Págs. 942-1023.”El cambio de los años sesenta”
5.-La búsqueda de nuevas direcciones.
De los protagonistas de la posguerra destaca Eero Saarinen, que muere en 1961. En sus últimas obras -los Morse y Stiles Colleges y el Ingall Rink en New Haven y la TWA Terminal en Nueva York- explora con audacia nuevas posibilidades compositivas y constructivas, que serán desarrolladas en el decenio siguiente. Entre los colaboradores de su último período de trabajo, se distinguen más tarde Kevin Roche (1922) -que junto a John Dinkerloo presenta en 1965 su primera obra que tuvo una amplia resonancia: el edificio de la Ford Foundation en Nueva York, recogido alrededor de un ambiente acristalado, animado con árboles y agua -y Cesar Pelli (1926), que trabaja en el estudio delos Gruen Associates y proyecta las obras más importantes de este grupo; el centro para congresos en Viena y el ayuntamiento de San Bernardino de 1969, el Rainbow Center Mall de Niagara Falls en los primeros años setenta.
Págs. 1027-1106.”La época de la incertidumbre”
3.-La batalla de las tendencias y las nuevas orientaciones de la búsqueda proyectual
Intentando una valoración en la mitad de los ochenta, podemos decir que la ola posmoderna – desmontada como programa específico - sigue siendo importante como línea divisoria de la cultura arquitectónica. Algunos resultados culminantes de la arquitectura de los años setenta (el Sainsbury Center de 1978; las últimas obras de Lasdun; el Teatro Nacional de 1977 y el edificio Bloomsbury de 1980, que unifica al paisaje de la Universidad de Londres; el gran centro cívico de Erickson en Vancouver, acabado en 1979; sin duda alguna, los mejores productos de aquel momento (Figs.1365,1366) son conclusivos de una búsqueda anterior y aparecen ya como lejanos. En cambio, el modo como los mejores arquitectos contemporáneos han atravesado este acontecimiento, clarifica tanto la escala de los valores personales como los problemas objetivos a los que debemos enfrentarnos en los próximos años.
En Norteamérica, el estudio Giurgola-Mitchell, después de una larga serie de obras de alto nivel pero de limitado tamaño, encuentra su gran ocasión ganando el concurso en 1980 (con R. Thorpe) par el nuevo parlamento de Australia en Canberra (Fig. 1367). El edificio debe ocupar una redonda colina perfilada por el plan de Griffin de 1913; los arquitectos han respetado esta conformación preexistente – que impone una simetría según dos ejes ortogonales – excavada en las laderas existentes situando el nuevo edificio a un nivel inferior al perfil verde de la colina, desarrollándolo en direcciones diagonales; así pues, se puede subir la cumbre para asomarse al patio central, coronado por una estructura de hierro que reproduce el perfil de la pirámide ideada por Griffin. Si la ejecución respeta esta imposición, tendremos un edificio monumental y reticente, donde el respeto por un lugar ideado en el pasado y la ausencia de prejuicios en la nueva proyectación se compensan armoniosamente.
El estudio de Roche-Dinkeloo sigue proyectando realizaciones muy importantes y de alta calidad; el hotel frente al edificio de las Naciones Unidas en Nueva York (1969-1976), los edificios para la dirección de la Richardson-Merell en WIlton (Connecticut) (1970-1974), para la FIAT en Turín (1973-1776), para la Union Carbide en Yorktown (1975-1980), la ampliación del Metropolitan Museum de Nueva York (1976-1978). Utilizan sin prejuicio alguno, una gama de formas, de acabados y de tecnologías variada, rigurosamente apropiadas a los lugares y a los usos, logrando una intensa caracterización que no se relaciona con una selección estilística preconcebida. El premio Pritzker de 1982 corona esta amplia labor.