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pág.12-19 Transformaciones culturales: la arquitectura neoclásica, 1750-1900.
"Este desafío a la ortodoxia vitruviana fue compilado por el abate Jean-Louis de Cordemoy en su libro Nouveau traité de toute l’architecture (1706), en el que reemplazaba los atributos vitruvianos de la arquitectura -es decir, utilitas, firmitas y venustas (utilidad, solidez y belleza)- por su tríada propia: ordonnance, distribution y bienséance. Mientras que sus dos primeras categorías se referían a la correcta proporción de los órdenes clásicos y a su apropiada disposición, la tercera introducía la noción de decoro, con la cual Cordemoy advertía contra la inadecuada aplicación de los elementos clásicos u honoríficos a las construcciones utilitarias o comerciales. Así pues, además de mostrarse crítico con el Barroco -que era el último estilo público retórico del Ancien Régime-, el Traité de Cordemoy anticipaba la preocupación de Jacques-François Blondel por la expresión formal apropiada y por una fisonomía diferenciada para adaptarse al variable carácter social de los distintos tipos de edificios. En esa época ya se empezaba a afrontar la articulación de una sociedad mucho más compleja.... La tarea de integrar la teoría de Cordemoy la magnum opus de Soufflot según la tradición académica francesa recayo en J.F. Blondel, quien tras abrir la escuela de arquitectura de la Rue de la Harpe en 1743, se convirtió en el maestro dela denominada generación “visionaria” de arquitectos, que incluía a E.L. Boullé, Jacques Gondoin, Pierre Patte, Marie Joseph Peyre, Jean Baptiste Rondelet y probablemente C.N.Ledoux. Expone Blondel sus principios en su Cours d´architecture publicado entre 1750-1770. Su ideal de iglesia estaba relacionado con Santa Genoveva y exibía destacadamente una fachada representativa, mientras articulaba cada elemento interno como parte de su sistema espacial continua cuyas vistas infinitas evocaban una sensación de los sublime. Este proyecto de iglesia señala la simplicidad grandeza que llegarían a impregnar la tarea de muchos de sus alumnos.
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Págs. 89-114 “La expresión en la arquitectura de después del Movimiento Moderno”.
La arquitectura moderna se enfrentó a uno de los conceptos que había asumido la tradición académica. El concepto de “carácter”, tal como lo reelavoró Antoine-Chrysostone Quatrèmere de Quincy, desde la Encyclopédie méthodique (1788), en la que escribió el largo artículo “caractere”, hasta el tardío Dictionnaire Historique de l’Architecture (1832), constituye una síntesis racional de los diversos tratados de Germain Boffrand (1745), Jacques-François Blondel (1771-1777) y Etinne-Louis Boulée (1793). Todo ello encuentra su expresión en el concepto de architecture parlante en la inspiración inicial en la naturaleza y en las cuatro estaciones tal como se manifestó en la segunda mitad del siglo XVIII. Boulée habló del carácter grave, sublime, agradable, elegante, pintoresco, ligero, triste, alegre, pomposo y noble. Robert Morris había hablado en sus Lectures on Architecture (Londres, 1734) de tres clases de arquitectura: grave, jovial y encantadora. Se podría hablar también de carácter masculino, femenino, sereno, simple, etc. Nicolás Le Camus de Mézières insistió en que incluso cada espacio interior debe tener su carácter particular. Según él cada objeto posee un carácter que le es propio. En esta sistematización de las sensaciones y de lo irracional a través de la luz y los colores,Le Camus estableció diversos tipos de carácter: distintivo (la ligereza de la arquitectura gótica), esencial (solo lo poseían los egipcios y los griegos), ideal (las obras de los genios que escapan a las reglas) e imitativo (el que obedece a reglas).
Quatremère de Quincy propuso una síntesis cartesiana de dicha atribución de carácter a la composición estableciendo tres tipos -esencial, distintivo y relativo (ideal e imitativo)- y fundamentando los diferentes estilos en razón de diferentes orígenes y condicionantes climáticos: la cueva y la profundidad en los pueblos cazadores de la India; la verticalidad y ligereza de la tienda de campaña de los pastores de China; y la naturalista cabaña primitiva -con columnas y frontones- de los pueblos europeos agricultores en Grecia (la armonía) y Roma (el lujo)....
...La labor de integrar la teoría de Cordemoy y la obra magna de Soufflot para formar la tradiciòn académica francesa recayó en Jacques-François Blondel, quien, tras abrir su escuela de arquitectura en la Rue de la Harpe en 1743, se convirtió en el maestro de esa generación de arquitectos denominados ‘visionarios’ que incluía a Étienne-Louis Boullée, Jacques Gondouin, Pierre Patte, Marie-Joseph Peyre, Jean-Baptiste Rondelet y Claude-Nicolas Ledoux, probablemente el más visionario de todos. Blondel estableció sus principales preceptos -relativos a la composición,el tipo y el carácter- en su Cours d’architecture, publicado entre 1750 y 1770. Su diseño de iglesia ideal, incluido en el segundo volumen del Cours, estaba emparentado con Ste-Geneviève y presentaba del modo prominente un frente representativo, al tiempo que articulaba cada elemento interior como parte de un sistema espacial continuo cuyas vistas infinitas evocaban el sentido de lo sublime. Este proyecto de iglesia insinuaba ya la sencillez y la grandeza que iban a inspirar las obras de muchos de sus alumnos, sobre todo Boullée, quien a partir de 1772 dedicó su vida a proyectar edificios tan vastos que hacían imposible su realización.
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Págs. 995-1051."El arte arquitectónico y el paisaje de la industria, 1800-1850 "
Pág. 1004, Una cuestión de estilos.
Interludio napoleónico.
Pero el urbanismo napoleónico tenía otra cara más positiva. El emperador, un ex-oficial de artillería, tenía un gran genio para la administración. Los planificadores en que confió tendían a ser sus propios prefectos y ministros trabajando conjuntamente con los ingenieros del estado. Se dedicó, por primera vez, una seria atención a la planificación, al mismo nivel que a los temas administrativos, sociales y económicos, al prolongada con trechos nuevos fuera de Francia, para impulsar los centros estratégicos del territorio imperial. La conexión entre Paris y Milán a través del Paso de Simplon, por ejemplo, fue abierta 1806. Tanto en la planificación regional como en la urbana, el uso de la tierra, la circulación y la salud eran consideraciones prioritarias.
Y la educación en el terreno del diseño arquitectónico tal como fue renovada bajo Napoleón tuvo consecuencias diversas. La tradición académica arquitectónica en Francia había crecido rápidamente a partir de los días de Colbert. Se basaba en el currículum oficial de la Academia de Arquitectura, que estaba organizado en torno a una serie de competiciones con jurados; en la Escuela Francesa de Roma, a donde eran enviados los ganadores de las pruebas más importantes para una estancia prolongada; y en un cuerpo teórico formulado en los escritos y conferencias de los grandes profesores como Soufflot, Jacques-François Blondel (1705-1774), y Boullée. Este constituía el único programa formal de educación arquitectónica de occidente, y cuando el estatuto de 1762 admitió por primera vez a estudiantes extranjeros, acudieron en número cada vez mayor, especialmente de Alemania y Rusia. Se daba la mayor importancia al diseño, a la arquitectura como arte, pero la historia y la estructura no eran descuidadas. Soufflot estudió la resistencia a la comprensión de varios materiales de construcción. Otro profesor, Antoine Joseph Loriot, inventó un nuevo tipo de cemento derivado de la cal muerta, que patentó en 1774.
Después de la Revolución de 1789, cuando la Academia de Arquitectura y la Escuela de Roma estuvieron cerradas durante un tiempo, el sistema fue reactivado, pero con dos cambios importantes. Se acabó la independencia de la Academia; estaba, junto con la Academia de Pintura y la de Escultura, dentro de una entidad nueva, la Academia de Beaux-Arts. La arquitectura fue así, aliada oficialmente a las otras artes, debiendo pleitesía todas ellas al gran dibujo. Mientras tanto, se fundó una escuela técnica para formar ingenieros llamada École Polytechnique. Con ello se otorgaba el reconocimiento estatal a la importancia de la ingeniería civil moderna.
El cambio era inevitable. Los comienzos de la industrialización cargaron a la arquitectura con demandas técnicas, como los puentes para salvar grandes distancias, la construcción resistente al fuego y la manipulación específica de controles ambientales como la calefacción o la ventilación. Ahora, un cuerpo de técnicos respaldaría estas nuevas tareas, en Francia y en otros lugares, creando sus propios héroes y monumentos. Los ingenieros diseñaron un gran número de edificios, bien porque éstos requerían un cálculo matemático incomprensible para los arquitectos, o bien porque la naturaleza puramente utilitaria de las estructuras industriales de todo tipo parecía no merecer la sensibilidad artística de un arquitecto.
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