Su amplio alcance, más que nada, hizo del plan un imposible. Los cambios propuestos habrían sido muy costosos. En una época en que había familias sin hogar y muchos luchaban simplemente por sobrevivir, era vital la rápida reconstrucción de la ciudad.
Tras el gran incendio de 1666 , Wren presentó ante el rey Carlos II el proyecto para una nueva metrópoli.Aunque el plan de Wren fue rechazado, 200 años después, cuando hubo una epidemia de cólera en Londres, expertos en salud afirmaron que si lo hubiera aceptado el rey Carlos II, se habría suprimido el laberinto de callejones sobrepoblados, y el índice de mortalidad se habría reducido en la tercera parte.El plan de Wren sólo implicaba expansión. Todas las calles nuevas se ajustarían a una de tres anchuras: 27, 18 o 9 m. Desaparecerían los callejones estrechos, típicos del viejo Londres.