Págs. 226-233. “Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960” en Esta ruptura con la dogmática estética del purismo (ya anticipada en la pintura de Le Corbusier en 1926) coincide con el punto conceptual de su carrera en la que comenzó a abandonar su fe en las obras inevitablemente benefactoras de una civilización de época maquinista. En adelante, desilusionado por la realidad industrial y cada vez más sometido a la influencia “brutalista” del pintor Fernand Léger, su estilo empezó a moverse en dos direcciones opuestas al mismo tiempo. Por una parte volvió, al menos en su obra doméstica al lenguaje de lo vernáculo, y por otra como en un proyecto para la Cité Mondiale de Paul Otlet en 1929, abrazó una monumentalidad de grandeza clásica, por no decir Beaux Arts.