Inprimatu

BENEVOLO, L., Historia de la Arquitectura Moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 530-564. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Aproximación a los problemas urbanísticos” 


 4.-La urbanística de Le Corbusier.


De hecho, entre 1930 y 1933 - mientras Francia sufre, aunque de manera más lenta y menos grave, los efectos de la crisis económica europea - Le Corbusier tiene ocasión de construir algunos edificios de notable tamaño, donde el compromiso urbanístico está no sólo virtualmente presente, sino que se traduce en efectiva incidencia sobre el ambiente ciudadano: el pabellón suizo en la Cité Universitaire de París (figs. 631-633), la casa de viviendas Clarté en Ginebra (figs. 628-630) y la Cite du Refuge para el Ejército de Salvación, también en París (figs. 634-636)...


... El pabellón suizo de la Ciudad Universitaria tiene también exigencias representativas, que se cumplen por medio de la variedad de las formas de los materiales y con el énfasis atribuido a algunos elementos funcionales, como los grandes pilares aislados que sostienen el bloque de los dormitorios; frente a la entrada de los ambientes comunes se ha creado, así, un pórtico agradable y fresco, que introduce de pronto al visitante en la realidad constructiva del edificio y logra realizar felizmente el paso entre interior y exterior. Por primera vez Le Corbusier rechaza el expediente del revoque blanco uniforme y procura que cada superficie se caracterice por los materiales empleados; el hormigón armado se deja sin recubrir, con las huellas del encofrado; los muros se aplacan con paneles de hormigón vibrado y la pared del fondo de la sala común es de piedra natural. El edificio adquiere una inesperada materialidad e indica, con notable anticipación cronológica, una tendencia que dentro de poco se extenderá ampliamente por la arquitectura europea. 


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.180-187.“Le Corbusier y la Ville Radieuse. 1928-1946"


Durante la primera mitad de la década de 1930, esta tendencia monumentalizadora latente no hizo disminuir en absoluto el interés de Le Corbusier por abastecer a la civilización de la ’era de la máquina’. Continuaba ofreciéndose a los industriales y llamaba la atención, siempre que era posible, sobre su capacidad para diseñar los objets-types de gran escala, que él consideraba esenciales entre los componentes de una nueva era. Y así fueron los cuatro principales edificios que realizó entre 1932 y 1933: las viviendas del edificio Clarté en Ginebra (Inmueble Clarté), el pabellón suizo en la Ciudad Universitaria, la sede del Ejército de Salvación y las viviendas de la Porte Molitor, estos tres últimos construidos en París. La fachada modular pan de verre, de vidrio y acero, empleada en todos estos casos, pretendía poner de manifiesto la estética de la ‘era de la máquina’. Y como tal, representaba una ruptura con la estructura de hormigón y la fábrica de bloques enfoscada, sistema utilizado en las villas de la década de 1920. Esta apoteosis de la ‘estética del ingeniero’ se produjo paradójicamente justo en el momento en que Le Corbusier estaba empezando a perder la fe en el triunfo inevitable de la era de la máquina. Poco después de 1933, comenzó a reaccionar en contra de la producción racionalizada de la machine à habiter, aunque es difícil decir si fue debido a su desilusión con la técnica moderna como tal o bien en su desesperanza ante un mundo desgarrado por la depresión económica y por la política reaccionaria. Como ha señalado recientemente Robert Fishman, Le Corbusier siempre había mantenido cierta ambivalencia con respecto a la promesa de la producción en serie según las ideas de Frederick Taylor:


 La búsqueda de la ‘autoridad’ por parte de Le Corbusier en la década de 1930 refleja finalmente su actitud profundamente ambivalente hacia la industrialización. Su pensamiento social y su arquitectura se asentaban en la creencia de que la sociedad industrial poseía la capacidad inherente para alcanzar un orden genuino y dichoso. Pero tras esa creencia existía el temor de que una industrialización pervertida e incontrolada pudiese destruir la civilización. Cuando era joven, en La Chaux-de-Fonds, había visto cómo unos horrendos cronómetros producidos en serie en Alemania acababan con la artesanía relojera. Nunca olvidó esta lección.


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W. CURTIS. La arquitectura moderna desde 1900.


p.322-323 Uno de los edificios claves en la transición de Le Corbusier desde la década de 1920 a sus obras posteriores fue el Pabellón Suizo de la Ciudad Universitaria de Paris (1930-31). Era una residencia de estudiantes en que las habitaciones individuales estaban situadas en una caja de acero y vidrio, elevada sobre el terreno sobre robustos pilotis de hormigón con una compleja forma curva. Las partes comunes del programa (salón, vestíbulo etc. ) se insertaban dentro de unas curvas de forma libre en la planta baja. El muro posterior se presentaba como una superficie de mampostería. Entre la caja y el basamento había un elemento intermedio; una torre curva iluminada mediante paños de pavés que contenía escaleras. El espacio inferior con los pilotis estaba dedicado al espaciamiento, pero también funcionaba como un pórtico de transición que conducía a la entrada. El muro completamente acristalado del bloque superior daba a un campo destinado a convertirse enpista de atletismo. La planta del pabellón suizo tenía la claridad de una pintura cubista, y las figuras tensas - que implicaban transparencias y formas solapadas - tenían mucho que ver con los descubrimientos de Le Corbusier como pintor. Cada parte estaba relacionada con el todo, y cada detalle era una respuesta específica a la imagen global.


Tipológicamente el pabellón suizo pertenecía a la familia de los proyectos soviéticos parta "colectivos ideales" ideados en la década de 1920, pero también estaba emparentado con la propia Cité Refuge de Le Corbusier, e implicaba un mensaje similar de reforma urbana; liberarse del hollín y el agobio de los barrios degradados del siglo XIX; y proporcionar a todo el mundo los placeres esenciales de la luz, el espacio y la vegetación. Este proyecto confirió a esta fórmula habitual en Le Corbusier de la caja sobre pies derechos una solidez y una materialidad nuevas que contrastaban con las superficies lisas y encaladas y los esbeltos cilindros de la década de 1920. Aunque el Pabellón suizo se basaba en los principios de "los cinco puntos de una nueva arquitectura" los adaptaba para enfrentarse a un tamaño mayor y para expresar el concepto estructural de un armazón de acero sobre robustas patas de hormigón. Los pilotis de este edificio eran notables creaciones escultóricas (variaciones sobre el número 8 en planta) que se describieron como "huesos de perro" en el curso del proyecto; conciliaba la necesidad de una estabilidad real y visual y armonizaban con las figuras antropomórficas usadas en otros lugares del edificio. Cuando publicó el Pabellón Suizo en el volumen 2 de su Oeuvre Complète (1934). Le Corbusier insistió mucho en las fotografías acerca de como la gente podía entretenerse o pasar bajo los pilotis. De hecho parece que concebía el edificio como una muestra de que las técnicas modernas podían emplearse con el fin de liberar el terreno de la circulación de la ciudad industrial moderna. De este modo tan reelador escribía en la introducción: "¿Que hemos hecho pues durante estos años 1929-34?. En primer lugar algunos edificios, y luego muchos grandes estudios de urbanismo. Estos edificios han tenido el papel de laboratorios. Hemos querido que cada elemento construido durante estos años fuese la prueba experimental que permitiese tomar con toda seguridad las iniciativas indispensables en urbanismo."


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El Pabellón Suizo está situado en la ciudad universitaria de París. Se construyó durante los años 1931-1935 para resolver el alojamiento de los estudiantes suizos en la capital francesa. Le Corbusier proyectó este edificio junto a Pierre Jeanneret y sirvió para experimentar las teorías sobre la vivienda colectiva. Destaca entre los edificios construidos en los alrededores por mostrar su moderna identidad.


El dificio es funcional y en él se diferencian claramente tres volúmenes. Por una parte tenemos el paralelepípedo, donde se encuentran los dormitorios de los estudiantes con una célula mínima de habitación. Por otra parte está un espacio en planta baja, dónde se disponen las zonas comunes y la recepción; y finalmente hay un bloque que une los dos cuerpos anteriores, sirviendo de conexión y comunicación vertical, en el que además de las escaleras encontramos otros espacios comunes como unas pequeñas cocinas y baños para cada una de las plantas. Se diferencian las formas para cada función, algo muy representativo en el movimiento moderno.


Es un edificio que cumple los 5 puntos de la arquitectura de Le Corbusier, mostrándose como una construcción moderna, autónoma e independiente en relación con la forma y edificaciones del resto de las parcelas universitarias, convirtiéndose en uno de los símbolos de la nueva arquitectura del Movimiento Moderno.


Maia LEMMI

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