Inprimatu

BENEVOLO, L.,  Historia de la arquitectura contemporánea. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


"La Escuela de Chicago y la vanguardia americana".


p.249... "En 1889, con el segundo edificio Leiter y con el Fair Building, Jenney presicisa su concepto constructivo, reduciendo las fachadas a ligeras pantallas, sostenidas por el entramado metálico interior; conserva siempre, sin embargo, algunas partes completamente de obra, dispuestas a modo de soportes con bases y capiteles clásicos - sin ajustarse, naturalmente aninguna proporción canócica - y, cuando puede, trata también los pilares metálicos como columnas delgadas."


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KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3


págs.1107-1165.“Ambientes Victorianos” 


pág.1128. La América victoriana.


pág.1148 El panorama de Chicago


Pero mientras que Richardson, Root y Sullivan estaban consolidando así la arquitectura tradicional, se imponía un futuro distinto. Una nueva tecnología constructiva estaba revisando imperiosamente las leyes de la construcción y obró así un cambio intrínseco en el diseño de fachadas. En este sentido, el edificio de Marshall Field Store de Sullivan era el final de una línea noble; con el edificio de Second Leiter, de William Le Baron Jenney, su estricto contemporáneo, comenzaba una arquitectura nueva y no del todo imaginable.


El de Jenney también es un bloque herméticamente cerrado. Está compuesto sobre un rectángulo en lugar de sobre una matriz articulada. Y ésta parece ser la principal diferencia, visualmente hablando, entre su fachada y la de Richardson. Pero su celosía constante no es mero diseño. Confirma un sistema estructural que gobierna el edificio entero, en el interior y en el exterior. Aquí tenemos probablemente el primer ejemplo de una auténtica construcción de rascacielos: una estructura de metal resistente al fuego que soporta su propio peso, así como todos los suelos y los muros que regulan la organización funcional del interior. No hay muros de mampostería sustentantes. No hay muros en absoluto en sentido estricto; sólo una cortina compuesta de bandas verticales y horizontales de mampostería, encajada a unos planos de cristal, que impermeabilizan el edificio y hacen resistentes al fuego a las columnas más exteriores y las vigas de la estructura de metal.


Los componentes estructurales eran ahora de acero, no de hierro. Este acero de Bessemer, así llamado por el hombre que inventó el proceso en 1856, sólo se había empleado en tres puentes antes de 1884, cuando Jenney lo introdujo en la arquitectura comercial. Estaba justamente comenzando a producirse en masa, por medio de un sofisticado horno descubierto, y vendido a precios aceptables. En la construcción de rascacielos, los componentes estructurales están unidos con chapas en ángulos, membranas y escudetes. Todas las partes de la cortina exterior no-sustentante, descansan en caparazones de metal fijados a los travesaños de los paños de muro. De esta forma, cada una de las guías eleva no sólo su parte de suelo, sino también una crujía de la cortina exterior hasta la próxima viga por encima de ella. El acero se ha hecho impermeable al fuego mediante piezas de cerámica huecas aislantes, y el propio suelo de cada planta se asienta sobre un entramado de arcos de terracota aplanados. La ventaja del acero era indiscutible. Superaba al hierro en cuestiones de compresión, tensión y calor. Pesaba aproximadamente un tercio de lo que pesaba la mampostería sustentante para el mismo número de pisos, un valor importante en este terreno blando. La construcción de mampostería tenía que ser maciza, especialmente en la planta baja en donde más se deseaba tener el máximo de espacio de ventanas. El grosor del muro inferior debía aumentar en relación directa con la altura del edificio. La práctica era permitir un pie de anchura en la base, y luego se aumentaban 4 pulgadas más por cada planta adicional. Diez pisos eran más o menos el límite para los muros o pilares de mampostería sustentante. La única excepción, el edificio Monadnock de dieciséis pisos, descansa en muros de 2 metros de grosor; es probablemente el edificio más alto que se ha construido jamás, con muros de mampostería sustentante. Una masa tan abultada reducía el espacio útil. Por otra parte, con la auténtica construcción de rascacielos, el edificio podía alcanzar toda la altura que permitiera la tecnología del momento y además dejar libres las fachadas para acristalarlas casi totalmente. Las cajas de cristal de nuestros días —el edificio John Hancock de Boston, en la Plaza Copley y la torre de 110 pisos del World Trade Center de Nueva York— tienen su comienzo en el Chicago de Jenney.


En principio, la construcción de rascacielos no difiere del esqueleto de madera atirantado de Nueva Inglaterra o su derivación, la estructura prefabricada o estructura-globo, cuyo revestimiento está igualmente libre de deberes sustentantes. El propio esqueleto de metal había reunido una breve pero decidida historia que comenzaba con el Crystal Palace. Se podían incluso descubrir casos aislados de estructuras comerciales de varias plantas soportadas enteramente por una estructura de hierro, como los almacenes de un tal Hippolyte Fontaine para el muelle de St.Ouen cerca de París, acabados en 1866. Pero nada de esto explicaba el avance decisivo de Jenney: el dominio de la estructura de acero remachado. Y ningún lugar da testimonio de su triunfo mejor que su propia ciudad: la cruda e impaciente metrópoli de Chicago, la urbe instantánea carente de tradiciones propias establecidas.

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