KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3
págs.1211-1262. “Arquitectura y Estado. Los años de entreguerras”
pág. 1236. La otra cara.
La América de la época del Jazz
Con todo, los suburbios habían existido ya como comunidades-dormitorio, aisladas del alboroto de la vida callejera urbana. La creciente aceptación de la legislación de distribución zonal en los años veinte dividió los esquemas consuetudinarios de uso mixto en los centros de las ciudades, mientras que confirmó el carácter predominantemente residencial de los nuevos suburbios «de automóvil». El comercio se agrupaba en núcleos cerrados. Esta era la adolescencia del centro comercial: el más típico de los ambientes americanos cuyos orígenes se remontan a los bloques de almacenamiento en las ciudades, rápido crecimiento del siglo XIX.
La premisa del centro comercial es simple: es una congregación de tiendas con una zona de aparcamiento en el exterior. Pueden distinguirse dos tipos básicos tempranos: Centros en banda, en los que hay una línea ininterrumpida de entre dieciséis y veinte tiendas; y Patios Comerciales, en los que las tiendas dan la espalda a las calles de acceso para abrirse a una plaza. Con el tiempo, los centros comerciales regionales cubrirán hasta cincuenta acres y llegarán a tener entre treinta y cincuenta tiendas especializadas afianzadas por uno o dos grandes almacenes. Sea cual sea su tamaño, los centros comerciales suburbanos siempre cuentan con un supermercado con auto-servicio, otra invención americana, y con una farmacia.
El estilo de los supermercados es tan variado como el de los propios suburbios. Había una serie de problemas de planificación comunes. Los compradores debían estar aislados de las actividades de reparto. Dicho más simplemente, esto suponía tener escaparates y entradas para clientes en un lado, y entradas de servicio y muelles de carga en la parte trasera. La principal preocupación de diseño era el aparcamiento. Mientras que los aparcamientos limitados podían ser adecuados centros de barrios pequeños, los grandes aparcamientos se hicieron pronto inevitables. Los aparcamientos de dos y tres niveles. Los aparcamientos en el tejado, y otras ingeniosas disposiciones, aparecieron bastante pronto. Por último, el tráfico de peatones tenía que mantenerse alejado de los coches. Los paseos y avenidas cubiertos eran de uso generalizado antes de la II Guerra Mundial. Después, se puso de moda el tipo apiñado para los centros regionales. Una calle anular exterior definía el limite, restringiendose el aparcamiento a la zona periférica del centro comercial que quedaba dentro de este anillo; las áreas del paseo cubierto y de la plaza del núcleo central podían dedicarse entonces enteramente a los peatones.