MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.
Págs.. 190-214. “Diagramas de energía”
En su voluntad de llevar las formas de la energía a escalas mayores, la arquitectura actual ha reinterpretado uno de los mecanismos iconográficos de las vanguardias más racionalistas y sistemáticas (Alexander Klein, Ernst May, Ernst Neufert, Le Corbusier) y de los CIAM y las reuniones del Team 10, actualizando sus cuadros comparativos y organigramas en unos diagramas en los que se intenta afrontar y sistematizar, caso por caso, la extrema individualidad y multiplicidad, dispersión e incertidumbre de los proyectos contemporáneos.
Los diagramas arquitectónicos, con emblemáticos precedentes como el Panópticode Jeremy Bentharn en el siglo XVIII y los esquemas geométricos en los catálogos de plantas de J. N. L. Durand a principios del siglo XIX, son sistemas abiertos e inclusivos, construidos para tener capacidad detransmisión y evolución; son abstractos, parten de un proceso mental y tienen como objetivoestablecer esquemas geométricos en estado de transformación.
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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.
Págs. 27-78.“Historias”
Una pieza clave inicial en la evolución de las relaciones entre formas arquitectónicas y poder fue el panóptico que Jeremy Benthamelaboró como concepto diagramático a finales del siglo XVIII; del control opresivo. Laberíntico y oscuro tardomedieval se pasó a un control omnipresente y liviano basado en la visión y la luz, el vacío y la posición elevada. Desarrollado como semi-círculo, como círculo o, de manera más espaciosa, con galerías radiales, dicho esquema se extendió por todo el mundo, especialmente en los edificios penitenciarios, pero también en hospitales, manicomios, cuarteles, fábricas y otras instituciones basadas en el control.
Esta idea de control desde el punto de vista central se trasladará al urbanismo, con la apertura de ejes radiales y esquemas en diagonales, para potenciar la jerarquía urbana, tal como ya habían sido ensayados en la Roma del papa Sixto V, el París del Barón Haussman y la Barcelona del plan de León Jaussely. En oposición a estos trazados jerárquicos, se proyectaron las mallas y cuadrículas urbanas en ciudades como Nueva York o la Barcelona de Ildefonso Cerdá.
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Pág.997-993. Forma y reforma.
La faceta utilitaria de esta arquitectura era claramente secundaria. Los proyectos de Boullée eran elevados pensamientos expresados en forma monumental. Boullée habría estado de acuerdo con el filósofo alemán Hegel, quien definía un edificio público como un símbolo independiente y autojustificado de un pensamiento universalmente válido; es decir, algo concebido con el único propósito de manifestar lo más elevado a través de sí mismo. Esto no encajaría con los clientes ordinarios que gastaban su dinero en un edificio porque tenía algún uso mundano para él. La nueva visión no era popular. Parecía encajar mejor con estructuras conmemorativas y también con programas institucionales como hospitales, teatros y prisiones, que tenían un mensaje social que emblasonar. Pero incluso éstos tenían que satisfacer necesidades funcionales. Las formas ideales y comprehensivas del arquitecto neoclásico estaban obligadas, por tanto, a tolerar la lógica del uso. Y puesto que las instituciones públicas estaban bajo una revisión mejoradora de acuerdo con la nueva concepción de una sociedad justa, la forma era vista también como vehículo de reforma social.
Los reformadores lucían diferentes galas: eran economistas, intelectuales, filántropos y arquitectos. Todos ellos compartían la convicción de que el ambiente físico adecuado tenía un efecto beneficioso sobre sus usuarios, y de que los malos edificios eran capaces de ocasionar un daño psicológico. El objetivo último era un mundo cambiado: más virtuoso e igualitario, más noble y mejor gobernado. Y Los reformadores estaban deseosos de dedicarse a algún fragmento de esta elusiva utopía. Algunos planeaban comunidades ideales para pequeños grupos de hombres de mentalidad parecida; otros dirigían su mirada a cementerios, prisiones, viviendas, etc., con vistas a mejorarlas. A nivel formal había propuestas para edificios multifuncionales, como el Panoptikon de Jeremy y Samuel Bentham, un radical esquema aplicable a hospitales, escuelas y prisiones. Desde la perspectiva reformista, el atractivo de tales soluciones estaba en el hecho de que reflejaban un orden total, así como en su regularidad y en su control; porque la reforma no es nada si no es totalitaria.