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ROGERS, Ernesto Nathan

  • Arquitecto
  •  
  • 1909 - Trieste. Italia
  • 1969 - Milan. Italia
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COLQUHOUN Alan., La arquitectura moderna, una historia desapasionada. Gustavo Gili. Barcelona, 2005. 


Pág. 183-192.“Del racionalismo al revisionismo: La arquitectura en Italia, 1920-1965”


El contextualismo. Si el movimiento neorrealista supuso la primera aparición de lo que Vittorio Gregotti ha denominado «la lucha por la realidad» en la arquitectura italiana de esa misma lucha puede encontrarse en el concepto formulado por Ernesto N. Rogers de una arquitectura que respondiese a su contexto urbano. En un artículo publicado en Casabella en 1955, titulado como «Condiciones preexistentes y problemas de la práctica constructiva contemporánea», Rogers abogaba por una arquitectura que, aun permaneciendo explícitamente moderna en sus técnicas, respondiese formalmente a su contexto histórico y espacial: una arquitectura basada en una realidad más existencial de posguerra, que idealizada.


Este concepto ya se había introducido en la práctica antes de que fuese teorizado por Rogers. Podrían señalarse dos proyectos que representan soluciones opuestas al mismo problema. En las oficinas del INÁ Casa en Parma (1950), obra de Franco Albini (1905-1977), una estructura vista de hormigón ofrece una retícula en la que se ensarta un juego de llenos y vacíos acentuados verticalmente. Las complejidades de la vida cotidiana y los trazados de las fachadas existentes en la calle se sugieren sin perturbar la racionalidad subyacente de la retícula idealizada. En contraste con esto, Rogers y sus socios Lodovico Belgiojoso (1909-2004) y Enrico Peressutti (1908-1975) –que con Gianluigi Banfi (1910-1945), muerto en Mauthausen, habían formado el grupo BBPR-, en su edificio de oficinas de la Piazza Meda en Milán (1958-1969), deforman la retícula estructural racional para crear una jerarquía clásica de pisos distintos. En el primer ejemplo, dos órdenes se superponen dialécticamente; en el segundo se forma un híbrido, pero sin tratar de imitar su contexto, sino creando uno análogo.


Una interpretación más literal del contexto puede apreciarse en la obra del arquitecto y teórico romano Saverio Muratori (1910-1973). Para Muratori como se ve en la sede de la Democracia Cristiana Italiana en el barrio romano de la EUR (1955), la respuesta al contexto significaba comunicarse con el público por medio de signos familiares, y reafirmar la tradición. Muratori, al igual que Ridolfi y Quaroni, estaba influido por la arquitectura sueca, pero en su fase neoclásica inicial. Una nostalgia más superficial por el pasado fue la característica del movimiento neoliberty, surgido a mediados de la década de 1990, esa nostalgia quedaría plasmada en la villa de la Via XX Settembre en Milán (1954-1955), obra de Luigi Caccia-Dominioni (n. 1913). A este movimiento no le interesaba ni el contexto inmediato ni el clasicismo eterno, y creía que el liberty, el art nouveau italiano, aún era capaz de representar a una burguesía urbana culturalmente frustrada.


Muchos arquitectos italianos rechazaban el contextualismo, entre ellos Giancarlo de Carlo quien, tras un breve devaneo con el neorrealismo en un primer proyecto de viviendas en Matera, en la década de 1950, volvió al estilo racionalista-brutalista en su residencia de estudiantes de la Università de Urbino (1963-1966). Pero las principales críticas llegaron del extranjero, en particular del Team X, recién formado en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) de Otterlo, en 1959. Los principales objetivos de este ataque fueron la Torre Velasca en Milán (1954-1958), de BBPR; las viviendas en las Zattere de Venecia (1954-1958), de Ignazio Gardella (1905-1999); y el proyecto de De Carlo para Matera.


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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 547- 565.“ Extensión y crítica en la década de 1960” 


En Italia el pasado nunca se había desterrado del todo, por supuesto, pero el 'milagro económico' de la posguerra se logró a expensas de un alto coste tanto para la ciudad como para el campo. La excesiva retórica tecnológica de la devaluada arquitectura moderna seguía encontrando resistencia en varios ámbitos: la imprecisa 'arquitectura orgánica'defendida por el historiador y crítico Bruno Zevi; un extravagante formalismo (en manos de arquitectos como Paolo Portoghesi) ; una crítica social de izquierdas en los escritos históricos de Leonardo Benevoloy en los textos neomarxistas de Manfredo Tafuri; y una continuación casi inconsciente de algunos de los impulsos del racionalismo italiano que implicaban una fusión de la disciplina abstracta y clasicista con los medios constructivos modernos. Como se ha mencionado anteriormente, el problema de relacionar los edificios nuevos con su contexto urbano ya se había debatido mucho en la década de 1950, Ernesto Rogersseguía manifestando su interés por la tradición en sus editoriales de la revista Casabella. Estos fueron también los años en los que el historiador Giulio Carlo Arganpublicó sus ideas sobre 'tipología': unas ideas que serían de considerable interés para arquitectos más jóvenes como Giorgio Grassi y Aldo Rossi, como puede apreciarse en el libro de este último, La arquitectura de la ciudad, publicado en 1966.


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MONTANER Josep Maria., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX.


Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


págs.9-24 Ernesto Nathan Rogers había definido en sus escritos que “la única manera de ser moderno en las condiciones contemporáneas era la de hacer presente el sentido vivo de la historia, evitando las repeticiones y errores de la experiencia pasada.


Pág. 89-114. "La expresión de la arquitectura después del Movimiento Moderno"


Además, todo monumento es algo más que un vehículo de expresión, actualización y condensación de la s convicciones compartidas por una comunidad. Es también maquina para recordar que desafía el tiempo. Sin la ilusión monumental, a los ojos de los vivos la historia no sería más que una abstracción.


He aquí otro obstáculo, en la medida que el movimiento moderno radica en una pretendida ahistoricidad. Ahistoricidad relativa, porque el movimiento moderno parte de la conciencia de ser él mismo un hecho histórico trascendental, y por tanto, puede prescindir de la necesidad de una historia anterior. En palabras de Ernesto Nathan Rogers, tras la segunda guerra mundial fue necesario recuperar esa tradición que el movimiento moderno había puesto en crisis de manera provisional. Según Rogers, “para vencer las rémoras del culteranismo académico, nostálgico y reaccionario”, los maestros, realizando un acto de cultura profunda, en una expresión pura de sentido de la contemporaneidad, se vieron obligados, conyunturalmente, a dejar de lado la tradición.


... De todas formas, la búsqueda de una nueva monumentalidad no siempre se ha realizado dentro del estricto círculo del lenguaje moderno. En esta medida que el nuevo concepto de monumentalidad tiene una doble vertiente -por una parte, por su voluntad de un significado colectivo contemporáneo, y por otra parte por la capacidad para explicar la memoria- para ciertos autores ha sido lícito y necesario recurrir a figuraciones históricas cargadas de energía expresiva. Así, Ernesto Nathan Rogers defiende en sus obras una presencia sutil de las preexistencias ambientales y Louis Kahn reutiliza los sistemas compositivos académicos por su mayor capacidad de articulación. Y poco más tarde, un discípulo de Kahn, Robert Venturi, ha llevado al extremo esta obsesión por el carácter, la expresión y la comunicación. Su propuesta de los “tinglados decorados” -en los que se escinde el sistema comunicativo de la fachada, convertido en anuncio, y el espacio interior reducido a pura funcionalidad-, lleva al paroxismo esta insistencia en la arquitectura como lenguaje. I’m a monument exclaman los mismos edificios como si fueran los mismos personajes de un cómic. (Posteriormente, incluso, se han experimentado en edificios históricos rehabilitados, las posibilidades de albergar más fácilmente los contenidos monumentales).


págs.115-140.“Tipo y estructura. Eclosión y crisis del concepto de tipología arquitectónica”  


ECLOSIÓN Y CRISIS DEL CONCEPTO DE TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA


  Tras la crisis de los principios del movimiento moderno, se configuró una nueva metodología arquitectónica que se basaba en la reinterpretación de la historia de la arquitectura y en la defensa de la estructura de la ciudad tradicional con el objetivo de recuperar la dimensión cultural y colectiva de la arquitectura. Esta nueva posición, que tiene sus propias convicciones respecto a las formas, tecnologías, lenguajes y relaciones con el contexto, encuentra su fundamento, precisamente, en la reinterpretación del concepto de tipo arquitectónico que pertenece a la tradición platónica y académica y que estuvo en la base del sistema Beaux Arts. Tal corno ya sucedía en la crítica iluminista y en el método didáctico y compositivo de Durand, el concepto de tipología arquitectónica intenta aglutinar tanto el momento analítico teórico como el momento proyectual y creativo. El concepto de tipología sirve tanto para analizar la historia como para proyectar arquitectura en la ciudad. Para los arquitectos adscritos a esta posición, es el momento analítico -en el que se estudia la tipología de un museo, un teatro o unas viviendas— el que aporta directamente todas las pautas del proyecto.


 Manfredo Tafuri fue quien con mayor decisión definió esta corriente caracterizándola como "crítica tipológica" que insiste sobre los fenómenos de invariante formal y que se diferencia de los estudios analíticos de los maestros del racionalismo europeo por su carácter historicista. Esto es evidente si comparamos los contenidos de La arquitectura de la gran ciudad de Ludwig Hilberseimer, publicado en 1928, con La arquitectura de la ciudadde Aldo Rossi, de 1966. El primero es un libro que recoge aquellos proyectos de rascacielos, unidades residenciales, naves, estaciones, puentes y fábricas que anuncian la ciudad del futuro. El segundo, trata esencialmente de la ciudad europea de los siglos XVIII y XIX.


ecurrir al concepto de tipología significa en la actualidad rehuir todo regionalismo y defender soluciones morfológicas de carácter universal; comporta negar cualquier principio funcionalista en aras del primado de la estructura, el tipo o la forma; significa situarse en las antípodas del empirismo. En esto, por tanto, Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Carlo Aymonino, Luciano Semerani, Guido Canella y otros autores superan la influencia neoempirista y fenomenológica presente en su maestro Ernesto Nathan Rogers y tienden hacia un tipo de cultura más académica y estática. Sin duda, dentro de las distintas posiciones que se configuran en los años sesenta, es ésta la que posee un mayor espesor teórico y unos más sólidos fundamentos: análisis teórico, actividad critica, función propositiva de las imágenes y valor demostrativo del proyecto se conectan entre ellos de modo indisoluble. Giulio Carlo Argan, en su escrito "Sobre el concepto de tipología arquitectónica" (1962) fue de los primeros en volver a poner en circulación este término, al mismo tiempo que se recuperaba la arquitectura de formas puras propuesta por los arquitectos iluministas. Entroncando con el concepto de tipo tal como lo utilizó Quatremère de Quincy, Argandemostraba que la tipología no es sólo un mero sistema de clasificación, sino que se corresponde con un proceso creativo. De todas maneras, esta primera interpretación de Argan está más cerca de una visión iconológica de las formas que del rigor estructuralista que el concepto tomará en los arquitectos italianos.


 En los años sesenta, por lo tanto, confluyen el citado escrito de Argan, los análisis de Rudolf Wittkowersobre las invariantes formales en las plantas de las villas palladianas, la reinterpretación de los métodos y conceptos de Durand y Quatremère de Quincy y la recuperación, en definitiva, de toda una tradición arquitectónica que anuncia y culmina en la Ilustración: los tratados y colecciones de proyectos de Pierre Le Muet, Pierre Patte, Ledoux, Boullée y Louis-Ambroise Dubut. Al mismo tiempo, los proyectos y obras contemporáneas desarrollados por Louis Kahn se han convertido en modelo de un acercamiento a los mecanismos tipológicos: repertorios formales delimitados, defensa del valor universal y repetitivo las formas, recreación de los significados simbólicos de cada forma geométrica, recurrencia a los sistemas académicos de articulación de los edificios -simetría, axialidad, jerarquía.


La arquitectura de la ciudad(1966) de Aldo Rossi se ha convertido en el manifiesto de esta recuperación del concepto de tipología. La crítica al "funcionalismo ingenuo" está relacionada con la certeza de que la forma es más fuerte que cualquier atribución de uso y que la máxima precisión arquitectónica favorece la mayor libertad funcional. Esta posición va ligada a una actitud clasificatoria, basada en la creencia de unos principios inmutables y unas formas que permanecen a lo largo de siglos y sobre las que se pueden establecer criterios lógicos. Manifiesta la importancia de la herencia histórica y, sobre todo, la relación de toda la trama urbana. Con ello se diferencia de la tradición que va de Durand a Kahn para la cual el tipo entendido como partí es un mecanismo autónomo, en su forma y escala, respecto al lugar. El concepto de tipología dirige las bases de la arquitectura hacia el espacio, pero no un espacio funcional, distributivo, constructivo o matemático, sino que, en consonancia con el estructuralismo, señala que la esencia de las formas arquitectónicas estriba en los modos de estructuración del espacio. Se trata, paradójicamente, de un estructuralismo que es, a la vez, historicista.


Giorgio Grassi, en escritos de los años setenta como "Para una investigación sobre la casa en Francia" o "Características de la casa en las ciudades alemanas", intenta darle un mayor rigor científico y una más sólida base histórica a este concepto. Grassi es el que parte de una visión más estática y pesimista.


 En las valoraciones de su propia obra -en la mayoría de los casos ligada a preexistencias arquitectónicas importantes- Grassi considera la arquitectura como una "lengua o naturaleza muerta" y ha insistido, parafraseando a Jean de La Bruyère que "todo ha sido ya dicho". Según Grassi, sus proyectos usan conscientemente un lenguaje considerado antiguo y repiten siempre cosas ya dichas. Su obra manifiesta la imposibilidad de ser nueva, el convencimiento de que las condiciones no pueden ser cambiadas y que la recurrencia a un denso sistema de vínculos y referencias constituye el único medio para hacer aparecer la forma arquitectónica. Y uno de estos medios básicos es el tipo.


En este terreno de la tipología el arquitecto que ha desarrollado un trabajo teórico y de investigación más amplio y riguroso ha sido Carlo Aymonino: por su recuperación y reinterpretación de la tradiciones utópicas y racionalistas de la vivienda, por su estudio de las ciudades capitales europeas -especialmente París y Viena-, por sus trabajos sistemáticos dirigidos desde la Facultad de Arquitectura de Venecia sobre los conjuntos residenciales modernos dentro de la trama urbana y, en definitiva, por su precisa definición conceptual de la relación entre tipología arquitectónica y morfología urbana." Se podría establecer una cierta similitud entre la pareja tipología-morfología y la pareja código-mensaje en el terreno de la semiótica. He aquí, por tanto, otra sintonía entre crítica tipológica y estructuralismo.


Anthony Vidler, en diversos artículos de los años setenta intenta rastrear los orígenes e implicaciones de la idea de tipo y anuncia la aparición de un tercer paradigma en la historia de la arquitectura: tras la larga vigencia del modelo de la naturaleza, la cabaña primitiva y los órdenes, y tras la irrupción del paradigma de la máquina, resultado del proceso de producción, se impone otra referencia: la ciudad y la arquitectura misma. Vidler señala que "esta nueva tipología es explícitamente crítica al movimiento moderno; utiliza la claridad de la ciudad del siglo XVIII para expresar su repulsa a la fragmentación, descentralización y desintegración formal que el zoning y los avances tecnológicos de los años veinte introdujeron en la vida urbana contemporánea. /.../ Lleva a categoría de principio el tejido urbano continuo y sus tradicionales espacios públicos: las calles y plazas". Vidler concluye que "se reafirman la ciudad y la tipología como las únicas bases en las que apoyarse para devolver su papel crítico a una arquitectura que está siendo asesinada por el aparentemente interminable ciclo de la producción y el consumo.


 Según estos autores -y Rafael Moneo lo señala explícitamente- si la arquitectura quiere recuperar su relación con el público, debe trabajar sobre las convenciones que fundamentan la memoria colectiva. He aquí una postura totalmente opuesta a los mitos vanguardistas de la novedad, el límite, la ruptura y la experimentación constante.


El acercamiento crítico de Rafael Moneo a la posición de la crítica tipológica se produce durante los años setenta y se refleja en su artículo "Sobre la tipología" (1978). Este escrito se inicia señalando uno de los peligros que esta posición puede comportar: una 'visión excesivamente cerrada, estática, tendente al fundamentalismo y vulnerable al peligro de convertirse en demasiado conservadora. Rafael Moneo plantea la convicción de que el concepto de tipología implica la idea de cambio, de transformación. Por ello define los factores y momentos que pueden generar la aparición de nuevas tipologías.


Según él, los momentos más intensos del desarrollo arquitectónico son aquellos en que aparecen nuevos tipos, es decir, cuando hay cambios estructurales y técnicos, de uso, de escala; cuando se solapan diversos tipos para producir otros nuevos; incluso cuando el genio del arquitecto es capaz de inventar, como al intervenir Filippo Brunelleschi en la cúpula de Santa María de Fiore en Florencia. Para Moneo el tipo es la estructura en el interior de la cual se opera el cambio, como término necesario para la dialéctica continua requerida por la historia. Por lo tanto, Moneo adopta el mecanismo de la tipología siempre que se acepte su carácter abierto y dinámico. Recordemos que también la idea de "tipos ideales" de Max Weber se basaba en la capacidad de transformación.


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MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008. 


Págs.. 90-115. “Universos de la realidad y del tiempo” 


Otra posición, que media entre el estricto racionalismo y la idealización de la naturaleza, crea a partir de las preexistencias y datos que aporta la realidad como fenómeno visible, confiando en su certeza. Los sistemas formales generados por el realismo parten de la voluntad de adaptación al contexto. Son sistemas de objetos generados por la máxima atención a la realidad -que cierta literatura traslada a la narración y cierto cine al documental- y a los valores de las preexistencias ambientales, tal como las definió Ernesto Nathan Rogers. En la posición del realismo encontramos una pulsión ética hacia la búsqueda de una verdad sensible, demostrando que en el arte, la arquitectura y el urbanismo existe la posibilidad de una honestidad estética, más allá de la legal, civil y judicial. Sería funcionalismo no dogmático, que atiende a los fenómenos de la realidad sin a priori formales. Desde los planteamientos de una arquitectura social y política, se proponen formas generadas con la participación de los usuarios, en las que la intervención del tiempo se toma como factor positivo y creativo. Es, en definitiva, el arte y la arquitectura de lo que históricamente se ha denominado el "realismo social", que ponen énfasis en el ser humano, en el "humanismo". Y aunque tengan diferencias, el libro tiene en cuenta los sistemas de objetos encontrados creados por el arte pop, configurados a través del filtro mediático de la representación de la realidad.


... (Con relación a la Quinta de la Malagueira de Alvaro Siza)... En definitiva, una solución de síntesis que se consigue reconociendo la realidad, que acepta y suma en lugar de rechazar, eliminar, excluir o dividir. Con esto se corrobora cómo la arquitectura portuguesa de las décadas de 1950 y 1960 se inspiró en las obras y teorías de arquitectos italianos como Ernesto Nathan Rogers o Ludovico Quaroni, entre otros; por ello, la posición realista de Álvaro Siza se acerca a la crítica tipológica de Aldo Rossi, al reconocer que la presencia de la realidad tiene que ver con la historia y la ciudad; a todo ello se une también la versatilidad empírica del funcionalismo organicista de Alvar Aalto. Desde esta posición realista, tan adecuada para resolver un conjunto dedicado a vivienda popular, Siza incorpora los conceptos de cluster mat-building del Team 10 para resolver un conjunto complejo que puede ir creciendo.


Págs. 116-131 “Estructuras de la memoria”  


Desde esta posición, se toma la ciudad dada e interpretada como la realidad desde donde partir. Por esta razón, cuando se interviene en las ciudades europeas, se intentan continuar las formas reticulares y en damero, poniendo énfasis en las características y elementos constitutivos de la ciudad tradicional: la calle, la manzana cerrada, las plazas, los paseos. Se parte del concepto de “preexistencias ambientales” que Ernesto Nathan Rogersplanteó a finales de la década de 1950 y se propone cada intervención como continuidad de la ciudad existente. Ello se corresponde con las diversas ideas de la ciudad que han elaborado autores como Aldo Rossi, Carlo Aymonino, Philippe Panerai, Jean Castex, Rob Krier y Manuel de Solá Morales, especialmente durante la década de 1970, y significa la vigencia de un cierto platonismo que cae en el reduccionismo europeocentrista de considerar que la ciudad compacta es, si no el único, el mejor modelo urbano; el tipo ideal.


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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política. Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 197- 246.“Alternativas” 


Pág. 236. Aprender de la arquitectura humana y ecológica.  Existe una estela de obras cualificadas de arquitectos humanistas y honestos.  De la misma manera que autores del periodo de posguerra como Lina Bo Bardi, Alisor y Peter Smithson, Ernesto Nathan Rogers, Aldo van Eyck y muchos otros, pusieron como prioritarias actitudes éticas, en las últimas décadas algunos arquitectos han demostrado una gran voluntad y capacidad para adaptarse a los cambios de las condiciones locales.


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