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Brasilia, la capital federal de Brasil, es una ciudad planificada que se convirtió en símbolo de modernidad, progreso y visión futurista. Concebida desde cero entre 1956 y 1960 bajo el liderazgo del urbanista Lúcio Costa y el arquitecto Oscar Niemeyer, su desarrollo urbano y arquitectónico se ha extendido hasta 2018, consolidándose como un experimento sin precedentes de planificación moderna a gran escala.


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El diseño de Costa adoptó la forma de un avión o cruz, con dos ejes principales: uno residencial y otro administrativo. En torno a estos, se estructuraron ministerios, viviendas, zonas verdes y vías de comunicación. Niemeyer aportó una arquitectura escultural y expresiva en edificios emblemáticos como el Palacio de la Alvorada, el Congreso Nacional, la Catedral de Brasilia y el Palacio de Itamaraty, todos con formas curvas, hormigón armado y una estética cargada de simbolismo y monumentalidad.


Brasilia fue pensada como una ciudad ideal, orientada a la eficiencia y al orden social, y se convirtió en Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1987. Sin embargo, también ha sido objeto de críticas por su separación funcionalista de espacios, lo que ha generado problemas sociales y de movilidad. Aun así, su impacto en el urbanismo y la arquitectura contemporánea es incuestionable.


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COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 209- 229.“De Le Corbusier a las megaestructuras: visiones urbanas, 1930-1965” 


Dos ciudades capitales: Chandigarh y Brasilia Dos ciudades capitales, Chandigarh y Brasilia, encaman la idea de la monumentalidad, pero sus centros monumentales tienen connotaciones nacionales en lugar de locales....


La ciudad de Brasilia ha de verse en el contexto singular  de la arquitectura moderna en Brasil. El movimiento moderno fue adoptado por la generación más joven de arquitectos brasileños, casi de la noche a la mañana, en 1930,el año en que el futuro dictador Getulio Vargas fue elegido presidente. Por encima de todo lo que atraía a los arquitectos brasileños era el lenguaje retórico de  Le Corbusier. Éste con la fuerza de una idea pudiese dar vida instantáneamente a la nueva arquitectura y cargarla de simbolismo  popular. Entre los muchos edificios públicos impresionantes en los que el lenguaje de Le Corbusier fueron adaptados a dos las condiciones brasileñas destaca el Ministerio de Educación y Salud en Río (1936-1945). Proyectado por un equipo que incluía Lúcio Costa (1902-1998), Jorge Moreira (1904-1992), Alfonso Reidy (1909-1964) y Oscar Niemeyer (n. 1907), trabajando en estrecha colaboración con el propio Le Corbusier, el edificio quebraba el trazado universal de manzanas cerradas de la retícula de calles de Río, convirtiéndose así en un object-type situado en el centro de la parcela. En su separación diagramática entre oficinas y funciones colectivas, este edificio era para mucho incluso en Europa, una realización más perfecta de las ideas de Le Corbusier que los propios edificios públicos del arquitecto suizo, condicionados con frecuencia por solares urbanos de formas extrañas. Para Giedion, se trataba de un primer ejemplo de una monumentalidad verdaderamente moderna, con una trascendental influencia en el disco de edificios grandes en todo el mundo


La idea de una nueva capital de Brasil en la meseta central que se había imaginado ya desde el siglo XVI-fue realizada finalmente por el presidente Juscelino Kubitschek de Oliveira en 1956. El concurso para el Plan General fue ganado por Costa y Niemeyer quefue nombrado arquitecto del centro gubernamental. El plan de Costa era simplista y esquemático comprende dos ejes, uno residencial y otro honorífico, este último terminado en uno de sus extremos con las instituciones del gobierno central y en el otro con las del municipio. Los servicios centrales de carácter comercial y cultural se situaban en la intersección de los dos ejes: un punto abstracto en el espacio. Tal vez por esta razón, Brasilia parece una ciudad sin centro. El conjunto gubernamental de Niemeyer se realizó en un estilo brillante y teatral que tiene toda la amenidad pero poco del rigor de su obra anterior, y que queda empequeñecido por la infinitud del paisaje circundante.


Tanto Chandigarh como Brasilia son ciudades de clase media de las que quedan excluidos los trabajadores peor pagados, necesarios para la economía de ambas. En Chandigarh –aunque oficialmente no existen- esos trabajadores tienen permiso para ocupar ilegalmente los intersticios de la ciudad;" en Brasilia han sido desterrados a ciudades satélites no planificadas desde las que van y vienen diariamente al trabajo . Las dos ciudades, pese a sus pretensiones modernas y universalistas, deben mucho a las persistentes tradiciones de sus respectivos países.


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CURTIS W.,  La arquitectura moderna desde 1900.Phaidon. Hong Kong, 2006. 




Págs. 491-511.“Proceso de asimilación. Ame. Latina, Australia, Japón”. 


En los países de la América Latina de los años 1950 donde preocupaba la representación arquitectónica del estado, había una doble presión para simbolizar el progreso exaltar los mitos nacionales. La monumentalidad mexicana que surgió en este periodo tenía que ver con la centralización de las instituciones y con la consolidación de una visión 'abarcadora' de la cultura nacional que se apoyaba en el extenso patrimonio precolombino. Pero Brasil no poseía equivalente alguno de esas ruinas antiguas, y cuando Lúcio Costatrazó el plano para la nueva ciudad de Brasilia y Óscar Niemeyerproyectó las principales instituciones estatales en su Capitolio, ambos elaboraron un lenguaje general de la monumentalidad usando para ello medios principalmente modernos. La ideología latente en el programa suponía lanzarse a un futuro desconocido y a algo parecido a un gesto cósmico para establecer un lugar simbólico en el vasto paisaje virgen del interior brasileño Aunque el proyecto para Brasilia estaba rodeado por la retórica tecnocrática de mediados del siglo XX, también reiteraba ese viejo sueño colonial de expandirse hacia el corazón del país. El plan urbanístico de Costa se asemejaba tanto a un avión con sus alas extendidas formando un suave arco, como a una cruz trazada en el paisaje. El punto focal era la plaza de los Tres Poderes, que contenía el Palacio Presidencial, el Tribunal Supremo y el Congreso con su Secretariado. El bloque escindido de este Secretariado se alzaba entre las principales Cámaras del estado, que se expresaban como dos formas de cuenco, uno boca arriba y otro boca abajo. La hendidura entre los prismas marcaba el eje de la ciudad y lo lanzaba sobre el vasto espacio del continente hacia el infinito. A ambos lados del eje estaban los ministerios, también prismas alargados con fachadas acristaladas, pero esta vez colocados de costado. Completaba este conjunto de figuras abstractas la catedral (1959-1970), con su manojo de vigas curvas que contribuían a crear una figura hiperboloide, pero que también complementaban los espacios totalmente abiertos e impulsaban la vista hacia el cielo.


Brasilia era la concepción de una élite tecnocrática que rodeaba a la figura del presidente Juscelino Kubitschek Oliveira, y pretendía ser un símbolo del compromiso nacional con el desarrollo industrial. A su manera, la ciudad exaltaba el romance del coche y la autopista, en un todo en que Brasil estaba invirtiendo en la industria automovilística y en unas nuevas infraestructuras. Los rascacielos gemelos del Secretariado, con sus volúmenes bajos adyacentes, ampliaban una tipología que ya se había anunciado en la propuesta de Hannes Meyerpara la Sociedad de Naciones (1927), y que adoptaría otra forma más en el proyecto 23-A de Le Corbusier para las Naciones Unidas en Nueva York, de 1947 (figura 505; un proyecto en el que muy bien podría haber influido Niemeyer). Pero las supercuadras o supermanzanas' de viviendas separadas por amplios espacios tenían el aire de especulaciones teóricas vacías basadas en anteriores utopías modernas no construidas, alejadas de las realidades sociales brasileñas del momento. La élite gubernamental iba y venía en avión desde otros escenarios más urbanos, mientras que los pobres se precipitaban en el vacío de un concepto urbanístico diagramático. El conjunto principal de monumentos era tan ambicioso como el Capitolio de Chandigarh, de Le Corbusier, aunque Niemeyer no fue capaz de mantener el mismo grado de intensidad formal tal vez porque no había la misma profundidad de significado. Por ejemplo, el Palacio Presidencial recurría unos recargados arcos invertidos de mármol blanco mientras que curiosamente el conjunto carecía de escala y articulación. Las formas que habían mostrado tanta vitalidad en la década de 1940 estaban empezando a dar señales de fatiga...


... Págs. 514... Entre 1945 y 1965, la difusión del Movimiento Moderno por todo el mundo significó, su conversión, gradualmente en la regla del orden establecido, en vez de ser un producto marginal de vanguadia. Aunque con frecuencia fue elegido para expresar ideales "progresistas" (por ejemplo las Naciones Unidas o Brasilia), tuvo que abandonar algunas de las tradiciones funcionales retóricas de la arquitectura, tales como la encarnación del estado o la conservación de las instituciones. La monumentalidad es una cualidad de la arquitectura que no tiene que ver con el tamaño, sino con la intensidad de la expresión. En cualquier caso, el problema consistía en dotar a los edificios públicos del grado adecuado de presencia y accesibilidad, es decir, establecer los términos de una monumentalidad democrática.


Le Corbusier, Mies Van der Rohe y Aalto, en sus obras de finales de 1940, y principios de 1950, dieron indicaciones sobre el modo en que se podía hacer (por ejemplo Chandigarh, Saint-Dié, Crown Hall o Saynatsalo). Las condidiones sociales externas y la evolución interna de la arquitectura moderna no iban desfasadas cuando se trataba de cuestiones de representación cívica y expresión monumental.


Aún quedaba el problema, legado por el siglo XIX, de que no existía un lenguaje claro para distinguir una función cívica de otra, ni las funciones menores dentro de una jerarquía. El aumento en en número de edificios alentado por la industrialización contribuía, con confusiones sobre "el estilo", a crear un balbuciente orden urbano que ya no plasmaba de modo legible las relaciones de la sociedad en el paisaje urbano. Las ciudades ideales del movimiento moderno inicial conllevan indudablemente su propia versión de la claridad, pero solían concentrarse en la vida y en el trabajo, dejando la expresión monumental para los rascacielos y las autopistas; en la Ville Contemporaine, la administración y la circulación, habían sido los elementos tratados de un modo más potente. Los proyectos de Brasilia revelaban un intento de usar el rascacielos como principal elemento simbólico en un conjunto monumental estatal, pero como parte de un vasto panorama de objetos casi surrealistas colocados en una escala prácticamente continental.


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.252-265.“El Estilo Internacional: tema y variaciones, 1925-1965”


Brasilia, planeada por Costa a mediados de la década de 1950, llevó el progresivo desarrollo de la arquitectura brasileña a un punto de crisis. Esta crisis, que finalmente acabaría por provocar una reacción global contra los preceptos del movimiento moderno, invadió todo el proyecto, no solo a nivel del edificio individual, sino también a la escala del propio plano. El cisma conceptual que ya se había producido en Chandigarh en 1951, entre la monumentalidad aislada del centro gubernamental tal como fue diseñado por Le Corbusier y el resto de la ciudad, se repetiría en Brasilia, donde el plan general era algo menos sistemático en cuanto a su concepción básica. En tanto que Chandigarh, en último término, al menos aportó una balanza ficticia a la antigua lógica de la retícula colonial, Brasilia a pesar de su pautado octogonal de supercuadras, se basó fundamentalmente en una forma de cruz. Parecería como si los principios místicos del humanismo europeo, tal como fueron reinterpretados a través de la obra posterior de Le Corbusier, determinasen la estructura de Brasilia con desdichadas consecuencias, al menos desde el punto de vista de la accesibilidad. Además, poco después de su fundación, Brasilia apareció como dos ciudades: la ciudad monumental del gobierno y de los grandes negocios, a la que los burócratas se desplazaban desde Río por vía aérea, y la “ciudad de barracas” o favela, cuyos habitantes servían a la “irradiación” de la ciudad alta. Incluso dentro de sus propios confines, Brasilia, como la Ville Radieuse de Le Corbusier en 1933, era una ciudad dividida, distribuida en secciones separadas de acuerdo con su estructura de clases. Sin embargo, a parte de la manifiesta desigualdad social alentada por semejante distribución, Brasilia producía también unos resultados formalistas y represivos al nivel de su propia representación. En este aspecto, cabe alegar que la urbanización de Le Corbusier en Chandigarh se anticipó a un punto crítico en la carrera del propio Niemeyer, ya que, evidentemente, la obra de Niemeyer se hizo cada vez más simplista y monumental tras la publicación de los primeros esbozos para Chandigarh.


Aunque Niemeyer no podía volver a la delicadeza formal de su Casino Pampulha, su dominio de la forma libre, derivado en parte de su continua asociación con Burle Marx, aumentó en su autoridad lírica desde la época de su restaurante Pampulha de 1942 hasta la extraordinaria casa “orgánica” que construyó para sí en 1953-54 en Gavea, dominando Rio. En este punto, sin embargo, Niemeyer rompió con la funcionalidad informal sobre la cual se había basado sus fluidas formas planas para concentrarse en la creación de la forma pura, es decir, para acercarse más a la tradición neoclásica. Cabe fechar esta ruptura junto con su proyecto en 1955 para un Museo de arte moderno en Caracas, donde propuso el uso impresionante de una pirámide invertida que debía situarse al borde o no, esta utilización de la pirámide parece haber señalado un retorno a los absolutos clásicos, y lo mismo cabe decir acerca de su labor en Brasilia, que junto con la retícula de Costa evocó el aura del genre terrible, la aserción de una forma implacable contra la naturaleza despiadada; ya que más allá del orden del capitolio de Brasilia, bordeado por un lago artificial, había la extensión infinita de la selva. En una paráfrasis directa de Chandigarh, la plaza de los tres poderes, en el extremo del eje norte/sur, estaba destinada a acomodar los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en un paralelo de contenido, si no de forma, con la secretaría, el tribunal supremo y el edificio del congreso en Chandigarh. En ambos casos, el Capitolio estaba ubicado exactamente en la posición conceptual de “cabeza” que había sido situada para fines administrativos en el proyecto inicial de la Ville Radiesuse. En Brasilia, la “cabeza” representada por los dos bloques gemelos de la secretaría de Niemeyer, actuaba como un “punto de mira” para un eje que dividía la cúpula convexa del senado y el cuenco cóncavo de la cámara de representantes.


En contraste con el brise-soleil ajustable, juiciosamente aplicado, unos veinte años antes a la fachada norte del ministerio de educación, en Brasilia los paneles quedaban sin protección contra el sol, aunque los revestían cristales absorbentes del calor. Esta indiferencia respecto al clima surgió, al parecer, de un deseo de representar las instituciones del gobierno mediante formas platónicas cuya pureza pudiera ofrecer un acusado contraste con los paneles vidriados y repetitivos que encerraban los ministerios.


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MONTANER, J,M., La Modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX.


Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1997.


págs.59-88. “ El racionalismo como método de proyectación: progreso y crisis” 


Este proceso empezó a gestarse en el pensamiento romántico y en distintos momentos de contrapunto al predominio exclusivo de la razón. Y ha sido especialmente a partir de los años cuarenta cuando se ha puesto en evidencia una desilusión radical acerca de una confianza, otrora desmedida, en la razón. Dicha confianza se había expresado, por ejemplo, en la idea de ciudad ideal, en el deseo de una ciudad perfecta, homogénea, pretendidamente justa y evidentemente cerrada y sin memoria que florece desde el renacimiento hasta el urbanismo del movimiento moderno pasando por el momento culminante del socialismo utópico. A lo largo del siglo XX, la posibilidad de la utopía va siendo sustituida por la referencia a la distopía, la utopía negativa. Paradójicamente, sin embargo, las ciudades modernas de nueva planta se crearon en los años sesenta: Brasilia, Chandigarh y Dacca.


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MONTANER J.M.  Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Edit. Gustavo Gili. Barcelona 2008. 


Págs.26-63. “Sistemas racionales”.


El plan piloto de ordenación de Brasilia (1956-1960) fue proyectado por Lucio Costa (1902-1998) como resultado del concurso que ganó en 1957. Brasilia cons­tituye una de las mejores muestras de la capacidad humana para construir en muy pocos años una gran capital totalmente nueva y arranca de la concepción por partes de la ciudad racionalista, aunque podemos encontrar diferentes herencias que confluyen en el proyecto definitivo.


Su eje monumental este-oeste se remite a la forma axial, simétrica y clásica, y aporta un remarcado sentido simbólico que culmina con la pieza escultórica del Congreso y sus dos torres. Todo ello se contrapone a la forma levemente curvada del eje residencial norte-sur. Este primer gesto de fundar el cardo y decumano de una especie de ciudad clásica, que se amolda a la forma del terri­torio, se complementa con la idea de ciudad lineal implementada por la amplia infraestructura viaria para el transporte individual que, siguiendo en eje verde, discurre de norte a sur por la topografía. Sobre este eje de ciudad lineal norte- sur se desarrollan las áreas residenciales, conjugando la idea de unidad vecinal y de ciudad-jardín con la de arquitectura moderna.


 Además de la ciudad clásica y la lineal, se recurre al espacio máquina, repeti­tivo y genérico, igual a sí mismo, que enfatiza el "campus" axial del eje monu­mental que culmina en el conjunto del Congreso proyectado por Oscar Niemeyer (1907). Por otro lado, la organización en unidades vecinales a ambos lados del eje monumental y a lo largo del eje norte-sur, aporta una buena síntesis proyectual entre la escala monumental y la doméstica, aunque ambas no mantengan ninguna relación visual ni peatonal. Aflora el sustrato del racionalismo francés expresado en la Ville Radieuse de Le Corbusier, con la drástica separación de funciones propugnada por la Carta de Atenas. Se expresa la ciudad repetitiva y anónima, atravesada por amplias autopistas, tal como era la Ciudad Vertical de Ludwig Hilberseimer, que aquí queda impecablemente plasmada en las dos hileras simétricas y repetitivas de los ministerios, todos iguales, a ambos lados del eje monumental.


 Queda algo también del urbanismo organicista de la ciudad-jardín, que arranca del empirismo inglés y que culmina en propuestas como la Broadacre City de Frank Lloyd Wright, tan admirado por los arquitectos brasileños, y que se expresa en esta ciudad verde, tan frondosa y bien situada en el paisaje.


El plan piloto no puede entenderse sólo por sí mismo, ya que mantiene una estrecha relación con el contexto: la fértil llanura en la que se sitúa y que define una gran área verde, y la forma de los dedos alargados del lago que se creó mediante una represa en el este y en el que confluye el agua de cuatro ríos.


 Sin embargo, se trata de un caso extremo de ciudad basada en la exclusión del peatón y en la segregación social. Brasilia es una ciudad para circular exclusi­vamente en automóvil, casi sin semáforos y con escasos pasos de peatones bajo las vías rápidas. No puede interpretarse sin entender su situación en el entorno y su periferia basada en la exclusión de las clases trabajadoras y los marginados en una serie de ciudades satélite (como Taguatinga, creada en 1959, o Ceilandia, iniciada en 1966), que doblan en población a los residentes en el plan piloto y que se sitúan más allá y alrededor del anillo de protección del valle.


 Las unidades vecinales se repiten con muy pocas variaciones y siguen una normativa muy estricta: cada manzana está formada por unos diez bloques alar­gados orientados en dos direcciones, paralelos y perpendiculares entre ellos, protegida por unas bandas arboladas de 20 m de anchura. Cada bloque tiene seis plantas de altura y dispone de unas preciosas plantas bajas libres sobre pilotis y de suelos cerámicos brillantes, rodeados de jardines y algunos equipa­mientos: una guardería, un parque infantil, un kiosco y una parada de taxis. A esto se le denomina supercuadra y alberga a unos 3.000 habitantes; cuatro super- cuadras conforman una unidad vecinal de unos 12.000 habitantes y comparten un eje comercial y un eje de campos de deporte, además de una intercuadra formada por una iglesia, una escuela, un cine y un centro comunitario. Cada unidad vecinal es esencialmente peatonal, ya que las calles transversales del eje norte-sur no son continuas, desalentando el paso de tráfico rodado a través de ellas y potenciando que sólo circulen los habitantes de la unidad vecinal.


Por lo que respecta a la parte monumental de Brasilia, Niemeyer demuestra que es un experto en proyectar edificios representativos y sistemas de campus. Sus conjuntos urbanos, como los pabellones del parque de Ibirapuera en Sao Paulo (1953) o el proyecto para la Exposición Internacional en Trípoli, Líbano (1962), consisten en sistemas de objetos abstractos de formas libres, sensuales y curvilíneas que sintonizan con las morfologías orgánicas de los jardines y pinturas de Roberto Burle Marx, aunque a veces sean conjuntos demasiado ensimismados, situados sobre unas plataformas frías y sin los atributos de la exuberante naturaleza, que los harían más amables.


El centro monumental de Brasilia no adopta la forma estricta de campus, sino que tiene una estructura direccional y axial que culmina con el congreso nacional, con sus dos torres simétricas y con las dos partes de esfera —la del senado y la de la cámara de diputados— colocadas de manera contrapuesta. Aunque el centro de gobierno de Brasilia tampoco se ve desde las unidades vecinales, a diferencia del de Chandigarh, situado totalmente al margen, el de Brasilia está presente en el eje central de la ciudad, sobre una gran plataforma orientada hacia el lago. También son dos ciudades distintas en la medida en que Brasilia está casi terminada y es intocable, al estar protegida como patrimonio modélico de la arquitectura moderna, y Chandigarh es una ciudad que sigue creciendo y transformándose.


Niemeyer fue muy hábil en el proyecto del conjunto del Congreso: supo definir una forma escultórica que se convirtió en la imagen del Brasil moderno. A su primera idea de gran edificio, con dos torres y dos grandes salas de reunión en cada extremo, le introdujo el cambio de rebajar la cota, de manera que la cubierta coincidiera con el nivel de la explanada, destacando las torres gemelas y surgiendo dos semiesferas en posiciones distintas. De esta manera, el Congreso está estudiado desde la visión lejana y monumental, como gran figura en el fondo urbano y paisajístico y, a la vez, como precioso edificio, liviano y lleno de transparencias a la escala humana de quien accede a él. Es una obra maestra por sus auténticos espacios modernos y cinemáticos: sus vestíbulos, foyersy salas, hechos de transparencias y reflejos, pensados desde la escala de los visitantes que, a través de grandes paños de vidrio, atraviesan recintos, debajo de lucernarios, sobre suelos relucientes, junto a patios recu­biertos de cerámica policroma y vegetación, llenos de naturaleza, luz y energía.


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MONTANER J.M. MUXI Z.,  Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 27-78.“Historias”


n las últimas décadas han seguido existiendo sobre todo en Latinoamérica y, especialmente en Brasil, arquitectos con una fuerte dimensión política. En Brasil se optó por conseguir la identidad nacional con la arquitectura, las formas, las infraestructuras y los materiales del movimiento moderno. Un fuerte mecenazgo del arte y la arquitectura implicó al poder y a la burguesía industrial y metropolitana en la apuesta por el arte y la arquitectura moderna. Gustavo Capanema, Juscelino Kubitschek (como alcalde, gobernador y presidente) e incluso el dictador Getulio Vargas, promovieron la arquitectura moderna. Una promoción que rompió en 1964 con una nueva y dura dictadura militar y con el exilio temporal de Oscar Niemeyeren Paris. De todas formas, el soporte incondicional de Juscelino Kubitschek a la arquitectura de Oscar Niemeyer ya le había convertido en el arquitecto oficial del Brasil contemporáneo, expresando esta fuerte relación entre política y urbanismo. La nueva ciudad de Brasilia es el gran emblema de esta unión entre proyecto nacional brasileño y urbanismo moderno. Y Lucio Costa, el ganador del concurso del trazado urbano del plan piloto, fue el complemento necesario al exultante Niemeyer.Costa que estudió en la Academia de Bellas Artes, de orientación Beaux Arts, con su elaborada construcción teórica y con la creación del Instituto do Patrimonio Histórico e Artístico Nacional (IPHAN), consiguió conciliar la estricta modernidad internacional con el respeto y valoración de la tradición del arte y la arquitectura brasileños.


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PEEL L. POWELL P. GARRET A.,  Introducción a la Arquitectura del siglo XX. CEAC. Barcelona, 1990.


Págs.74-79.“Construir para las masas. 1945-1970”.






De manera parecida, la demanda de coches con motor significaba que las ciudades se iban a ver interceptadas por autopistas que se abrían paso por zonas históricas, muchas veces sin preocuparse de los edificios existentes. La importancia del coche, cuya propiedad se empezaba a ver como una necesidad y no un lujo, en las décadas de los años cincuenta y sesenta se llevó a extremos en la planificación de ciudades nuevas, como en la capital federal modelo de Brasil (Brasilia, diseñada por Lucio Costa y Oscar Niemeyer de 1956 hasta hoy) y Cumbernauld, cerca de Glasgow, en Escocia. Ambas ciudades se planificaron desde el principio en función de las necesidades del coche. En Brasilia por ejemplo, se espera que todo el mundo conduzca y no camine. En general en los años cincuenta y sesenta, las ciudades se iban pareciendo cada vez de manera más notoria a algunas de las visiones totalitarias de Le Corbusier, de planificación de casas altas como los que aparecían en los estudios de la Ville Radieuse en 1930. La idea de separar la vida familiar del trabajo, el urbanismo y de llevar las viviendas fuera del centro de la ciudad, junto con la explosión de población de la posguerra, dieron como resultado la creación de muchos planes arquitectónicos que incluía una nueva concepción para la construcción de ciudades modernas e idealización de “proyectos”.


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BENEVOLO, L Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs. 733-770. .,”La difusión mundial"


BRASIL


En 1955, el gobernador del estado de Minas Gerais. J. Kubitschek que, junto a Capanema, Valadares y Vital, ha sido, hasta ahora, uno de los protectores del movimiento moderno, es elegido presidente y da nuevo impulso a la planificación urbanística, haciendo posible que los arquitectos brasileños extraigan, en el nuevo nivel, las consecuencias de los experimentos realizados hasta ahora. Empieza, entonces. la realización de algunas grandes obras previstas en el plan de Río (elaborado entre 1938 y 1948 por una comisión presidida por J. de Olivera Reis); para montar ciertas instalaciones en terrenos vacíos, a espaldas de la ciudad existente, se construyen a todo lo largo de la costa, grandes zonas de relleno, sobreponiendo al paisaje natural un paisaje proyectado, adoptando a escala geográfica idénticos rasgos curvilíneos, amplios y firmes, que los hasta ahora empleados para definir los perfiles de los edificios. 


Pero la gran empresa de Kubitschek, en la que se han empleado las mejores energías de la nación, es la construcción de Brasilia. la nueva capital que está surgiendo en el territorio desierto del interior. Esta empresa está ligada a un vasto programa por el que se pretende trasladar desde la costa hasta el interior una parte de la población y de las actividades económicas. El traslado de la sede política se considera indispensable para encarrilar el proceso y la nueva ciudad desempeña, desde el primer momento, la función de  representar físicamente este programa.


Kubitschek nombra, primero, una comisión encargada de elegir el lugar, la empresa norteamericana D. J. Belcher & Ass., juntamente con funcionarios locales y expertos de la Cornell University, queda encargada de la búsqueda y propone cinco localidades posibles, entre las cuales se elige la definitiva en un altiplano suavemente ondulado, en el estado de Goiás.


Después se funda un ente ejecutivo (No- vacap), parecido a las development


corporations inglesas, al que se encarga de adquirir el terreno, urbanizar y construir los edificios públicos. Se nombra a Niemeyer director del departamento de arquitectura y urbanística y se le encarga inmediatamente la construcción de los dos primeros edificios (la residencia del gobernador y un hotel para los huéspedes oficiales).


Para el plan urbanístico. Niemeyer sugiere un concurso de ideas, que se convoca en septiembre de 1956 y se cierra seis meses más tarde. A los concursantes se les facilita abundantísimo material de consulta, pero sólo se les pide dos trabajos: un plano a escala 1:25.000 y una memoria.


El tribunal del concurso está formado por representantes de las organizaciones profesionales de los arquitectos e ingenieros brasileños (P. R. Ribeiro y H. Barbosa), representantes del departamento de arquitectura y urbanística (Niemeyer) y por tres expertos extranjeros (A. Sive, W. Holford y S. Papadaki). Tal como Holford comenta en un artículo, en Architectural Review, el juicio es bastante contrastado, porque algunos de los proyectos presentados pretenden resolver todos los aspectos técnicos, económicos productivos del problema, a base de muchos estudios analíticos, mientras que otros se limitan a dibujar la forma de la ciudad, explicándole con razonamientos de índole general Entre los primeros, el más enjundioso es el proyecto de Marcelo y Mauricio Milton Roberto, que prevé la futura ciudad articulada en siete unidades de ocupación de forma hexagonal ampliables posteriormente a 14, y fija, desde el principio, el equilibrio económico a que debe obedecer la futura ciudad. 


Entre los segundos destaca el proyecto de L. Costa, presentado en cinco láminas que incluyen el texto de la memoria y los esquemas ilustrativos, dibujados a mano alzada Costa describe así la instalación del nuevo organismo:


“Ha nacido el gesto inicial con que cualquiera localiza un lugar y toma posesión de él: dos ejes que se cruzan en ángulo recto, formando el signo de la cruz. Este signo se ha adaptado después a la topografía, a la inclinación natural del terreno y a la mejor orientación; los extremos de unos de los ejes se han cruvado, formando un signo que puede inscribirse en el triángulo equilátero que limita a la zona a urbanizar.”


El eje Norte-Sur está tratado como una moderna autopista y conduce el tráfico exterior es decir, la corriente de intercambios con los territorios circundantes, en función de los cuales nace Brasília al corazón de la ciudad: a lo largo de este eje se disponen todas las zonas residenciales, mientras que en los cruces del eje con las vías de penetración, oportunamente equipados con plataformas a varios niveles, se instalan los centros de recreo.


El eje Este Oeste, en cambio, une las áreas rectoras y forma la directriz monumental del nuevo centro político: los edificios principales el palacio del gobierno, del tribunal supremo y del congreso quedan reunidos alrededor de una plaza triangular, la plaza de los tres poderes en tanto que la catedral se levanta en un lugar apartado, para valorar su calidad monumental.


 Las zonas residenciales se articulan en superbloques más amplios, que deberánproyectarse de forma unitaria. Costa escribe:


“El superbloque no podrá subdividirse, ni los terrenos podrán venderse por parcelas, sino por medio de las cuotas de participación. El precio de estas cuotas dependerá de los vínculos y de la posición. Este sistema debería eliminar los obstáculos a la planificación original o a cualquier futura replanificación o modificación interna del bloque. Es preferible que se haga el proyecto unitario antes de sacar las cuotas a la venta, pero nada impide que los propietarios de un cierto número de cuotas sometan un proceso nuevo a la aprobación del organismo planificador.”


El espacio de la inmensa ciudad, concluye Costa, será supervisado y unificado por medio de dos instrumentos principales: “por un lado, la técnica moderna de las autopistas, y por otro, la técnica paisajística de los jardines y de los parques”.


 Como es sabido, el proyecto elegido por el jurado es el de Costa, pese a la opinión contraria de Riberio, sea cual fuere of juicio sobre su valor absoluto, es ciertamente el que está más en la línea seguida hasta aquí por el movimiento brasileño, plasmando sus virtudes y defectos a escala urbanística y de ahí que sea el más adecuado para servir de marco a las arquitecturas que han de surgir en la nueva ciudad.


 Como en las últimas obras de Niemeyer, el organismo se basa en una imagen voluntariamente simple y elemental simplemente un gesto, como dice Costa, o sea, el signo de la cruz formado por dos ejes. Pero, ya que el eje menor tiene un acentuado carácter celebrativo, el proyectista ha preferido mantener la simetría de los dos brazos al eje mayor, dando a todo el organismo una simetría bilateral que le confiere un vago sabor zoomórfico, querido probablemente por razones simbólicas. 


Ésta es la principal debilidad del plano de Costa, porque introduce en la estructura misma de la ciudad un factor intrínseco, una metáfora que molesta su concreción.


El defecto es aún más evidente en el estado actual de las obras; mientras que, de hecho, la ciudad diseñada por Costa ha tomado forma sobre el terreno, muchas iniciativas de edificación han ido apareciendo por otro lado y ocupan, casi por entero, las orillas del lago artificial. Así, la figura simétrica pretendida por el proyectista no corresponde ya a la totalidad del organismo urbano, sino sólo a un núcleo, en cuyo derredor se extiende una periferia, como sucede con los centros antiguos definidos por una forma cerrada.


 En cambio es magistral el modo como la imagen original toma forma arquitectónica en cada parte singular, sin perder frescura ni sencillez. El superbloque es el medio que permite dar amplitud y apertura a las mallas de la estructura urbana, de la misma forma como las tenues particiones de los brise soleil o de las cristaleras de Niemeyer mantienen ligera la estructura de sus edificios. Así, el organismo de Brasilia, pese a su medio millón de habitantes, conserva un aspecto elemental, inmediatamente inteligible, que permite la percepción, desde cualquier punto del vasto conjunto, de la energía y el carácter del esquema general. Lo que sorprende es precisamente la nueva relación entre la invención formal y el espacio en que se aplica. Holford lo refiere también en términos financieros:


“Después del concurso uno de los comentarios de los periódicos señalaba que Costa había gastado 25 cruzeiros para ganar un millón (a tal cantidad subía el primer premio). Pero gracias a este gasto apenas una décima parte de lo que cuesta actualmente un buen cuadro impresionista francés el gobierno brasileño ha hecho una de las mejores inversiones del siglo en materia de planificación urbana”


Cuando proyecta los edificios de Brasilia. Niemeyer sigue los mismos criterios. Cada uno de ellos nace de un esbozo formal simplicísimo, incluso elemental el motivo de los paneles alabeados de mármol para el palacio presidencial, de la pared abarquillada para la capilla anexa, de la cúpula derecha para el senado e invertida para la cámara de los diputados, de la corona de pilastras acanaladas para la catedral desarrollado con extremada parquedad de precisiones constructivas.


 A menudo estos motivos no tienen ninguna relación con la estructura portante, por ejemplo, los paneles que rodean al palacio presidencial se han obtenido por medio de un revestimiento de placas de mármol, previamente labradas, y aparecen como una colosal decoración superpuesta al conjunto, de otra forma deplorable. Pero precisamente a través de la escala, dicha decoración deja de pertenecer exclusivamente al edificio y compromete al espacio circundante, imponiendo la presencia del propio edificio a una distancia mayor de lo necesario para poder distinguir ópticamente su verdadera textura, ligada necesariamente a la escala humana.


Con este mismo objeto Niemeyer fuerza los efectos que puede conseguir con los elementos constructivos comunes, hasta el punto de deformar su significado, presentando los aislados del contexto habitual. como si se tratara de enormes objets trouvés. Sus arquitecturas adquieren, así, una entonación surrealista, que ha sido observada ya otras veces, y algunos detalles por ejemplo, los elementos de mármol pulidos y tocados como si fueran huesos de animales presentan una innegable semejanza con meras imágenes de los pintores surrealistas, desde Dalí a sus contemporáneos brasileños zamo O de Andreade Filho y A.Bulecao


Como Haussmann en su época, también Costa y Niemeyer tratan de crear un nuevo paisaje urbano, experimentando a una nueva escala las fórmulas de composición ya descubiertas. También la polémica sobre Brasilia recuerda a la que tenía lugar un siglo antes sobre París: lo primero que se discute es la naturaleza de los instrumentos adoptados, indudablemente artificiosos y se está a la expectativa sobre los resultados obtenidos de la aplicación de estos instrumentos en circunstancias, de hecho, nuevas, anticipándose en muchos aspectos a los problemas de la planificación de las ciudades del mañana.


La polémica sobre las directrices ya se ha resuelto, la observación de los resultados está, ahora ya, falseada por el violento cambio de dirección política la caída de la democracia burguesa y el inicio de la dictadura militar, en 1964 que ha dispersado, junto a los clientes de entonces, al grupo de arquitectos modernos (Niemeyer se ha ido a trabajar a Europa) y ha impedido que se desarrollen con continuidad los proyectos iniciados.


 Así, el ciclo de la arquitectura brasileña, que hasta los años 60 se había considerado como la experiencia de vanguardia para el mundo latinoamericano en vías de desarrollo, puede arrinconarse hoy, como un capítulo cerrado, resultado interrumpido de una situación política y social superada en todo el continente por los últimos acontecimientos. Dictaduras y revoluciones se enfrentan en un choque, progresivamente más estrecho, donde hay que volver a encontrar todavía no se sabe como el lugar de la arquitectura.


 


 


 


 



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