Inprimatu

Casa Malaparte

  • 1938 - 1942
  •  
  • MALAPARTE, Curzio
  • LIBERA, Adalberto
  •  
  • Capri
  • Italia
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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs.371-391. “Internacional, nacional y regional: La diversidad de una nueva tradición”


El tema del “mediterranismo” fue constante en la década de 1930, y adoptó varias finonomías políticas y varias formas arquitectónicas completamente distintas. Algunos de los racionalistas italianos y sus oponentes más tradicionalistas abordaron la cuestión de las “constantes mediterráneas” dentro del contexto de un diseño imperialista basado en el propio Mediterráneo. Pero uno de los edificios que más éxito alcanzó en la destilación de los recuerdos marítimos antiguos se concibió completamente fuera de los cálculos nacionalistas. Se trata de la casa Malaparte, encaramada en un promontorio rocoso sobre el mar Tirreno, cerca de Capri, y realizada por Adalberto Libera junto con su cliente Curzio Malaparte entre 1938 y 1942. La casa era rectangular, de figura afilada y color rojizo, una escalera con formas de cuña conducía a la plataforma situada en lo alto de la casa y quedaba integrada en el volumen principal. A la casa Malaparte se llegaba por un sendero sinuoso con pequeños peldaños de piedra tallados en las escarpadas crestas de la roca. Las ligeras distorsiones de las horizontales y las verticales, así como el muro curvo y blanco de le terraza (que evocaba una vela), lanzaban la mirada hacia un infinito brumoso, pero también introducían el horizonte en la composición. La casa Malaparte indicaba como un edificio podía tratarse como un acento geométrico, concentrando las líneas de fuerza en un paisaje más amplio. Las vistas desde los interiores se controlaban para entrever las rocas y las olas a media distancia, u ofrecer primeros planos de los detalles geológicos. Malaparte era un escritor y un esteta que se había enemistado con el régimen fascista y había sido encarcelado, lo que quería era nada menos que un retiro espiritual. La casa no podía prescindir de sus aspectos metafísicos e incluso surrealistas, y fueron éstos los que impulsaron a los herederos del racionalismo italiano hacia una inusitada intensidad. La casa Malaparte, evocaba simultáneamente, una escalinata ritual, una plataforma ceremonial, un embarcadero y un arrecife de rocas, pero su abrupta abstracción se resistía a cualquier locura simplista y reafirmaba su presencia y su misterio como una figura dinámica de escala ambigua que reaccionaba a su entorno. Aunque no había alusiones directas al clasicismo, la planta era como una casa pompeyana condensada, mientras que los colores rojos y la terraza sin muros abierta al cielo, evocaba una ruina antigua suspendida sobre el mar.


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MONTANER Josep Maria., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX . Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


págs.25-58 “Espacio y antiespacio. Lugar y no lugar en la arquitectura moderna”



Una obra singular como la casa del escritor Curzio Malaparte en Punta Massullo, Capri, proyectada por Adalberto Libera (1938-1940), es un síntoma de la evolución de la arquitectura en aquellos años. Se trata de una obra radicalmente moderna y autónoma que, al mismo tiempo, reinterpreta la condición irrepetible del lugar. Una casa que es a la vez mirador, teatro, nave y altar; una obra que evoca el rito y el lugar del sacrificio, que con su escalinata de forma casi triangular rememora la vecina capilla de l'Annunziata; que exhibe primitivismo y que otra vez, refleja el precedente del mundo griego, situándose como un tholos. La casa permite contemplar desde su terraza el cielo y el mar, admirar el horizonte, vivir en contacto con el infinito.


La casa de Curzio Malaparte desvela una relación ideal con el universo que décadas más tarde recrearán obras escultóricas de Eduardo Chillida como el Peine del viento en San Sebastián o el Elogio del horizonte en Gijón. Parafraseando a Martin Heidegger podemos establecer que intervenciones como la de Malaparte en las rocas de Punta Massullo o la de Chillida en la costa de San Sebastián convierten un "sitio" indeterminado en un "lugar" irrepetible y singular. Se han convertido en paisajes que deben su imagen característica a la arquitectura y a la escultura.


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