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PEVSNER, N. FLEMING, J. HONOUR, H., Diccionario de arquitectura. Alianza Editorial. Madrid, 1984


pág. 633. "Arquitecto romano y teórico de escasa importancia en su época pero que ejerció una enorme influencia desde comienzos del Renacimiento en adelante. Sirvió en la guerra de Africa bajo las órdenes de Julio César ( 46 a.C.), construyó la Basílica de Fano (destruida) y en su madurez escribió un tratado sobre arquitectura formado por diez libros. De Architectura, de estilo un tanto oscuro y dedicado a Augusto. Este es el único tratado de arquitectura de la antigüedad clásica que ha llegado a nosotros en su totalidad. En la Edad Media se conocian varias copias manuscritas. En 1414 Poggio Bracciolini atrajo la atención sobre una copia que se encontraba en St. Gall y el tratado comenzó pronto a ser considetado como un vademecum para todos los arquitectos progresistas. Tanto Alberti como Fancesco di Giorgio lo utilizaron mucho en sus escritos y construcciones. El primer ejemplar impreso se publicó en Roma en 1486 aproximadamente y la primera edición ilustrada fue realizada por Fra Giocondo en 1511. Hacia 1520 se preparó una traduccion en italiano bajo la dirección de Rafael, y se imprimió otra traducciónen 1521 con amplias anotaciones de Cesare Cesariano y numerosas ilustraciones. Han aparecido posteriormente una inmensa cantidad de ediciones y traducciones en casi todos los idiomas europeos. La oscuridad del texto, que supuso un fuerte incentivo para el intelecto renacentista, permitió a los arquitectos interpretar sus aformaciones snetenciosas de muy diferentes maneras".


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FRAMPTON, K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona,1987. 


pág.12-19 "La excesiva elaboración del lenguaje arquitectónico de los interiores rococó del Antiguo Régimen y la secularización del pensamiento de la ilustración obligó a los arquitectos del siglo XVIII, por entonces conscientes ya de la naturaleza incipiente e inestable de su momento histórico, a buscar un estilo auténtico mediante una revaluación de la Antigüedad. Su motivación no consistía simplemente en copiar a los antiguos, sino en acatar los principios sobre los que su trabajo se había basado. La investigación arqueológica que surgió de este impulso pronto llevó a una ardua controversia: ¿en cúal de las cuatro culturas mediterráneas -egipcia, etrusca, griega y romana- deberían buscar un estilo auténtico?


    Una de las primeras consecuencias de esta nueva valoración del mundo antiguo fue la ampliación del itinerario del ya tradicional Grand Tour más allá de los confines de Roma, para estudiar así en su periferia aquellas culturas en las que, según Vitruvio, se había basado la arquitectura romana. El descubrimiento y la excavación de las ciudades romanas de Herculano y Pompeya durante la primera mitad del siglo XVIII alentó las expediciones aún más lejanas, y pronto se hicieron visitas a los asentamientos antiguos de los griegos, tanto Sicilia como en la propia Grecia. El legado vitruviano del Renacimiento -el catecismo del Clasicismo- debería confrontarse entonces con las ruinas reales. Los dibujos acotados que se publicaron en las décadas de 1750 y 1760 - Ruines des plus beaux monuments de la Grèce (1758), de Julien-David Le Roy; Antiquities of Athens (1762), de James Stuart y Nicholas Revett; y La documentación del palacio de Diocleciano en Split (1764), de Robert Adam y Charles-Louis Clérisseau- atestiguan la intensidad con la que se seguían estos estudios. Fue la defensa por parte de Le Roy de la arquitectura griega como origen del ‘estilo auténtico’ lo que provocó la ira chovinista del arquitecto y grabador italiano Giovanni Battista Piranesi."


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MONTANER J. M., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX . G. Gili. Barcelona, 2002 


págs.59-88. “ El racionalismo como método de proyectación: progreso y crisis” 


En buena lógica, de todas las artes la arquitectura es aquella que menos se presta a excluir la idea de racionalidad y es la que está más condicionada por la utilidad y la necesidad. Es por ello que el racionalismo cartesiano genera un modelo que tiene implicaciones arquitectónicas en la tradición de la tratadística clásica francesa, empezando por el Cours d'architecture (1675-1685), de Francois Blondel, y por los planteamientos racionalistas de Claude Perrault. En el Cours de Blondel, la teoría arquitectónica se convierte en doctrina de las proporciones y en estética de las reglas y de la legibilidad. Perrault introdujo en su edición crítica y abreviada de Les Dix livres d'architecture, de Vitruvio (1674), un nuevo grado de racionalidad al establecer la diferencia entre la belleza arbitraria que se basa en la costumbre y en los hábitos y la belleza positiva que se basa en la proporción, la razón y la función. La duda metodológica cartesiana se extiende a los valores adquiridos por la historia de la arquitectura pero se dirige hacia direcciones distintas: Blondel hacia los principios ideales y los esquemas geométricos y Perrault, por influencia de John Locke, hacia la experiencia y la percepción de la belleza. Poco más tarde, el énfasis en el racionalismo y el funcionalismo encuentra su expresión en los tratados de estereotomía de finales del siglo XVII y del siglo XVIII.


págs.159-180. “Más allá del minimalismo”


Este siglo XX ha expresado su esencia en algunas frases que poseen un altísimo poder de síntesis. Less is more, la frase de Mies van Der Rohe pronunciada a veces, junto a la más frecuente aún de beinahe nichts (casi nada) es capaz de resumir una parte de las experiencias artísticas contemporáneas. Si la arquitectura clásica venía definida por la tríada vitruviana de la firmitas, utilitas et venustas, una parte del arte y la arquitectura podría quedar caracterizada por el principio operativo de less is more. De hecho, si el minimalismo tiene su referente más potente en las esculturas de los autores del Minimal Art, la arquitectura ha aportado uno de los razonamientos clave. “Menos es más” no se refiere a una moda o nueva tendencia sino a una posición que ha sido recurrente a lo largo de este siglo y que ha constituido un límite casi inalcanzable: el desafío de conseguir emocionar sin recurrir a una gran densidad de elementos decorativos y simbólicos, conseguir expresar lo máximo con el mínimo de gestos, palabras, notas musicales y formas.


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KOSTOF, Spiro., Historia de la Arquitectura. Edit. Alianza Editorial. Madrid, 1986.


Tomo 3 págs. 952 "... Pero bien podemos convertirnos en cronistas panorámicos  o bien en apologistas de un idioma "moderno", existe un acuerdo general en el sentido de que algo fundamental ocurrió en el transcurso del siglo XVIII que empujó a la arquitecura occidental a perder sus amarras y que la lanzó a la deriva hacia un futuro incierto. Se produjo una profunda reacción contra las formas del Barroco y del Rococó, así como una resistencia a la autoridad de Vitrubio y los cánones clásicos, tanto antiguos como recientes. Bajo todo ello subyacía una seria búsqueda de las verdades fundamentales, de una universalidad más abarcante que la de Grecia y Roma..."


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FUSCO Renato de .,  Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste. Madrid,1992.


Págs.263-350.“El racionalismo "


pág. 263. La vanguardia y la arquitectura racional . Los orígenes teóricos del racionalismo en arquitectura pueden encontrarse en los tratados más antiguos y en todos aquellos momentos, especialmente en el siglo XVIII, en que la literatura arquitectónica intenta una descripción de los elementos una clasificación, un método operativo transmisible mediante un conjunto limitado de preceptos verificables; de ahí la asociación propuesta, no sin razón, por diversos autores entre el racionalismo moderno y la cultura del clasicismo. Por otra parte, la triada vitruviana firmitas, utilitas, venustas, la afirmación de Lodoli según la cual «nada debe llevarse a la representación que no esté ya presente en la función», y la fórmula del naturalista Lamarck según la cual “la forma sigue a la función” llevada a la arquitectura por Horacio Greenough, constituyen ejemplos, entre otros muchos, de una tratadística con intenciones racionalistas.


Pero estas causas no son suficientes para el racionalismo moderno. Éste nace a partir de la confianza tardo-iluminista en la solución mediante la razón de todos los problemas que plantea la realidad contingente; de la vanguardia figurativa y, sobre todo, de la necesidad de afrontar las continuas exigencias socioeconómicas de la civilización industrial de masas contemporánea.


 

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