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Político e ingeniero español que diseñó el Ensanche de Barcelona, proyecto por el que figura, junto con Arturo Soria, entre los mejores exponentes del urbanismo español contemporáneo. Después de obtener el título de ingeniero de caminos en Madrid, trabajó como ingeniero del Estado en diversas ciudades españolas, hasta que en 1849 se estableció en Barcelona. Sus inquietudes ideológicas y sociales lo llevaron a participar activamente en la vida política: fue diputado a Cortes por Barcelona y presidente de la Diputación barcelonesa, entre otras actividades. Pero por lo que realmente se le recuerda es por su aportación teórica y práctica al urbanismo. Como teórico publicó Teoría general de la urbanización (1867), tratado en que analizaba y solucionaba los problemas planteados en las ciudades como consecuencia de la concentración demográfica originada por el desarrollo de la revolución industrial. La obra representó en su momento una visión del urbanismo radicalmente nueva que ejercería no poca influencia en el futuro.


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PEVSNER N. FLEMING J. HONOUR H., Diccionario de Arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1984.


pág.128. "Es junto Arturo Soria el urbanista más destacado del siglo XIX español. En 1859 acepta el plan que lleva su nombre de ensanche y reforma de Barcelona. Primer gran proyecto urbanístico europeo que desgraciadamente no se cumplirá.


Respeta la parte histórica del núcleo urbano. Concibe nuevos sectores con una disposición de cuadrícula, calles anchas, chaflanes, espacios ajardinados e introduce los bloques de vivienda en forma de L. Da un Nuevo concepto de ciudad  que implica la descentralización de las disposiciones urbanas y una descongestión en la acumulación de habitantes.


Su proyecto sólo fue aplicado en lo que se refiere a estructuras de viales, pero su concepto de manzana fue completamente alterado, con lo que su plan no se cumplió."


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


Págs. 20-28.“Transformaciones territoriales: evolución urbana, 1800-1909”


Mientras tanto, en Barcelona, el ingeniero español Ildefons Cerdà —creador del término 'urbanización'— estaba desarrollando las implicaciones regionales de la regularización urbana. En 1859, Cerdà proyectó el ensanche de Barcelona como una ciudad reticular, con unas veintidós manzanas de extensión, bordeada por el mar y atravesada por dos avenidas oblicuas. Impulsada por la industria y el comercio exterior, Barcelona rellenó este trazado reticular de escala americana a finales del siglo. En su Teoría general de la urbanización, de 1867, Cerdà daba prioridad al sistema de circulación y, en particular, a la tracción a vapor.


Para él, el tráfico era, en más de un sentido, el punto de partida de todas las estructuras urbanas de base científica. El plan de Léon Jaussely para Barcelona, de 1902, derivado del de Cerdà, incorporó este énfasis en el movimiento a la forma de una ciudad protolineal en la que las zonas separadas de alojamiento y transporte se organizaban en bandas. Su diseño anticipaba en ciertos aspectos las propuestas de ciudades lineales hechas en Rusia en la década de 1920.


 Hacia 1891, la explotación intensiva del centro de las ciudades fue posible gracias a dos hechos esenciales para la construcción de edificios en altura: la invención del ascensor en 1853 y el perfeccionamiento de las estructuras de acero en 1890. Con la introducción del ferrocarril subterráneo metropolitano (1863), el tranvía eléctrico (1884) y el tránsito ferroviario suburbano (1890), el suburbio jardín surgió como la unidad 'natural' de la futura expansión urbana. La relación complementaria de estas dos formas de desarrollo urbano típicamente norteamericanas —el centro a base de edificios altos y esos suburbios ajardinados a base de edificios bajos— quedó patente en el período de auge constructivo que siguió al gran incendio de Chicago en 1871.


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 MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 159-196.“Vulnerabilidades”


Ciudades de slums y geografías de los “sin techo”


 Más allá del urbanismo formal y legal, ya sea proyectado por instancias públicas o promovido por la iniciativa privada, en las ciudades de los países en desarrollo hay una media de aproximadamente el 75 % del llamado urbanismo informal. Para tratar este fenómeno tan presente en las grandes ciudades —slumsshanty towns, infravivienda, asentamientos precarios, favelas, villas miseria o chabolas—, según Peter Hall, Mike Davis y Verena Andreatta, lo primero que vamos a hacer es aclarar los conceptos.


Los conceptos de slum y de urbanismo informal


  Antes que nada, hemos de recordar que, tal como explica Mike Davis, la palabra slum se empieza a utilizar por primera vez en Inglaterra en 1812 para designar áreas urbanas pobres y degradadas, y enseguida se identifican con lugares de criminalidad. A mediados del siglo XIX se registraron slums en Francia, en la India y en algunos lugares de Norteamérica. Este concepto se formula como contraposición a la aparición del urbanismo como disciplina científica, que viene marcada por dos planes urbanos emblemáticos: el del ingeniero Idelfons Cerdà para el Ensanche de Barcelona (1859) y el del Barón Haussmann para París en la década de 1860. Lo informal se define como contraposición al urbanismo entendido y practicado como proyecto y política de planificación de base científica. Todo aquello que no entra en lo científico y técnicamente definido se considera anómalo. No ponemos en duda la precaria existencia de muchos seres humanos que habitan en condiciones insalubres, pero discrepamos del tratamiento de lo informal como mal que se deba extirpar, y estamos más cercanos a las propuestas de recuperar y reforzar las cualidades que pueda tener.


  En sus propuestas para los slums de la India a principios del siglo XX, Patrick Geddes se oponía a la tábula rasa o “haussmannización” de los procesos de renovación urbana, proponiendo una lectura atenta de la realidad, para mejorarla según sus propias potencialidades y oportunidades.


  Slum, en definitiva, que surge como concepto para definir los barrios degradados en la ciudad, hoy se tiende a emplear para todo tipo de construcción del urbanismo de la pobreza, sea urbana o periférica, y tiene siempre un sentido peyorativo. Es por ello que en la historia de la arquitectura y del urbanismo son claves los momentos en los que, desde pensamientos anarquistas y participacionistas, se ha valorado el urbanismo de la informalidad, en contra del dominio de la vivienda pública y privada producida en serie, algo ya presente en el urbanismo vitalista de Pattrick Geddes.  


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