Inprimatu

Ayuntamiento de Zarauz

  • 1797 - 1805
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  • ARZADÚN, José Antonio
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  • Zarauz (Gipuzkoa)
imagenes/7310_1_36020814.jpg imagenes/7311_1_36020815.jpg obras/37005_25_36020814.jpg obras/37005_26_36020815.jpg obras/37005_27_36020816.jpg obras/37005_8_33021144.jpg

CENICACELAYA, Javier.,RUIZ DE AEL, Mariano J., AZPIRI ALBÍSTEGUI, Ana., Ayuntamientos en Gipuzkoa / Udaletxeak Gipuzkoan. Eusko Ikaskuntza. Bilbao, 2014.


La villa de Zarautz se ha visto obligada a lo largo de su historia a tener una relación difícil con sus casas consistoriales. Los incendios y las guerras las fueron derribando una a una, hasta darse la paradoja de que la actual sede, desde 1938, sea un palacio barroco reutilizado tras la destrucción del ayuntamiento anterior en la guerra civil de 1936. Desde el siglo XVI hasta eL siglo XVIII no hubo manera de conservar la sede en un mismo sitio. Por fin, en 1797 se dio el paso para que se le encargara a J. A. de Arzadun el edificio definitivo. Se terminó en 1805.


Era una construcción neoclásica muy interesante, con un pórtico tetrástilo jónico coronado por un frontón. Un orden colosal combinado con cinco grandes huecos rectangulares y una fachada de considerable recorrido. Para la actual Musika Plaza, que en las postales de principios del siglo XX se llama Plaza del Ayuntamiento, significó un cierre monumental. Configuró el espacio urbano en el que se dispuso el kiosco de la música, es decir, un nuevo núcleo de centralidad. Lugar que también cualificó, adjetivó, como centro cívico y de relación social.


 Las viejas postales de Zarautz fotografiaron este edificio y su plaza con mucha insistencia. Era un neoclásico esbelto y elegante. Una arquitectura culta que sin duda gustó a Pascual Madoz y a los que tras él llegaron a la villa para instalar sus residencias de veraneo. Generó una solución netamente ilustrada resolviendo con sensatez su programa. Su destrucción en la guerra de 1936 fue todo un trauma. Tanto que no se construyó otro nuevo. Se trasladó a la Casa Portu, un palacio barroco de cronología difusa pero en el entorno del siglo XVII.


 La elección fue muy apropiada, porque se trata de una obra que en su volumen se asemeja a otros ayuntamientos a pesar de no serlo. Una caja, con aspecto más o menos cúbico, pero muy compacto, rematada por una cornisa de fuerte desarrollo. La fachada principal es lo que ha guardado una mayor fidelidad con el original, pero en las laterales se han abierto huecos de forma un tanto desorganizada en el aparejo de mampostería. De tal manera que entre la fachada central y las dos laterales el contraste es radical. En la principal hay un aparejo de sillería digno de la mejor construcción civil y una composición simétrica y escrupulosamente ordenada. En las laterales, dos callejones, aparejo de mampostería y huecos abiertos sin atender en absoluto a la posibilidad de dar a esas fachadas un sentido unitario. Las intervenciones posteriores para adaptar el palacio al uso administrativo, una vez más, le han hecho mucho daño. Y el encargado de la reforma de 1938 fue Estanislao Segurola, arquitecto municipal de Bilbao y profesional de mucho prestigio.


Resulta sorprendente averiguar que esta Casa Portu ya era propiedad municipal desde mucho antes de convertirse en sede del ayuntamiento. Se utilizó tanto como escuela como para instalar el secadero de redes. Finalmente la necesidad fue la que la puso en su sitio y le dio el significado representativo e institucional que merecía su calidad arquitectónica. Porque se trata de un palacio urbano de composición excelente. No encontraremos en muchos consistorios fachadas tan ricas y tan refinadas. Falta la arquería de la planta baja y la jerarquía de los pisos no es tan clara como en otros casos. El balcón de autoridades es el central, pero se distingue poco de sus otros compañeros: sólo un desarrollo mayor de la rejería y su alineación con la entrada. En cuanto a ésta, la puerta principal llama la atención como elemento arquitectónico.


 Su organización con dos pilastras que sujetan el dintel sobre el que se dispone el balcón principal, dejando un trozo de lienzo de muro para un bajorrelieve con un medallón y un “I.H.S.”,  hacen que la portada se prolongue hasta el primer piso. El hueco central y su rejería se funden en ella. La composición de la fachada es de un barroco canónico, pero muy comedido, teniendo en cuenta que se trata de un palacio. Se busca el aspecto cuadrangular o cúbico, y se enfatiza la idea en la fachada enmarcándola. En los laterales, el muro topa con dos pilastras de orden colosal dispuestas en esquina. Estos dos elementos arquitectónicos nos dicen que van a dominar las verticales. En congruencia con esto, los tramos de ventanas se disponen verticalmente y no se señalan líneas de imposta horizontales de amplio desarrollo. La horizontal dominante, necesaria y de cierre, la pone la cornisa, que se sostiene en apariencia sobre un remate mensulado que la levanta realzándola. El programa de residencia privada con sus necesidades de habitaciones y huecos para ellas, no se parecía al programa consistorial y sus peculiares necesidades utilitarias y espaciales. De ahí que el interior tuviera que ser completamente reformado mientras que la fachada encajara en la idea de lo que podía ser un ayuntamiento.


El tratamiento de los huecos merece mención especial. Por un lado se recercan los vanos con molduras y orejeRas. Por otro se dispone un coronamiento que versiona discretamente la idea del frontón. Para terminar, el trabajo de hierro de los balcones hace una grafía delicada sobre el potente aparejo de sillería de la fachada, en la que predomina claramente lo murario sobre los vacíos. De manera que la mala suerte de Zarautz con sus ayuntamientos ha dado ocasión al lucimiento y recuperación de este elegante edificio civil que había caído en la desidia de llegar a ser hasta un secadero de redes.


 


 


 


 


 

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