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CURTIS William. J., La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 567- 587.“ Modernidad, tradición e identidad en los países en vías de desarrollo”  


Donde el simple cobijo era el problema, la sensibilidad regionalista podía parecer un lujo remoto, pero todavía era posible tratar los encargos institucionales o de clase media como un laboratorio para la exploración de ideas que pudiesen tener una aplicación más amplia en el futuro. Como siempre el valor arquitectónico residiría en la síntesis convincente de lo práctico, lo estético y lo simbólico, y en la creación de cierta unidad en armonía con el entorno. Las construcciones vernáculas podían proporcionar algunas claves para alcanzar estos fines al revelar modelos de adaptación seculares. Pero la intención rara vez era hacer una arquitectura ‘local’; más bien se trataba de recurrir a las corrientes vitales del desarrollo del mundo contemporáneo y adaptarlas a las circunstancias particulares. Los principios en que se apoyaban las campesinas y esos monumentos del pasado que se creía que ejemplificaban los rasgos nacionales o regionales, debían traducirse en materiales y vocabularios completamente distintos. En una situación poscolonial, la búsqueda de las ‘raíces’ con frecuencia iba acompañada por una intensa necesidad de pertenecer a un mundo grande. Los arquitectos de los países en vías de desarrollo en las décadas de 1960 y 1970 descubrían a veces paralelismos entre los principios autóctonos y las ideas modernas con un carácter arcaico o primitivista.


El trabajo de arquitectos indios como Charles CorreaBalkrishna DoshiAchyut Kanvide o Raj Rewal pone de manifiesto un cruce de esa clase. En la India, la arquitectura moderna parecía ofrecer una expresión adecuada para un orden secular poscolonial por encima de las diferencias de casta y credo (algo que un fugaz estilo ‘neohindú’ no fue capaz de hacer en la década de 1950). Las ásperas obras tardías de Kahn y Le Corbusier proporcionaran un importante estimulo, especialmente porque ya encarnaban una reacción a la cultura, la tecnología y el clima locales. Sin embargo, la generación que alcanzo su madurez en la época de 1960 no copió esos ejemplos de un modo servil; más bien lo tomaron como un punto de referencia general, al tiempo que buscaban, poco a poco, un modelo espacial diferente, relacionado de un modo más auténtico con el cambio constante y la ambigüedad de la vida india y, por supuesto, con los rigores de las condiciones atmosféricas.

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