Construido para la Exposición Internacional de Lisboa de 1998, el edificio se sitúa a orillas del río Tajo, y fue diseñado para ser la pieza central del festival y el pabellón nacional del país anfitrión. El tema de la Expo, "Los océanos: Un patrimonio para el futuro", conmemoraba el patrimonio de los descubrimientos portugueses y exigía al arquitecto una interacción sensible entre el pabellón y el puerto. Siza, fue seleccionado para diseñar el edificio como el gran acceso al recinto ferial. Con la ayuda de Eduardo Souto de Moura y la experiencia en ingeniería de Cecil Balmond, creó un espacio visualmente impactante y altamente eficaz para satisfacer las necesidades programáticas del festival.
El punto focal del proyecto es una gran plaza pública, a la sombra de un techo suspendido, donde se enfatiza la conexión entre el espacio y la vista hacia el agua. Dos pórticos monumentales sostienen la losa de hormigón de 65 x 58m, detrás de uno de los cuales se encuentra el edificio diseñado para albergar los pabellones principales de espacios expositivos. Estos pórticos, dispuestos de una manera rítmicamente asimétrica, y de carácter pétreo y pesado, asemejan a un ladrillo fuera de escala y destacan en contraposición con la liviana lámina de hormigón, de apenas 20 centímetros de espesor, en un juego de sutileza.
Desde lejos, con el perfil de la cubierta claramente visible, resulta increíblemente liviana, mientras que desde abajo, la solidez del hormigón y la inmensidad del recinto crea una sensación pesada y algo opresiva para los visitantes.
En la unión de estos dos entes tan diferentes, en un detalle verdaderamente magistral, el hormigón se detiene abruptamente antes del muro y revela los cables delgados que conectan la cubierta a sus soportes en un claro sentido de honestidad estructural.
Tal vez la cualidad más llamativa del pabellón es la interacción entre los momentos de delicadeza y monumentalidad. Las decisiones cuidadosas como la escala, lograron una presencia imponente y acogedora. El lenguaje racional, ordenado y marcado de esta construcción atrae la mirada hacia la simple variedad de formas que enmarcan la vista al mar y deja que estas poderosas geometrías hablen por sí mismas.
Jon TRIBIS ARROSPE