“Unos libros y un sueño… El edificio es una construcción cualquiera en un jardín…. […] Son unos muros que quizá estaban en este lugar. Nosotros hemos estado intentando a través de diferentes caminos dar a la biblioteca un tipo de gravedad de laberinto. Una serie de habitaciones y jardines ensamblados de manera no lineal.” Enric Miralles.
Resulta imposible separar la evolución arquitectónica de Miralles con su sistema de representación tan propio: un grafismo constituido exclusivamente a base de líneas sinuosas, vinculado a una concepción fragmentaria y al collage. Miralles fracciona el edificio en usos. La planta matriz (la total) nace de la yuxtaposición y superposición de cada uno de estos elementos parciales que han sido estudiados individualmente o, como es el caso de Palafolls, a través de la fragmentación de un cuerpo. En cualquiera de los dos casos son parte clave los espacios o puntos de encuentro entre cada una de las piezas. Todo esto marca completamente el tipo de arquitectura que el autor genera.
En los 90s, en colaboración con Benedetta Tagliabue, Miralles sin dejar de dar su importancia característica a las plantas, comienza a experimentar con maquetas y será entonces cuando Palafolls pasa de ser una pieza lineal que se pliega sobre sí misma a trocearse/fragmentarse y convertirse en una serie de pabellones de cubiertas ondulantes. Serán, a posteriori, los planos y maquetas parciales, los que definirán la curvatura de las bóvedas, su construcción y espacialidad.
Algo opuesto sucede en el interior. Los muros, rectos, curvos y sinuosos nacen desde dentro o no, no se sabe, pero se prolongan hasta colonizar el exterior. En el interior estructuran el espacio. Permiten, a través de sus aperturas, que dentro todo sea continuo, fluido y dar al observador una percepción visual completa. Luego salen, nos dirigen la mirada al exterior y vemos que nos marcan el camino, juegan con la topografía y dan lugar a patios y jardines que se abren o se cierran.
El edificio, semienterrado, se comunica con el entorno. En planta con los muros que se extienden más allá, en sección son las cubiertas ondeantes las que dialogan con la topografía. Los muros, dispuestos en diagonal, sirven de soporte para cada una de las superficies abovedas que cubren cada uno de los espacios y la fragmentación en planta se transmite así a las cubiertas produciendo una dinamización del espacio y entradas de luz y reflejos por los laterales de las bóvedas que enriquecen la percepción espacial del interior.