Inprimatu

CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs.329-349.“La expansion de la arquitectura moderna en Gran Bretaña y Escandinavia”


La siguiente obra importante de Libetkin y Tecton fueron los pisos High Point I, en Highgate (1933-1935) proyectados para un solar rodeado de vegetación con amplias vistas hacia el sur sobre la totalidad de Londres. Los pisos se encajaban en una planta en cruz de Lorena oara aprovechar al máximo las vistas, la ventilación cruzada y el contacto con el interior. El cuerpo principal del edificio, de ocho plantas, estaba levantado sobre pilotis y rematado por una terraza colectiva en la cubierta. La planta inferior también era comunitaria y contenía el porche, un invernadero, el vestíbulo principal, el acces a los ascensores, el salón de té y una fantástica rampa curva que descendía al jardín de la parte posterio; una floritura vagamente barroca. La zona interior del edificio se presentaba como una serie de elementos curvos de planta libre que giraban por delante y por detrás del orden rectangular dominante de la retícula de soportes, y de la disciplina axial de las formas principales. Una vez más, el vocabulario era un inteligente adaptación de las formas blancas de Le Corbusier de los años 1920 y del “sistema de los cinco puntos de una arquitectura nueva”. En este caso, sin embargo, los muros eran de carga y las habitaciones celulares y compactas. Además de eso, High Point I se contaba entre las primeras muestras de una síntesis de arquitectura doctrina urbanística, derivada anto de Le Cobusier como de las viviendas colectivas soviéticas de la década de 1920. El propio Le Corbusier visitó el edificio y (cosa rara en él) lo alabó como una de las primeras “ciudades jardín verticales del futuro”. High Ponti I – una torre en medio de un parque de vegetación, con sus alas blancas desplegadas y sus detalles rigurosos y claros- llegó a ser un punto de apoyo para el incipiente movimiento moderno británico, y una muestra de loque podía hacerse cuando se sintetizaban el análisis funcional estricto, el lirismo formal y una visión social. Por supuesto, la polémica colectivista del edificio resultaba un poco incómoda en su contexto de clase media alta,  pero la retórica, con todo, estaba clara: se trataba de unos principios que podían aplicarse más tarde a la vivienda colectica a una escala mayor, una vez que se hubiesen producido las necesarias transformaciones sociales.


Cuando se restrea un poco más el orden subyacente en High Point I es cuando se aprecia la complejidad de sus fuentes. La concepción está muy en deuda con aquellos “condensadores sociales” proyectados en Rusia tan sólo cinco años antes; incluso la antena de radio de High Point tenía detalles de una especie de escultura constructivista de alta tensión. Tal vez la imaginería aeronaútica de la planta incluya algo de esa idea de un motor social del futuro.


Pero junto a esas referencias a las imágenes maquinistas de los años 1920, también existía una cualidad clásica. La distinción entre “áreas ervidas” y “circualción” por medio de diferentes geometrías recuerda los principios de la composición beaux-arts. De hecho, la planta en conjunto es un ejercicio magistral de articulación del movimiento a través de una secuencia de espacios ceremoniales y de un control de los ejes primarios y secundarios comparable a la planta de la Ópera de Paris de Charles Garnier (1861-1874). Una vez más nos encontramos ante una fusión de enseñanzas aprendidas en diversos períodos históricos anteriores.


 


 

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