Nos adentramos en un periodo donde la arquitectura empieza a desechar los valores y lenguajes del Movimiento Moderno y donde se redescubrió el valor expresivo y simbólico de los elementos arquitectónicos y las formas que se habían desarrollado través de siglos de construcción, que habían sido abandonados por el estilo moderno. Surge por tanto una arquitectura que busca el significado y la expresión en el uso de técnicas de construcción, formas, y referencias estilísticas.
Este movimiento deja obras en España de gran complejidad como lo es la Muralla Roja situada en Calpe, en la costa norte de Alicante, sobre acantilados característicos de la zona. Sin embargo, la referencia más evidente de la geografía calpina es el peñón de Ifach, declarado parque Natural en 1987. Este paisaje es la razón por la cual la Muralla Roja surge como una fortaleza que marca una silueta vertical siguiendo las líneas de contorno del acantilado rocoso.
El edificio tiene claras referencias de la arquitectura árabe mediterránea del lugar, como resultado de la inspiración del renombrado arquitecto Ricardo Bofill, usando en particular las torres de adobe del norte de África y reinterpretando la tradición mediterránea de la Kasbah, en España denominada Alcazaba. Es un tipo de medina o fortaleza, cuyo significado de la palabra original incluye “mantener”, “ciudad vieja” y “torre de vigilancia” y donde se pretende diferenciar lo privado de lo público. Esta edificación está caracterizada por una serie de escaleras, patios y puentes, su organización es una ilustración moderna de la circulación en un kasbah típico.
Lo interesante de este proyecto se extiende a la geometría basada en la cruz griega, agrupándose de diversas maneras, dejando los volúmenes de servicio en la intersección. Además, Bofill quería obtener mayor espacio colectivo y una mejor calidad de vida por lo que proporciona solariums, una piscina, una sauna y terrazas en las cubiertas, todas estas de uso privado.
Al plantear una geometría basada en la cruz griega, se generan recorridos laberínticos que recuerdan una vez más a la circulación dentro de las fortalezas árabes. De esta configuración también nacen una serie de patios comunicados entre sí, para dar acceso a cada una de las viviendas. Esta composición genera una innovadora y compleja división de departamentos, de los cuales hay 3 tamaños, para estudios, departamentos con dos dormitorios, y departamentos con 3 dormitorios.
Una de las cosas que más destacan en este edificio es el tratamiento de las paredes y diferentes espacios que lo componen mediante diferentes tonos cromáticos; comenzando por la gama rojiza de la fachada que contrasta con la tonalidad del lugar donde está insertado y continuando con gamas de azules y violetas en las zonas de circulación según si se pretendía fusionar la visión con el cielo o diferenciarlo. El criterio de aplicar al edificio una gama de varios colores responde a la intención de dar un relieve determinado a los distintos elementos arquitectónicos, de acuerdo con sus funciones estructurales. La intensidad de los colores también está relacionada con la luz y muestra cómo la combinación de estos elementos puede ayudar a crear una mayor ilusión de espacio.
Tirma Omaira SOSA