueaban la entrada principal hacían referencia a las fortalezas de barro de la región de Nedjed, aludiendo así a la tierra natal saudí. Los interiores eran sobrios, blancos y luminosos, y el sonido de las fuentes lo llenaba todo. Las alusiones a la Alhambra o el Magreb se mezclaban con superficies abstractas y transparencias de genealogía corbuseriana. El techo suspendido sobre el espacio central, con la luz derramándose por los bordes, incluso recordaba a Ronchamp.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Larsen era una obra ecléctica que fundía muchas referencias, algunas de ellas reconocibles y otras herméticas. El arquitecto trató de entender la tradición en el plano de los tipos, no sólo en el de las imágenes, e incluso intentó buscar analogías entre diferentes periodos o estilos. A este respecto, su enfoque (e incluso sus formas) estaban en deuda con Aldo Rossi y el neorracionalismo. En el núcleo de su interpretación estaba el arquetipo de la casa árabe, con sus exteriores ciegos para evitar el calor y las vistas indiscretas, y su rica vida interior en torno a un patio al que se accedía por varias piezas de transición. Además de trabajar con este tema, Larsen estudió otros, como la trama de calles y plazas en las ciudades del desierto, o los jardines acuáticos geométricos. La planta era una ingeniosa combinación de espacios dentro de masas y masas dentro de espacios, que estaba en deuda con la geometría de las tumbas mogolas de la India, e incluso con el neoclásico cuartes general de la Policía de Copenhague (1919-1924). Por debajo de las manipulaciones más obvias de las referencias y las fuentes (a veces demasiado teatrales), había una reinterpretación inventiva de la estratificación espacial y la ambigüedad visual de la arquitectura islámica. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Larsen surgía de una tensión básica, existente en varias de las naciones árabes ricas, entre la occidentalización y la modernización, por un lado, y el impulso de los valores tradicionales, por otro. El edificio se abría paso con cuidado entre las influencias internacionales y un tradicionalismo que podía caer muy fácilmente en la manipulación superficial de la imaginería orientalista.”