Imprimir

MUMFORD, Lewis

  • Sociólogo, Historiador, Filósofo y Urbanista
  •  
  • 1895 - Flushing. Nueva York. Estados Unidos
  • 1990 - Amenia. Nueva York. Estados Unidos
imagenes/13031_1.jpg imagenes/13032_1.jpg imagenes/13033_1.jpg imagenes/13034_1.jpg imagenes/13035_1.jpg imagenes/13036_1.jpg autores/1444_7.jpg

Lewis Mumford ha sido tildado de "último humanista del siglo XX" y "erudito entre los eruditos", Sostenía la idea de que la cultura tecnológica había deshumanizado a la sociedad y que debíamos regresar a una perspectiva que situara las emociones, la sensibilidad y la ética en el centro de la civilización. Por eso, Mumford escribió:  "En América durante el último siglo, hemos agotado los suelos, talado los bosques, hemos colocado las industrias en los lugares equivocados, hemos gastado sumas enormes en transportes innecesarios, aglomerado la población y reducido la vitalidad física de la comunidad sin preocuparnos inmediatamente de las consecuencias de nuestros actos". Durante este periodo, "nos ha convenido ignorar la realidad básica de nuestra tierra: sus contornos y paisajes, sus áreas de vegetación, sus fuentes de energía [y] minerales, su industria, sus tipos de comunidad..."


 


COLQUOUN, A., La arquitectura moderna una historia desapasionada. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


Págs. 35-55. “Organicismo frente a clasicismo: Chicago, 1890-1910” 


pág.36 La expresión "Escuela de Chicago" la usó por primeravez en 1908 Thomas Tallmadge para referirse al grupo de arquitectos de obras residenciales cuya actividad de se desarrolló entre 1893 y 1917 y al que pertenecían tanto él mismo como Frank Lloyd Wright (1867-1959); hasta 1929 no se aplicó también a los arquitectos de obras comerciales de las décadas de 1880 y 1890, por iniciativa del crítico de arquitectura Henry-Russell Hitchcock (1903-1987) en su lilbro Modern Architecture: Romanticism and Reintegration. Hitchcock asoció a ambos grupos de arquitectos con los simbolistas "premodernos" como Victor Horta; y en la década de 1940 hio una nueva distinción entre las fases comercial y residencial de la escuela. Pero en su uso actual se ha producido un vuelco completo y la "Escuela de Chicago" suele referirse ahora a la arquitectura comercial de las décadas de 1880 y 1890, mientras que el trabajo de Wright y sus colegas se engloba en la "Escuela de la Pradera". Esta es la terminologia que e adoptará aquí. 


La importancia de la Escuela de Chicago fue reconocida durante las décadas de 1920 y 1930, como atestiguan los escritos de Hitchcock, Fiske Kimball (AmerIcan Architecture, 1928) y Lewis Mumford (Las décadas oscuras, 1931). Pero quien le dio una pretensión de modernidad completamente nueva fue el historiador de arte suizo Sigfried Giedion (1888-1968) en su libro “Espacio, tiempo y arquitectura” (1940), donde la Escuela de Chicago se presentaba, según la terminología de Hegel, como una etapa mas dentro del avance progresivo de la historia.


p.231... Dada la falta de una conexión comúnmente aceptada entre la vanguardia y la reforma social, no es de extrañar que Hitchcock y Johnson enfatizasen los aspectos puramente estilísticos del movimiento moderno. Pero había otras voces; por ejemplo, en paralelo con la exposición El Estilo Internacional, el MoMA montó otra sobre vivienda social – organizada por el crítico de arquitectura Lewis Mumford (1895-1990) y su ayudante Catherine Bauer – que incluía ejemplos del movimiento arts&crafts y de la Neue Sachlichkeit alemana.


Los escritos de Mumford en la década de 1920 todavía llevaban la impronta del rechazo de William Morris a la tecnología moderna. Pero hacia el final de la década, Mumford fue cayendo gradualmente bajo ese influjo del evolucionismo optimista del urbanista escocés Patrick Geddes. Según Geddes, la fase “paleotécnica” en la que se encontraba la civilización daría paso a una fase neotécnica” en la que  la electricidad sustituiría al carbón como fuente de energía y los principios biológicos reemplazarían a los mecanicistas. Tras visitar las nuevas viviendas de la Alemania de Weimar en 1932, Mumford quedó convencido de que esa fase neotécnica estaba en ciernes. Sus libros Teoría y civilización (1934) y La Cultura de las ciudades (1938) contenía la sencia de su nueva filosofía.


... En su gira alemana, Mumford estuvo acompañado por Catherine Bauer, una joven escritora cuya visita al Nuevo Francfot de Ernst May, dos años antes, le había hecho pasar, en sus propias palabras “de ser una esteta a transformarse en una reformadora social”. Tras el material de investigación recopilado en la gira alemana en un libro, Modern Housing, Bauer llegó a ser reconocida como la principal experta norteamericana en vivienda social. A diferencia de Mumford, Bauer se dio cuenta de que el éxito de la vivienda social en Estados Unidos dependía de una acción política de base. En 1934 llegó a ser directora del Congreso de Vivienda Social en Philadelphia, fundado por el arquitecto Oskar Stonorov junto con John Edelman (del sindicato de trabajadores de Calcetería) y cuyo propósito – finalmente malogrado – era crear una cooperativa de viviendas subvencionadas para el sindicato.


El entusiasmo de Mumford y Bauer por el movimiento alemán a favor de la vivienda ha de verse sobre todo el fondo de la apertura general a las ideas sociales europeas que caracterizó la política del New Deal, ya que la administración de Roosevelt buscaba maneras de aliviar los efectos de la gran depresión económica. Pero el flujo de ideas a través del Atlántico en el período de entreguerras no se produjo sólo de este a oeste.


"Pax americana: la arquitectura en Estados Unidos, 1945-1965"


p. 231-245."Kahn era firmemente partidario de las ideas comunitarias expresadas por autores como Lewis Mumford, Paul y Percival Goodman y Hannah Arendt, y compartía su fe en la necesidad de una arquitectura cívica que inculcase en la gente el sentido de los objetivos comunes y de la participación democrática"


...


MONTANER, Josep María.,   Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008. 


págs. 64-89.“Sistemas orgánicos” 


Autores tan diversos como Pattrick Geddes, Ebenezer Howard, Frank Lloyd Wright o Lewis Mumfordtuvieron en común la búsqueda de una ciudad viva, el intento de conciliar lo urbano con lo agrario, el pensamiento de la ciudad y el territorio desde el equilibrio medioambiental y la defensa del naturalismo, la tendencia hacia la planificación regional y el recurso a las morfologías orgánicas de los ecosistemas.


---


MONTANER J.M. MUXI Z.,  Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 27-78.“Historias”


Robert Moses (1888-1981), el drástico reformador de la ciudad de Nueva York entre 1934-1968, empezó como un comisionado para los parques e introdujo en ellos todo tipo de equipamientos para el ocio, como áreas de juego y piscinas. Continuó su labor con operaciones de renovación urbana y con la introducción de vías rápidas y potentes infraestructuras de gran escala – conductores de agua, alcantarillado, almacenes, puentes, túneles y autopistas – además de los parques y de los nuevos conjuntos de viviendas en bloques y torres altas, en un drástico programa de renovación urbana de los antiguos y degradados tenements, desplazando de este modo a la población existente. Se trata de una auténtica puesta al día del despotismo y capacidad de transformación que el barón Haussmann implantó a mediados del siglo XIX en Paris. Su ambición le llevó a contribuir fuertemente en la promoción de hitos monumentales en Nueva York, como la sede de la ONUo el Lincoln Center, lo que generó fuertes plusvalías para Rockefeller, el propietario del suelo de la zona. Sus métodos fueron muy controvertidos y sus iniciativas provocaron duras críticas desde el pensamiento urbano progresista, de parte de autores como Lewis Mumford, Jane Jacobs o Charles Adams. Uno de sus proyectos más polémicos y destructores en el Upper-West Sidedio lugar a duros informes (de 1951 y de 1954) del Women´s City Club de New York, donde se analizaban las nefastas consecuencias humanas del proyecto, especialmente entre la población afroamericana.  Sin embargo, su proyecto más impopular fue la vía rápida en Washington Square Park, que, entre 1952 y 1948, provocó una dura lucha de un grupo de madres de Greenwich Village, entre ellas Jane Jacobs, quienes consiguieron parar un proyecto tan depredador. Hubo muchos otros conflictos que Moses perdió – como el puente de Brooklyn-Batteryo el proyecto de derribo del Castle Clinton- y que ganaron los defensores del patrimonio. El fin de su poder fue el símbolo de la degradación del paradigma de ciudad moderna basada, sobre todo, en el acceso del automóvil, las torres de vivienda para pobres no blancos, la vivienda unifamiliar suburbana para la clase media blanca y el planeamiento top-down (“de arriba abajo”). A pesar de formar parte de la ciudadanía de a pie y de su fragilidad comparadas con el poder, las ideas de sus opositores siguen siendo vigentes hoy en día. Si bien el modelo de Moses se ha demostrado fallido, los tecnócratas del urbanismo continúan defendiendo este modo de hacer top-down, despiadado y sin matices, frente a un urbanismo bottom-up más democrático, no especulativo y atento a la variedad y la complejidad de la realidad...


Págs. 115-158.“Metrópolis”


LOS SUBURBIOS Y LAS URBANIZACIONES CERRADAS


            Por último, una parte esencial de la ciudad global queda definida por los conjuntos residenciales cerrados, que adoptan situaciones, morfologías y tipologías muy definidas, y que son una continuación de la tradición antiurbana del suburbio, desarrollada tras la lI Guerra Mundial.


            Una parte de la población de las grandes ciudades, ya sean de países desarrollados o en desarrollo, generalmente aquellos que no valoran la memoria urbana ni comprenden que la esencia de la ciudad en la diversidad elige vivir fuera de las ciudades en los mal llamados barrios o comunidades cerradas, mal llamados puesto que solo son urbanizaciones y no tienen las cualidades de un barrio ni de una comunidad. Se trata de una especie de no lugareso espacios sin memoria, de acceso restringido, que constituyen vulgarizaciones de una vida feliz, utópica y sedada, donde se ha eliminado lo incierto y lo imprevisible. Pretendido oasis de calma y seguridad, a ellos no pueden acceder los miembros de otras culturas y de menos recursos económicos. Una vida edulcorada y falsa en un lugar donde todos pretenden ser iguales. Dicho fenómeno se extiende por todo el planeta, desde Estados Unidos, México o Chile hasta la India o los Emiratos Árabes.


Las raíces y consecuencias del suburbio han sido ampliamente analizadas. En su libro Las estructuras sociales de la economíaPierre Bourdieuexplica la estrategia promovida por Albin Chalandon, ministro de Infraestructuras de Francia en 1968, para conseguir que el Estado se retirara del sector de la construcción gracias al desprestigio de la vida en bloques y edificios colectivos para, a partir de 1969, promocionar concursos internacionales de casas unifamiliares de acuerdo con las empresas del sector. En su libro Vida urbana e identidad personalRichard Sennett demuestra que la razón más profunda de la aparición del suburbio es la voluntad de intensificar los lazos de la familia tradicional como microcosmos en una vida tranquila y sin conflictos, en un escenario homogéneo, ajeno a la diversidad urbana.


            Efectivamente, la vida en el suburbio o en la urbanización cerradaes solo para la familia nuclear tradicional y excluye a quienes son diferentes: personas que viven solas, parejas gais, parejas sin hijos, parejas mayores, jóvenes, separados; en definitiva, todos aquellos que no viven en una estructura familiar convencional, las nuevas familias o los nuevos tipos de unidades de convivencia. Lewis Mumford explicó los efectos negativos del esparcimiento de los suburbios tras haber abandonado la lógica del transporte ferroviario y haberlo sustituido por el tráfico privado del automóvil que permite extender, sin límites, las carreteras y la urbanización por el territorio. También Jane Jacobs reivindicó la vida urbana de la ciudad densa frente a la vida en el suburbio, una vida que se había promocionado a base de desprestigiar la ciudad histórica


            Paradójicamente, las urbanizaciones cerradas contemporáneas adoptan las morfologías de la ciudad jardín, realizando en forma de suburbio degradado la utopía de la ciudad con anillos verdes de Ebenezer Howard. Estas comunidades cerradas pretenden seguir criterios ecológicos de sostenibilidad, organizándose en torno a lagos artificiales, campos de deporte o pistas de golf, previa eliminación en el lugar de todo rastro de manto vegetal, de la vegetación autóctona y antigua y del agua preexistente, unos mecanismos totalmente carentes de autenticidad, pues ningún logro en la dirección de la sostenibilidad puede pasar por crear guetos para élites donde se pretenda eliminar la contaminación trasladándola a sus confines.


            Si la esencia de la ciudad es su carácter público, al convertir partes de ella en privadas, esta deja de tener su función y se convierte en una aberración. En realidad, esta negación de la ciudad existente como lugar para la vida pública no es más que un espejismo; el trabajo, la educación, el ocio y el suministro siguen dependiendo de la gran ciudad que se ha abandonado.


            Por otro lado, la búsqueda de referencias históricas mitificadas a la hora de realizar las viviendas se contradice con la imagen de los lugares de trabajo. Mientras los centros terciarios, conformadores de este urbanismo tardocapitalista, adoptan las formas de la alta tecnología, la vivienda adopta una imagen tradicional, aunque ambas se basen en el máximo control tecnológico. Paradójicamente, la tecnología como base de una vida urbana en constante mutación elige para el hábitat una imagen bucólica, intemporal y de falso pasado. Por ello, las tipologías arquitectónicas que se utilizan remiten a la nostalgia arcádica de casitas unifamiliares primitivas-bien sean de madera, ladrillo u hormigón, o vernáculas, victorianas o mediterráneas todo ello bajo el control férreo de un contrato mercantil donde se recortan las libertades y se establecen los derechos de cada quien, incluidas las recomendaciones formales para las viviendas.


---


GIEDION S.,  Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 739-771.“El urbanismo como problema humano" 


Lewis Mumford -que modestamente se describía a sí mismo como  “ verdadero discípulo” de Geddes, pero que naturalmente desarrolló aún más sus ideas- incluyó en su libro The Condition of Manvarias de las mejores concepciones de su maestro. Ahí encontramos como Geddes consideraba que la sociología evolucionaba a partir de labiología, y utilizaba esta idea para mostrar el desarrollo de la ciudad. Geddes -un escocés que vivió en la Outlook Tower de Edimburgo y que pasó muchos años en la India ejerciendo de manera fecunda y sutil la profesión de urbanista era al mismo tiempo provinciano y cosmopolita, y su figura sólo fue reconocida realmente una generación después de su muerte. Cuando se leen las palabras de Mumford (“La Escocia de Geddes abarcabd


Europa, y su Europa abarcaba el mundo”),resulta difícil no pensar en un pasaje del Retrato del artista adolescenteen el que James Joyce (Stephen Daedalus) identifica así su propia posición: saliendo de la situación estrictamente local del individuo para abarcar Irlanda, Europa, el mundo, el universo.


---


FUSCO Renato de ., Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste. Madrid,1992. 


Págs.351-381 .“La arquitectura orgánica“.


"Si descartamos la distinción de Giedion, demasiado simplista, de que «a través de la historia se perpetúan dos tendencias distintas -una hacia lo racional y geométrico, otra hacia lo irracional y lo orgánico». Intentaremos definir en un primer momento las características invariantes de la arquitectura orgánica... 


... Es posible desarrollar un debate sobre esta corriente (organicista) sin considerar inicialmente la aportación de estos dos maestros (Aalto y Wright), como lo demuestra el hecho de que se ha hablado de organicismo con mucha anterioridad y con Independencia de la aparición de Wright. 


En efecto, y sin necesidad de remontarse a León Battista Alberti, a Vasari o a Burckhardt, toda la cultura estética, critica y teórica de la arquitectura europea de finales del XIX y comienzos del XX está impregnada, en mayor o menor medida, de organicismo. También es orgánica, en un sentido amplio del término que comprenda el design y la urbanistica, la línea de pensamiento que parte de Ruskin y Morris, participa en la cultura del Einfühlung (la abstracción), recibe con Wright su más alto momento expresivo, que engrosa la contribución de la escuela escandinava y sirve de base la corriente urbanística que desde Howard, pasando por Geddes, alcanza hasta Mumford. Por tanto, sin representar el paralelo romántico del racionalismo, como ha sido erróneamente interpretado por algunos, la arquitectura orgánica constituye una actitud cultural peculiar y autónoma, cuyos signos se manifiestan antes, durante y después del período racionalista."


---


BANHAM, R., Teoría y diseño en la primera era de la máquina. Edit. Paidos. Barcelona, 1977.


Págs. 245-264.“Conclusión: Funcionalismo y Tecnología” 


Hacia 1925, ya era usual utilizar la palabra Funcionalismo para calificar a la arquitectura avanzada de 1920-1930 y al grupo de precursores, que ya había sido señalado por escritores como Siegfried Giedion. Sin embargo, dejando de lado el breve episodio del Grupo G en Berlín, cabe dudar que las ideas implícitas en el funcionalismo e incluso —e incluso la palabra misma— ocuparan un lugar de importancia en el pensamiento de los arquitectos influyentes de esa época. Quizá los eruditos se preocupen por debatir la fecha exacta en que se utilizó por primera vez esta engañosa palabra para designar al Estilo Internacional, pero poca duda cabe de que la primera oportunidad significativa fue la aparición del libro de Alberto Sartoris Gli Elementi dell'Architettura Funzionale, publicado en Milán en 1932. La responsabilidad del término recae sobre los hombros de Le Corbusier: el libro debía llamarse originalmente Architettura Razionale o cosa parecida, pero en una carta incluida como prefacio a la obra, Le Corbusier escribe:


El título de su libro es limitado: es un verdadero inconveniente verse constreñido a poner la palabra racional a un lado de la barricada y dejar sólo el término académico del otro lado. En lugar de racional, digamos funcional...


 La mayoría de los críticos de la década se sintieron perfectamente satisfechos con esta sustitución de palabras, aunque no de ideas, y funcional se ha interpretado —casi sin excepción— en el sentido limitado que Le Corbusier atribuía a racional. Esta tendencia culminó en el renacimiento de un determinismo al estilo del siglo XIX, tal como el que habían rechazado tanto Le Corbusier como Gropius, resumido en la vacía frase de Louis Sullivan:


La forma sigue a la función.


 Como credo o programa, funcionalismo tiene quizá cierta nobleza austera, pero desde el punto de vista simbólico es una palabra muy pobre. Aunque consciente de su propia austeridad y nobleza, la arquitectura de la década 1920-1930 estaba intencionalmente cargada de significados simbólicos, luego descartados o ignorados por sus apologistas en 1930-1940. Esta decisión de luchar en un frente más restringido reconoce dos motivos principales. En primer lugar, la mayoría de esos apologistas no provenía de los países que más habían hecho para crear el nuevo estilo —Holanda, Alemania y Francia— y llegaron a él demasiado tarde. No pudieron, pues, participar en esos intercambios de ideas, choques de hombres y movimientos, congresos y polémicas que dieron forma a las líneas principales de pensamiento y de práctica antes de 1925, y eran extraños a las condiciones locales que matizaban a todos esos hechos. Así, por ejemplo, el suizo Siegfried Giedion sólo conoció el final de este proceso en 1923; el italiano Sartoris lo desconoció casi por completo; pese a su agudeza sociológica, el estadounidense Lewis Mumford estaba demasiado lejos para tener un sentido real de los problemas estéticos implícitos en los acontecimientos mencionados y de ahí sus tergiversaciones, en gran parte desencaminadas, sobre el problema de la monumentalidad.


 El segundo motivo para decidir la lucha en un frente más estrecho fue la imposibilidad de elegir entre luchar o no luchar. Políticamente proscrito en Alemania y Rusia y económicamente inválido en Francia, el Estilo Internacional y sus amigos luchaban por un asidero en la Italia fascista —políticamente suspicaz—, en la estéticamente indiferente Inglaterra y en los Estados Unidos, agobiados por la depresión. En esas circunstancias, convenía defender la nueva arquitectura o abogar por ella sobre bases lógicas y económicas, en lugar de hacerlo sobre bases estéticas o simbolistas, que nada podían despertar sino hostilidad. Quizás haya sido una buena táctica —cabe discutirlo—, pero fue por cierto una interpretación errónea. En la creación del estilo, la emoción había desempeñado una parte mucho mayor que la lógica; los edificios de bajo costo habían estado revestidos de emoción, pero no era un estilo intrínsecamente más económico que cualquier otro. Para citar las palabras de Gropius sobre la Bauhaus y su relación con el mundo de la era maquinista, la verdadera finalidad del estilo había sido, evidentemente,


...inventar y crear formas nuevas que simbolizaran ese rumbo


 y su justificación histórica debe encontrarse en el respeto a tales formas simbólicas.


  


 


 

Subir