El padre de la arquitectura moderna mexicana fue José Villagrán García, nacido en 1901, cuya visión aunaba el funcionalismo con el interés por el arte abstracto y las teorías modernas de la percepción. Villagrán fue profesor además de arquitecto en ejercicio y contribuyó a configurar el punto de vista de la generación siguiente, que incluía a figuras como Mario Pani o Enrique del Moral, que alcanzaría relevancia en los años posteriores a la II Guerra Mundial. El Instituto de Higiene en Popotla (1925) de Villagrán era un sencillo edificio utilitario, mientras que sus proyectos escolares de los años 1930 usaban generalmente la fabricación estandarizada. Entre sus discípulos más brillantes estaba Juan O´Gorman cuyo estudio para Diego Rivera (1929-1930) se inspiraba en el taller Ozenfant (1923) de Le Corbusier, y en fuentes del constructivismo ruso aunque poseía una rudimentaria mentalidad propia, con sus volúmenes estructurales casi exagerados, sus atrevidos colores, sus lucernarios industriales y sus escaleras de caracol en hormigón.