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CAMPBELL James W.P., La biblioteca. Un patrimonio mundial. Edit. Nerea. San Sebastián, 2013.


pág.61-65. " El apartado Monasterio de Haeinsa se asienta en lo alto de una zona montañosa de Corea del Sur, a cinco horas y media por carretera de Seúl y a 45 kilómetros de Daegu, la ciudad más cercana. Su localización ha permitido que en gran medida permaneciera al margen de los cambios del mundo exterior y conservara de este modo intacta la colección denominada Tripitaka Coreana, uno de los objetos más extraordinarios del orbe relacionados con la literatura. La Tripitaka Coreana, también llamada Goryeo Daejenffyeong (es decir, Tripitaka de la dinastía gobernante de los Goryeo), fue compliada en 1251 y es, en palabras de la UNESCO, "El corpus más importante y completo de textos doctrinales budistas que se conserva en todo el mundo". De hecho, estamos hablando de una segunda versión. La primera Tripitaka Coreana, que fue encargada en 1011 y tardó 86 años en concluirse, fue destruida por el fuego tras las invasiones mongolas de 1232. Al poco tiempo se encargó una segunda copia de la colección, y esta nueva edición de 1251, escrita hace más de 760 años es la que se encuentra depositada en el monasterio.


Por tanto, la Tripitaka posee, en cuanto objeto, una importancia enorme, pero son los edificios que la albergan lo que ahora nos interesase trata de una de las más antiguas construcciones bibliotecarias que se conservan intactas en el mundo y presenta diferencias muy llamativas con respecto a las bibliotecas de las que hemos hablado hasta ahora. El templo budista de Haeinsa, al cual se accede por el nivel inferior, fue construido sobre una serie de terrazas cavadas en una escarpada ladera. El patio de la biblioteca se encuentra en la parte superior del complejo, sobre la terraza más elevada. Consta de dos sencillos pabellones alargados de madera los Janggyeong Panjeon, situados el uno frente al otro en un pequeño patio cuyos extremos aparecen cerrados por otros dos pabellones de menor tamaño. El primero de los dos edificios principales se encuentra dividido en dos partes por un pasillo que conecta la escalera y el patio, y que de este modo define dos estancias, una a cada lado de la entrada. El segundo edificio aloja en su interior una sala de oración, aunque tras esta última se encuentra un pasillo, de modo que es posible recorrer las estancias del interor de este edificio de un extremo a otro.


El edificio donde se custodia el Triptaka Coreana no es una biblioteca convencional debido a los libros que componen la colección. Los objetos allí apilados en hileras regulares son bloques de imprenta, 81.258 para ser exactos. Cada bloque mide exactamente 70 por 24 por 3 cm y pesa 3.25 kg. Están hechos de madera que en un principio se creyó procedente de los abedules de la isla de Koje. Los analisis, sin embargo, han demostrado que se utilizaron hasta diez espacies distintas y que cada bloque estaba fabricado a partir de un tablón de madera cortado y cocido en sal antes de ponerse a secar lentamente durante tres años. Al cabo de este meticuloso proceso, sólo los bloques más reistentes eran utilizados, paro lo que se les fijaban paneles en los extremos y se reforzaban con piezas de metal.  Seguidamente se tallaban a mano de forma sumamente laboriosa. Cada bloque está grabado por ambas caras, por lo que sirve para imprimir dos páginas de papel. Concluido el tallado de los bloques, estos se revestían con una espesa laca gris venenosa que los protegía frente a los insectos.


El hecho de que estos bloques de madera hayan sobrevivido durante casi 800 años puede atribuirse en gran medida al diseño excepcionalmente inteligente de los edificios que los custodian. Lo primero que hay que reseñar es que los bloques no siempre estuvieron en Haeinsa. Se tallaron en Nambae (en la provincia de Gueongsang del Sur) y en un primer momento se guardaron en el Teajanggyong P´andang, junto a la puerta occidental de la fortaleza de Kang-wha, antes de trasladarse en 1318 al templo de Sonwonsa en la isla de Kanghwha y, finalmente, en el año 1398, a su actual ubicación en Haeinsa con el objetivo de protegerlos de las frecuentes invasiones sufridas en Corea durante este período. Los registros documentales evidencial que el propio rey supervisó de forma personal el traslado de los bloques. 


Los edificios actuales datan del traslado a Haeinsa en 1398, y aunque se da por supuesto que buena parte de la construcción es original, las fuentes documentales apuntan a que muchos edificios fueron objeto de una primera feforma en 1481 y de reparaciones sucesivas en los siglos XVII y XX. La estructura consta de recios postes de madera sustentados por bases de piedra que los protegen de la humedad. El piso está hecho a base de capas de carbón vegetal, barro, arena, sal y piedra caliza. El edificio aparece rodeado por un canalón hueco que rápidamente evacúa el agua de lluvia que cae por los aleros de la cubierta de teja. Las paredes, por su parte cubiertas de yeso como protección contra los elementos, presentan a lo largo de dos niveles, una serie de aberturas que tapan unas persianas de madera, y que han sido ubicadas estratégicamente, para aportar abundante ventilación y recoger al msmo tiempo las aguas pluviales y la nieve del exterior, donde en invierno la temperatura cae hasta los - 20º mientras que en verano pueden ascender hasta los 35º C. No hay ningún tipo de calefacción en estos edificios que, sin embargo, han conservado intactos sus valiosos contenidos a lo largo de un sin número de estaciones. 


En el interior,  los estantes conforman el armazón estructural del edificio, que a su vez están apilados cuidadosamente de dos en dos en sus soportes. La ventilación es la clave del éxito de este edificio. El aire fluye con libertad por todo el espacio. En invierno, la combinación del frío y la laca venenosa que reviste los bloques acaba con cualquier insecto. En verano,  la forma en que están apilados ayuda a que el aire fluya entre ellos, contrarrestando cualquier humedad que, en todo caso mitigan la altitud y la orientación del lugar. En 1971 las autoridades decidieron que los bloques debían trasladarse a edificios mejores y más modernos, equipados con sistemas de climatización y sometidos a estricta vigilancia. Al año siguiente se construyeron unos bunkers de hormigón para custodiarlos y algunos bloques se trasladaron a su nuevo depósito. Sin embargo, pronto comenzaron a deteriorarse, por lo que se abandonó el plan y los bloques regresaron a los edificios originales. 


Naturalmente los bloques de imprenta nunca se fabricaron para ser leidos directamente. El bloque requerido en cada caso se retiraba en donde estaba guardado y se imprimía, el resultado de la operación se leía en otro lugar. De ahí que no hubiese que acomodar al lector, sino que lo importante fuera localizar los bloques concretos en cada momento.  Con ocasión de un nuevo tallado de los bloques, se creó un índice en tres volúmenes que se integró en la colección. En la actualidad, los bloques siguen estando minuciosamente numerados y catalogados. Siempre se guardaron en el orden en que se pensaba imprimir (cada bloque presenta en la superficie su número de volumen y página). Hoy como ayer, se sigue imprimiento la colección completa: unas pocas páginas al día durante todo el año. Imprimir la colección íntegra de 6.802 volúmenes requiere varias décadas. Escrita en caracteres chinos, la Tripitaka Coreana destaca por su gran exactitud tipográfica. No se han detectado errores de transcripción en ninguno de sus 81.258 bloques, acceder a ellos, por otra parte, resulta un proceso interesante. Los tres estantes inferiores se alzan desde el suelo, pero a los dos superiores solo se puede llegar guardando un precario equilibrio sobre unas tablas de madera. Estas descansan en unos soportes que sobresalen a los propios estantes, y para encaramarse a ellas hay que acudir a escaleras de mano, enfrentarse sin miedo a las alturas y manejarse es estas últimas con destreza."


Los bloques de impresión xilográfica de la Tripitaka Coreana, que contiene la colección completa de las escrituras budistas, llenan los estantes de una de las bibliotecas más antiguas que se han conservado en todo el mundo.


Los bloques situados en el interior de las dos estancias que guardan la Triptaka, están formados por estanterías abiertas para permitir la circulación del aire alrededor de ellos. La estructura de madera no está en contacto con el suelo, sino alzada sobre unas bases de piedra, mientras que el conjunto del edificio se eleva sobre un plinto también de piedra rodeado de canales de drenaje.


El Monasterio de Haeinsa se asienta en una zona montañosa. En invierno las temperaturas caen muy por debajo de los cero grados, mientras que en verano la brisa de la montaña ayuda a mitigar los efectos del calor sofocante. La Tripitka se aloja en los dos edificios alargados que aparecen en primer término en el punto más alto del monasterio. Los dos pabellones más pequeños que completan el patio albergan textos de menor importancia. La perspectiva de la mitad del interior de la sala más baja muestra la estructura volada sobre las estanterías, una pasarela desde la que se pueden retirar los bloques de los estantes más altos. Las vigas del tejado, están decoradas con ondas alusivas al agua, el elemento capaz de mantener alejado al fuego.

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