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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 491- 511.“El proceso de asimilación: América latina, Australia y Japón” 


Los grandiosos proyectos utópicos basados en un despliegue fantástico de tecnología se hacían cada día más frecuentes a principios de los años 1960 en Japón Un grupo de jóvenes arquitectos que se llamaban a sí mismos los 'metabolistas'anunció su compromiso con el proceso mismo del cambio en unos proyectos urbanos visionarios que combinaban la obsesión por los mecanismos y una imaginería vagamente inspirada en las naves espaciales. Kiyonori Kikutake, uno de los miembros claves del 'grupo metabolista', declaraba:


A diferencia de la arquitectura del pasado, la arquitectura contemporánea debe ser variable, móvil y [...] capaz de satisfacer las exigencias cambiantes de la época contemporánea. Con objeto de reflejar la realidad dinámica, lo que hace falta no es una función fija y estática, sino más bien una que sea capaz de sufrir cambios metabólicos [...]. Debemos dejar de pensar en términos de función y forma, y pensar en cambio en términos de espacio y función variable.


Había muchas cosas en la postura metabolista que recordaban esa sugerencia futurista de que la ciudad moderna se convirtiese en una máquina dinámica de partes móviles y cambiantes. Al igual que sus colegas de Archigram en Gran Bretaña, los arquitectos japoneses sacaban mucho partido al modo en que los tanques y las células podían acoplarse en las estructuras de entramado Los metabolistas también trataban de reforzar la distinción entre los elementos fijos y los variables de un proyecto, recurriendo con frecuencia a torres de carácter monumental a las que se podían adosar elementos normalizados 'variables' de un aspecto mucho menos sustancial, como si estuviesen 'enchufados' en una infraestructura mayor. Ya en 1958 Kikutake había anticipado algunas de las ideas de Tange al sugerir ciudades marinas en forma de vastos discos sobre torres. Si bien la retórica era mecanicista, había también una alusión a estructuras orgánicas como células y colmenas. Aunque ninguna de las extravagantes visiones de los metabolistas se hizo realidad, algunas veces sus ideas se llevaron a cabo a una escala menor y en ocasiones influyeron en proyectos de otros arquitectos: por ejemplo, en algunos de los edificios de Arata Isozaki en la ciudad de Oita, en particular el banco (1966-1968) y el instituto femenino (1963-1964), que hacían uso de llamativos contrastes en las estructuras y las instalaciones mecánicas.


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FRAMPTON Kenneth.,  Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.284-316. “Lugar, producción y escenografía; práctica y teoría internacionales desde 1962” 


El trabajo de Archigram estaba sorprendentemente próximo al de los metabolistas japoneses , quienes, como reacción a las presiones del hacinamiento en su país, empezaron a proponer a finales de los años cincuenta megaestructuras ‘para enchufar’, de crecimiento y adaptación constantes, donde las células habitables -como en la obra de Noriaki Kurokawa- quedaban reducidas a unos tanques prefabricados que se enganchaban a vastos rascacielos helicoidales. En otros casos -como en los proyectos de Kiyonori Kikutake - se adherían como lapas a las superficies internas y externas de grandes cilindros que flotaban en el mar. Las ciudades flotantes de Kikutakese cuentan seguramente entre las visiones más poéticas del movimiento metabolista. Sin embargo, pese a la proliferación de plataformas costeras de perforación , con sus aditamentos para la extracción de energía, las ciudades marinas de Kikutake parecen incluso más remotas e inaplicables a la vida cotidiana que las megaestructuras de Archigram. Un testimonio del vanguardismo retórico de este movimiento es que la mayoría de los metabolistas montaron después estudios bastante convencionales.  Con la excepción de la ‘ casa del cielo  ’(1958) de Kikutake  y la torre Nagakin  , de cápsulas para solteros  , construida en 1971 por Kurokawa en Ginza, Tokio (compárese con los apartamentos cápsula de Kurokawa en 1962), muy pocos conceptos metabolistas se hicieron realidad  . Aunque ese futurismo frenético debe distinguirse de las inteligentes propuestas de formas urbanas aditivas adelantadas por figuras tan moderadas como Fumihiko Maki y Masato Otaka  , Gunther Nitschke  decía lo siguiente al hacer una valoración del movimiento metabolista en 1966:


“Mientras los edificios reales sean cada vez más pesados, más duros, más y más monstruosos en su escala; mientras la arquitectura se tome como un medio de expresión del poder -ya sea uno mismo o de cualquier clase de institución vulgar, que debería estar sirviendo a la sociedad y no dominándola-, hablar de mayor flexibilidad y de construcciones susceptibles de cambio es simplemente armar alboroto. Si comparamos este edificio [el proyecto de una ‘Ciudad metabólica’ , diseñado por Akira Shibuya en 1966] con cualquier construcción tradicional japonesa o con los métodos modernos sugeridos por Wachsmann o Fuller (o Ekuan en Japón)´, hemos de considerar que se trata de un mero anacronismo, con mil años de desfase, o, como mínimo, que no supone adelanto alguno de la arquitectura moderna en cuanto a la teoría ni en cuanto a la práctica.”


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