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RIDOLFI, Mario

  • Arquitecto
  •  
  • 1904 - Roma. Italia
  • 1984 - Marmore. Italia
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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 471- 489. “Disyunciones y discontinuidades en la Europa de los años 1950” 


La Italia de posguerra tenía algunos problemas similares a los de Alemania para desembarazarse de la mácula de los años 1930, pero en muchos aspectos la situación era completamente distinta. En primer lugar, Italia no había expulsado a sus principales talentos y, por tanto, poseía una cultura arquitectónica moderna más fuerte, que se podía continuar, modificar e incluso rechazar. En segundo lugar, el país tenía unos substratos de tradición que nunca desaparecían del todo, por muy radicales que fuesen las propuestas. Por el momento, el uso manifiesto del clasicismo era una vía cerrada (las abstracciones del clasicismo eran otra cuestión), pero había pocas conclusiones evidentes, y la década posterior a la guerra se caracterizó por sus vigorosos debates y polémicas en relación con el camino que debía tomar la arquitectura italiana.


Tanto la teoría como la producción eran más abundantes y más diversas que en Alemania, y había muchas posturas políticas. Los neorrealistas como Mario Ridolfi y Ludovico Quaroni (influidos por el neorrealismo del cine italiano) trataron de producir una imaginería enraizada en la conciencia proletaria y en la “realidad urbana cotidiana”.


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COLQUHOUN Alan., La arquitectura moderna, una historia desapasionada. Gustavo Gili. Barcelona, 2005. 


Pág. 183-192.Del racionalismo al revisionismo: La arquitectura en Italia, 1920-1965”


El neorrealismo. El estado artesanal de la industria de la construcción también fue el trasfondo del movimiento «neorrealista», que estaba estrechamente relacionado con el INA Casa.Este movimiento lo iniciaron los arquitectos Mario Ridolfi (1904-1984) y Ludovico Quaroni (rg1-1987) en una serie de proyectos de vivienda, entre ellos el barrio Tiburtino (1944-1954), obra de ambos, y las viviendas del Viale Etiopia (1950-1954), obra del primero, ambos en Roma. Estos proyectos hacían uso de un vocabulario constructivo basado en el Manuale dell'architetto de-Mario Ridolfi, publicado en 1946 por el Consejo Nacional de Investigación, que pretendía crear un esperanto vernáculo que fuese comprendido por corriente." Los proyectos de Ridolfi y Quaroni mostraban la influencia de las viviendas suecas y tenían mucho en común con los objetivos populistas de Sven Backström y Lief Reinius.Otro proyecto neorrealista el centro comunitario, no construido, para el barrio de Falchera, en Turín (1950) de Giovanni Astengo, parece directamente influido por el centro social Arsta, en Estocolmo, obra de los hermanos Ahlsén.


 


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BENEVOLO, L.,Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


 Págs. 621-669. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras.Los progresos de la arquitectura europea entre 1930 y 1940”


2.- Los resultados de las investigaciones marginales en Francia e Italia...


En Italia, como ya hemos dicho, los arquitectos modernos se comprometen, desde un principio, en el intento de adaptarse a las directrices del régimen fascista; mientras este intento sigue su curso y parece poder tener éxito, casi todas las obras, incluso las mejores, presentan un carácter demostrativo que falsea su carácter y que, hoy, a distancia de tiempo, las envejece completamente: así ocurre con los edificios modernos de la ciudad universitaria de Roma (con la parcial excepción del Instituto de Física de Pagano), con la estación de Florencia, con la Casa del Fascio en Como. En otros casos, los resultados de la injerencia política son todavía más graves: se buscan absurdos efectos monumentales, se tergiversan los volúmenes lisos del lenguaje racionalista por las murallas a lo Piacentini, como, por ejemplo, en el proyecto de Terragni para el palacio del Littorio en la via dell'Impero, o en muchos proyectos del concurso para la E 42 realizados por los racionalistas.


Sólo después de 1936, cuando han caído las ilusiones de poder controlar los grandes encargos oficiales, los mejores buscan ocasiones más limitadas y es aquí donde nacen las mejores obras de la arquitectura italiana anterior a la guerra: dos pabellones y una biblioteca en Roma, de M. Ridolfi; la sede de la Universidad Bocconi, en Milán, de Pagano y G. Predaval; algunos montajes de exposiciones, de Franco Albini (1905-1977); el barrio intensivo en la desembocadura del Bisagno en Génova, de Luigi Carlo Daneri (1900-1972); el dispensario de Ignazio Gardella (n. En 1905) en Alessandria; los hangares de Pier Luigi Nervi (1891-1979) en Orbetello . Tras cada una de estas obras existe una paciente y apasionada búsqueda personal -véanse los estudios de Ridolfi sobre modulación de puertas y ventanas y sobre muebles fijos que, sin embargo, se detiene inevitablemente cuando llega a determinada escala, más allá de la cual se convierte en pura teoría; el barrio «Milano verde de Albini, Gardella, Minoletti, Pagano, Palanti, Predaval y Romano, la «città orizzontale» de Pagano, Diotallevi e Marescotti, el barrio de Rebbio de Terragni y Lingeri no son más que propuestas demostrativas, hechas sabiendo que las posibilidades de realización eran muy remotas.


BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 813-941. "La segunda posguerra en Europa"


4.- La reconstrucción en Italia,Francia y Alemania.


En Inglaterra y Rusia con medios muy distintos - se cumple un excepcional esfuerzo para ajustar los programas urbanísticos a las exigencias de la reconstrucción y en los países escandinavos (donde el apremio de la reconstrucción es menos grave) el equilibrio entre compromiso urbanístico y compromiso edificativo ha sido ya alcanzado antes; en cambio, en los demás Estados implicados en la guerra - particularmente Italia, Francia y Alemania , la reconstrucción de la edificación no estimula una paralela reordenación urbanística, incluso, en los dos primeros casos, entra en conflicto con dispositivos urbanísticos existentes y adelanta su crisis.


 Así, las exigencias de la producción y las de la coordinación se oponen recíprocamente o, por lo menos, se manifiestan en dos ritmos distintos, dificultando gravemente la consecución de un nuevo equilibrio.


En Italia, este contraste se perfila de forma más grave, por el tamaño de las deficiencias en edificación que es necesario remediar - debidas no sólo a la guerra, sino también a circunstancias anteriores, producto de atrasos seculares y por la fragilidad de las instituciones urbanísticas. En Francia, queda atenuado por el carácter menos tumultuoso del empuje de la edificación, en Alemania por la mayor fuerza de los instrumentos de control urbanístico.


Italia sale de la segunda guerra mundial con destrucciones materiales no muy graves - alrededor del 5 % de las viviendas quedan destruidas -, pero recibe en este momento el golpe político y social más grave de su historia reciente.


 Un largo régimen autoritario ha caído sin la menor gloria, descubriendo de pronto lo precario de sus fundamentos; en cada campo de la cultura aparecen hombres nuevos, que sustituyen a los viejos, no tanto por las discriminaciones políticas, como porque la vieja clase dirigente, que vivió en el clima estrecho y artificial del proteccionismo fascista, se encuentra desorientada frente a la dimensión y complejidad de los nuevos problemas.


La nueva clase dirigente, compuesta por jóvenes o por personas perseguidas en la época anterior, está llena de entusiasmo, pero no puede llamarse verdaderamente preparada para enfrentarse con las nuevas tareas que la esperan. La polémica de oposición al fascismo ha actuado también como factor de limitación, dirigiendo las mejores energías hacia una tarea utilísima, pero sólo negativa. En el campo de la arquitectura, algunos de los que llevaron a cabo la primera batalla por la arquitectura moderna, y quizá los mejores, han muerto: G. L. Banfi, R. Giolli, G. Pagano, E. Persico, G. Terragni.


Al principio, todas estas incertidumbres se llegan a superar con una nueva e intensa sensación: la de haber vuelto a tomar contacto con la realidad, de ver con ojos nuevos, como por primera vez, todas las cosas circundantes y sobre todo las más cercanas, disfrazadas hasta entonces por la retórica patriótica o cubiertas por el velo de los lugares comunes. De esta sensación ha nacido el llamado «neorrealismo», que ha encontrado los medios más adecuados de expresión en el cine, pero que ha influido de varios modos en toda la cultura italiana. Los films de Rossellini y De Sica, por ejemplo, el teatro de Eduardo De Filippo, las pinturas de Guttuso, las arquitecturas de Ridolfi en Terni y el barrio Tiburtino en Roma tienen en común el deseo de ajustarse a la realidad cotidiana, concreta, circunstanciada, con preferencia para las formas populares y dialectales, el interés circunscrito al ambiente cercano, el rechazo de las abstracciones y exotismos.


Pero existen también importantes diferencias. Si se miran las fechas, se ve que el neorealismo arquitectónico llega con retraso de algunos años, cuando el neorrealismo cinematográfico, por ejemplo, entra ya en declive. El retraso cronológico es fácilmente advertible también en el tono: mientras que el cine, con la inmediatez de que es capaz, registra oportunamente el inestable, pero genuino acento de aquel breve período, la arquitectura lo recibe de rebote, de forma ya refleja y convencional, y cae más fácilmente de lo popular a lo folklórico, de la espontaneidad a lo artificial.


En un primer período, hasta 1947, el fervor y la actividad de los arquitectos se dirigen, sobre todo, a la técnica de la construcción; dado que no se construye casi nada, se presentan sobre todo estudios y proposiciones teóricas, a menudo desmañadas y diletantescas que pasan sin dejar gran huella, pero indican la convicción de que se debe empezar así, dominando los procesos técnicos y especialmente los procesos normales y corrientes que forman la práctica de la edificación italiana y aparecen de golpe ricos en interés y encanto (aquí está, realmente, la confluencia original con el neorrealismo).


Esta tendencia está documentada por los trabajos preparatorios para la VII Trienal de Milán (1947) y para el barrio QT8 anexo, y en Roma por el Manuale dell'architetto, compilado con inmenso trabajo por C. Calcaprina, A. Cardelli, M. Ridolfi, por cuenta del Consiglio Nazionale della Ricerche y por el Ufficio Informazioni degli Stati Uniti. A diferencia de los viejos libros, basados en una casuística teórica y centrados, principalmente, sobre problemas distributivos, como el Neufert, los autores de este manual han intentado recoger en un corpus orgánico los detalles de la construcción corriente en Italia y extraer una teoría de la práctica, evitando toda generalización. En este clima se desarrollan los estudios preparatorios de los arquitectos milaneses para el plan regulador de su ciudad - se crean muchos comités que se encargan de estudiar los distintos barrios - y para el plan regional del Piamonte, empezados ya durante la guerra y publicados en 1947 por G. Astengo, M. Bianco, N. Renacco y A. Rizzotti: se trata de un trabajo de análisis y de elaboración técnica, pero también de un viaje lleno de encanto hacia el descubrimiento de Italia y de su desconocido territorio.

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