Estudia en la Academia de Venecia y en la facultad de matemáticas de Padua.Como profesional se dedica a la restauración de monumentos y a la edificación. Fue este arquitecto italiano quien propuso una conciliación entre las ideas de Ruskin y la oportunidad de restaurar. Su magisterio iniciará la formación de una prudente ideología profesional, con cierto carácter puritano, que ha jugado en este siglo un papel esencialmente positivo. A su consollidación paulatina se debe la erradicación de la práctica del “falso histórico” y la formación de una tradición nueva en el tratamiento de los monumentos. Camilo Boito dedicado en arquitectura tanto al ejercicio de restauración como a la nueva planta, fue, el pionero y práctico de los que llegará a conocerse como restauro scientífico después de la sistematización de Gustavo Giovanonni.
La insatisfacción general ante el eclecticismo
En 1861, en el último verso de la gran poesía Le voyage, dedicada a Maxime du Camp. Baudelaire fija el objetivo de todas las futuras vanguardias artísticas europeas: «Au fond de l'Inconnu pour trouver du nouveau»
El adjetivo final que el poeta quiso escribir en cursiva, se convierte en la palabra de orden que destruye las certidumbres estilísticas y se extiende sobre todo en el penúltimo decenio del siglo, cuando el eclecticismo se transforma en un liberalismo artístico que pone definitivamente en crisis sus bases ideológicas.
En este período se registran numerosas declaraciones de arquitectos que deploran la confusión del lenguaje y esperan, de un momento a otro, el nacimiento de un nuevo lenguaje original.
Camilo Boito (1834-1914) escribe lo siguiente:
“La situación de la arquitectura, hoy día, está en mucha mayor contradicción con los criterios de la filosofía de la historia y es mucho más mezquina que en las postrimerías del siglo pasado y en los primeros treinta años del nuestro; entonces, por lo menos, había un arte relacionado con ciertas necesidades intelectuales de su tiempo: la belleza tenía un ideal, un fin, una base y, aunque se la buscase muchas veces en vano y sólo se encontrase una uniformidad monótona, frecuentemente molesta, en cualquier caso era seria y no indigna de un pueblo. Ahora la arquitectura, salvo raras excepciones, no es más que un pasatiempo de la fantasía, una ingeniosa combinación de formas, una divagación de lápices, compases, reglas y escuadras. Pese a todo, el organismo arquitectónico sigue existiendo e, incluso, en estos últimos años ha mejorado; sin embargo, el simbolismo divaga y presenta síntomas de locura, con algunos intervalos de lucidez. De la tiranía aritméticamente clásica no podía derivarse más que el actual desbarajuste. ¿Quién sabe? Quizá de la anarquía presente nazca el verdadero arte, arte que es la libertad de la fantasía regulada por la razón.²⁷
En Inglaterra, George Gilbert Scott (1811-1878) observa:
“Nada más sorprendente en la actualidad que la ausencia de un verdadero poder creador en la arquitectura. No me refiero a los artistas en particular. Hay muchos hombres que, en condiciones más favorables, hubieran producido grandes e incluso originales obras. Siempre es notable lo hecho por cada hombre de genio en las actuales circunstancias, pero no hemos creado un estilo nacional, ni parece probable que, por ahora, suceda algo semejante. Hemos roto con la tradición que mantenía la continuidad en la historia del arte hacía de cada estilo un desarrollo natural del anterior. Por todas partes topamos con reproducciones de los antiguos estilos, intentos de hacer revivir las tradiciones perdidas; pero ni rastro de cualquier poder creador de las nuevas formas de belleza propias de las nuevas necesidades. Ciertamente, se hace difícil ver cómo, una vez rota y agotada la tradición, pueda iniciarse una nueva genuina arquitectura. Debemos tener en cuenta esta circunstancia entre las desconocidas posibilidades del futuro.”²⁸
Estos autores no sugieren nada concreto para salir del actual estado de confusión y encontrar un estilo nuevo, pero atestiguan que el problema está en el aire, preparando el terreno para acoger las ya próximas iniciativas de Horta, de Van de Velde, de Wagner que se enfrentan así a una exigencia común....
... Una segunda ocasión para comparar las experiencias de vanguardia es la Exposición Internacional de Turín de 1902. La, cultura italiana da precisamente en esos años signos de nueva vitalidad y hace un esfuerzo importante, si no por ser incluida en el debate europeo, al menos por no quedarse atrás respecto a los acontecimientos de más allá de los Alpes.
En 1892 se empieza a publicar la revista Arte italiana decorativa e industrial, dirigida por C. Boito; en 1895 aparece Emporium, la otra revista de arte decorativo del Instituto de Artes Gráficas de Bérgamo. Al principio, las dos revistas están inspiradas por un digno eclecticismo. El pensamiento de Boito-que publica en 1893 en la editorial Hoepli su libro Questioni pratiche di belle arti-no sale del ámbito del eclecticismo, pero advierte agudamente las contradicciones y fermentos de la cultura contemporánea. En este ambiente, pobre de energías autónomas, pero atento y receptivo, los movimientos de vanguardia europeos encuentran eco desde 1900 y hacen surgir cierto número de obras y discusiones no convencionales.
pág.342. La difusión del Art Nouveau.
Una segunda ocasión para comparar las experiencias de vanguardia es la Exposición Internacional de Turín de 1902. La, cultura italiana da precisamente en esos años signos de nueva vitalidad y hace un esfuerzo importante, si no por ser incluida en el debate europeo, al menos por no quedarse atrás respecto a los acontecimientos de más allá de los Alpes.
En 1892 se empieza a publicar la revista Arte italiana decorativa e industrial, dirigida por C. Boito; en 1895 aparece Emporium, la otra revista de arte decorativo del Instituto de Artes Gráficas de Bérgamo. Al principio, las dos revistas están inspiradas por un digno eclecticismo. El pensamiento de Boito-que publica en 1893 en la editorial Hoepli su libro Questioni pratiche di belle arti-no sale del ámbito del eclecticismo, pero advierte agudamente las contradicciones y fermentos de la cultura contemporánea. En este ambiente, pobre de energías autónomas, pero atento y receptivo, los movimientos de vanguardia europeos encuentran eco desde 1900 y hacen surgir cierto número de obras y discusiones no convencionales.