Es una de las villas manierista más grandiosas. La construyó Giullio Romano para Federico Gonzaga, Duque de Mantua, uno de los mecenas renacentista más cultivados y eruditos. Giullio era arquitecto y pintor, trabajó con Bramante y era ayudante de Rafael. Cuando en 1524 dejó Roma para irse al norte de Italia como artista de la corte de los Gonzaga, llevó con él la sobriedad y la grávitas del estilo Bramante-Rafael, interpolado con su estilo personal. Las "maneras" de Giullio primaron al trabajar en esta villa, al estar libre del peso de la ortodoxia tanto de la antigua como de la nueva Roma. Su extraña imaginación quimérica se desató de forma más espectacular en sus frescos ilusionistas para las habitaciones interiores del Palazzo del Te, aunque también su arquitectura está llena de efectos complicados e inesperados.
El orgullo de la familia Gonzaga eran los caballos que criaban en una pequeña isla llamada Te, cerca de Mantua. El deseo era realizar un palacio para descansar y cenar cuando estuvieran ocupados en sus asuntos ecuestres, era la idea modesta con la que nació el complejo de la villa. Construido y decorado entre 1527 y 1534, el Palazzo del Te es una estructura baja y cuadrada, tazada alrededor de un patio, tras el que yace un extenso jardín formal al que se llega desde una de las alas del patio. Una estructura anterior se incorporó al nuevo proyecto. Giullio pensó que la arquitectura y decoración interiores fueran ricas y extravagantes y que estuvieran llenas de trucos, sorpresas y deleites inesperados para divertimento de los Gonzaga y sus invitados. Para articular tanto la fachada exterior como la interior, Giullio utilizó motivos clásicos familiares, pero jugó con ellos - combinándolos de formas ingeniosas y notablemente no clásicas- y trató cada fachada de manera diferente. El resultado fue una perturbadora ausencia de consistencia y uniformidad clásicas y todo el edificio estaba conjuntado por la conjunción de la ortodoxia familiar del Renacimiento Puro y las sorprendentes invenciones manieristas.Los bloques de piedra, biselados no por la acción del cincel sino por la aplicación de un acabado recién inventado, estaban combinados con obra de sillería muy refinada.Lisas pilastras dóricas marchan a través de la fachada en un ritmo complicado e irregular; muy juntas en las esquinas, más separadas en el siguiente paño.En el vestíbulo que venía de la entrada principal tenía unas abultadas columnas granuladas, que se han descrito como si pareciera que el mar las hubiera lavafo durante siglos. Lo más divertido de todo son los triglifos que "resbalan" y se salen de su sitiio llevando con ellos trozos de arquitectura y produciendo lo que algunos observadores pensaban que era emocionante sensación de un edificio al principio de un terremoto, aspectos e inestabilidad que contrastan totalmente con el reposo arquitectónico de los edificios romanos de dos décadas antes.
Estas irregularidades no son simplemente consecuencias de la voluntad de Giullio o su complacencia con la complejidad:representa el ajuste de su diseño para acomodar o enmascarar algunas de las asimetrías y desequilibrios de la estructura anterior que todavía formaba parte del edificio nuevo.