p.46-49. Observese la fotografía de un monje que dessciende a un estanque cubierto de flores de loto. Esta fue la solución arquitectónica de Ando al problema de mostrar en este mundo el paraíso de las enseñanzas budistas. Imaginó a una persona atravesando un estanque con flores de loto y la aparición posterior de una sala. El simbolismo y la imagen son dinámicos. Casi es posible imaginar así el paraíso. Se trataba de crear un espacio que permitiera vivir esta experiencia a los visitantes.
El Templo del Agua se halla en la cima de una colina situada al noroeste de la isla de Awaji que ofrece una vista de la bahia de Osaka. Es la sala principal de Hompuku-ji, un templo que pertenece a la rama Ninna-ji de la secta Shingon. En el budismo, la flor de loto simboliza el haber alcanzado la iluminación de Shaka (en sánscrito, Sajyamuni). Este templo encarna el deseo de Ando de crear una sala donde Buda y todas las cosas vivas pueden dormir, envueltos en flores de loto. Las intensas imágenes que Ando presención de joven en la India están grabadas en su memoria. Un mono a lomos de un caballo y un pájaro encaramado a la cabeza del mono. Éste es un mundo en el que conviven seres humanos, animales y naturaleza sin distincione: un espacio en el que la vida y la muerte, lo sagrado y lo profano forman un todo armónico.
En primer lugar, Ando creó un estanque ovalado cubierto de flores de loto, con un eje mayor de 40 m. y uno menor de 30 m. en lo alto de la colina. A continuación, partió el estanque por el medio y colocó una escalera que decendía. El visitante baja por la escalera como si se sumergiera y desapareciera en el fondo del estanque y se encuentra con una sala de ensueño de color bermellón. La sala consiste en una habitación redonda de 14 m. de diámetro situada dentro de un espacio de 17,4 m por 17.4 m en planta. la habitación redonda es dividida por columnas espaciadas a intervalos regulares con una sección transversal cuadrada y una celosía que da al santuario exterior y al santuario interior. Esta distribución recrea una antigua organización espacial que se adapta al ritual de la secta Shingon. La sucesión de espacios geométricos - elipse, cuadrado, circulo y retícula - hae que la concentración del visitante aumente a medida que se va acercando a la zona más sagrada. El estanque ovalado cubierto de flores de loto y la sala de color bermellón debajo del estanque están unidos por una espectacular ruta de curculación.
Consideremos la experiencia espacial que representa el trayecto hasta la sala. Subiendo por un camino cubierto de arena blanca y envuelto de vegetación, vemos un muro recto. Este muro divide claramente el mar azul y el cielo, y ofrece un marco de referencia para el paisaje. Una vez dejamos atrás el muro, una pared ligeramente curva nos adentra en el espacio. El camino de arena blanca flanqueado por muros rectos y curvos es un ámbito que media entre el mundo cotidiano y el mundo sagrado. El sendero de arena blanca bajo el cielo azul, enmarcado por los muros,es deslumbrante. Seguimos la pared curva hasta el final y doblamos la esquina; de súbito aparece el estanque cubierto de flores de loto. Después del mar y del cielo viene el estanque ovalado. El experimentar espacios tan dispares agudiza nuestro sentido de la anticipación. Nos preguntamos que vendrá después. Con una sensación de exultación, somos engullidos por el agua en medio del estanque cubierto de flores de loto. El Templo del Agua es un auténtico intento de expresar en tiempo y espacio la dramática transición del mundo cotidiano al reino de lo sagrado. Cuando los rayos del sol del atardecer penetran por la ventana oeste de la sala subterránea, el espacio bermellón se tiñe de rojo vivo, revelando un espacio que trasciende el mundo cotidiano.
El propio Ando ha explicado sus ideas sobre este edificio del siguiente modo: "Con el tiempo, el hormigón se desgastará y los árboles invadirán el estanque. Sin embargo, en verano, los lotos estarán todavía en flor y recordarán a la gente que este lugar es sagrado. La arquitectura contemporánea sólo se preocupa del presente; los edificios compiten por un esplendor momentáneo. Yo quisiera crear edificio que perduren, por mucho que cambien de aspecto".
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El Templo del Agua pertenece a la secta más antigua del budismo tántrico en Japón. Se encuentra en la isla de Awajishima, cerca de Kobe, en un pueblo llamado Hompukuji. El terreno es accidentado, para llegar hay que ascender por una serie de colinas que le proporcionan unas magníficas vistas a la bahía.
El templo Hompukuji quizás es el proyecto que mejor muestra la aportación del arquitecto a la cultura del país. Entre los bosques de bambú, las montañas, los campos de arroz y el mar, el edificio aparece como un lago encerrado en una fina estructura oval de hormigón. Es una experiencia sensorial que rompe con la tradición milenaria de la construcción de templos en Japón, que son de madera, ortogonales y están emplazados sobre podios (el visitante tiene que ascender para aproximarse a ellos). Sin embargo el Templo del Agua, es de hormigón, de forma elíptica y está sumergido. Pero el misticismo que evoca es similar al resto de templos budistas. Tras sus formas se camuflan símbolos pertenecientes a la doctrina budista y a la tradición japonesa.
Tadao Ando mezcla los materiales y las técnicas de occidente con la naturaleza de oriente. El viento, la luz y el agua tienen un papel primordial en su obra, la sintonía entre arquitectura y naturaleza induce a la meditación y al ascetismo. La experiencia sensorial, comienza al acercarse al templo, que emerge como una superficie pulida de cemento entre árboles y matorrales. En la parte exterior se encuentra la parte más antigua del conjunto y un cementerio. Un sendero ascendente conduce hasta una vegetación que se abre para mostrar la obra de Ando. Un largo sendero de grava da acceso al lugar. Hay que entrar a través de aberturas entre muros tras los que se descubre el estanque ovalado, que es a su vez el techo del templo. Para acceder al santuario hay que bajar una escalera que corta el estanque en dos.
Podría decirse que el templo consta de tres áreas: la aproximación, la poza de agua y el templo en sí. Los dos primeros se organizan en una recta y un arco que abrazan una elipse. El tercero se acomoda en una trama regular que se acoge al interior de la elipse. En el interior, una penumbra recibe al visitante, que va transformándose en luz rojiza definida por una trama de madera color bermellón, común en la arquitectura tradicional japonesa. El espacio más sagrado del templo se encuentra en la zona más oscura.
Con un lenguaje sencillo y austero, el templo se comunica con el paisaje de forma abstracta pero contundente, sin renunciar tampoco a un claro lenguaje moderno.
Ainhoa RUIZ ALFAGEME