El movimiento de reforma de las artes siguió prácticamente la misma trayectoria en Rusia que en Europa occidental. La revitalización de las artes y los oficios vernáculos – inspirada como en otros sitios , por William Morris – se inició en dos centros: la finca del magnate ferroviario Savva Mamontov cerca de Moscú (en la década de 1870) y la finca de la princesa Tenisheva en Smolensko. Ambos personajes estaban estrechamente relacionados con el movimiento paneslavo. Pero en 1906, este mismo movimiento sufrió una transformación con la fundación de la Proletkult (organización para la cultura proletaria) por Alexander Malinovski, autodenominado Bodganov (el agraciado de Dios). Bodganov había abandonado a los socialdemócratas para unirse a los bolcheviques en 1903, y su nueva organización inició la transición del concepto de pueblo proletario, y del artesonado a la ciencia y la tecnología. Según Bogdanov, el avance del proletariado hacia el socialismo tendría lugar simultáneamente en los ámbitos político, económico y cultural. En realidad, estas ideas estaban más próximas a las de Saint-Simon que a las de Marx, especialmente en lo relativo a su llamamiento a favor de la nueva “religión” del positivismo.
Una pauta común a Rusia y Occidente puede encontrarse no sólo en que el énfasis pasó de la artesanía al trabajo mecanizado, sino también en le reaparición de las bellas artes como el más importante campo de investigación, vinculado al concepto Gestalt. La única diferencia sustancial era que en Rusia los movimientos a favor del arte industrial y de las bellas artes surgieron simultáneamente y quedaron atrapados en una destructiva batalla ideológica, mientras que en Occidente, aunque se solaparon, tuvieron lugar consecutivamente.
La diversidad de movimientos artísticos que caracterizó las vanguardias prerrevolucionarias en Rusia, en especial las derivadas del cubismo y el futurismo, perduró en el período posrevolucionario, obsequiando así a los historiadores con un apabullante despliegue de acrónimos. El apoyo a la revolución procedía de todas las facciones artísticas, incluidas las más conservadoras, y cada una de ellas se identificaba con sus intenciones. Para los artistas y arquitectos vanguardistas que se unieron a la revolución, las fantasías utópicas del período anterior a la I Guerra Mundial parecían a punto de convertirse en una realidad histórica. La revolución desencadenó una explosión de energía creativa en la que las vías abiertas por las vanguardias europeas de preguerra se reencaminaron hacia la consecución del socialismo.
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págs. 169-179- De mayor consecuencia para la arquitectura revolucionaria fue la transformación del movimiento eslavófilo en una arraigada fuerza cultural inspirada en gran parte por las teorías “científicas” del economista Alexandre Malinovsky, quien en 1895 se dio a sí mismo el nombre de “Bogdanov” (el “dotado por Dios”). Tras haber abandonado a los socialdemócratas por los bolcheviques en la crisis revolucionaria de 1903, Bogdanov fundó en 1906 la Organización para la Cultura del Proletariado, más conocida como Proletkult. Este movimiento estaba dedicado a la regeneración de la cultura a través de una nueva unidad de ciencia, industria y arte. Según Bogndanov, una superciencia de “tecnología” aportaría a la nueva colectividad el medio natural para elevar a la vez la cultura tradicional y su propio producto material a un orden más elevado de la unidad. Como ha escrito James Billington:
A la manera de Saint-Simon, más que a la de Marx, Bogdanov alegaba que los conflictos destructivos del pasado jamás serían resueltos sin una religión positiva, que el papel unificador de antaño desempeñado en la sociedad por un templo central de culto y fe religiosa debía ser asumido ahora por el templo viviente del proletariado, y una filosofía pragmática, socialmente orientada, de “empiriomonismo”.
Bogdanov publicó la primera entrega de su tratado de tectología, La ciencia universal de la organización, en 1913, el mismo año en que la obra futurista de Kruchonykh, Victoria sobre el sol, fue representada por primera vez en San Petersburgo, con música de Matyushin y vestuario y decorados de Kasimir Malevich. El telón de Malevich para esta obra apocalíptica exhibía por vez primera el motivo del cuadrado negro que se convertiría en el icono quitaesencial del suprematismo....
...Lenin llegó a desconfiar, si no a temer, la afirmación radical de Bogdanov de que había tres caminos independientes hacia el socialismo: el económico, el político y el cultural. Sin embargo, pese al repudio oficial de Bogdano ven 1920 y el subsiguiente sometimiento del movimiento Proletkult a la autoridad del Narkompros (Comisaría popular para la educación), el espíritu de la cultura Agitprop persistió, especialmente en el teatro de Meyerhold. También siguió encontrando expresión en los numerosos proyectos de quioscos, tribunas y otras construcciones de información didáctica diseñadas por artistas productivistas como G. Klutsis y Rodchenko. Estos proyectos supusieron los primeros intentos de formular un estilo socialista no profesional para la arquitectura. Aunque intencionadamente 'irrealizable', el diseño de Lissitzky para una Tribuna de Lenin (véase página 133), de 1920, proyectada como un proun, constituía una alternativa a esa arquitectura. Lissitzky había acuñado el término proun – de Pro-Unovis, “en pro de la escuela del arte nuevo”- para indicar un campo creativo sin precedentes, a medio camino entre la pintura y la arquitectura.