Descripción.- La actual Catedral de Santa María de Vitoria está ubicada en el extremo septentrional del cerro sobre el que se asentó la primitiva población de Gasteiz. Empezó su construcción a finales del siglo XIII prolongándose en su aspecto gótico predominante hasta los últimos años del siglo XIV.
Presenta un esquema de planta de cruz latina, de tres naves con cinco tramos, siendo la nave principal de mayor altura. Posee amplio crucero de tres tramos en cada brazo, con cuatro capillas rectangulares y girola, a la que se abren tres capillas poligonales. La cabecera tiene tres alturas escalonadas, la capilla mayor, la girola y las capillas absidiales. En cuanto al alzado interior destacan los paños laterales con arcos de medio punto que separan la nave central de las laterales, sobre los que se colocó un triforio corrido a lo largo de toda la iglesia, que da al conjunto una gran elegancia.
Dependencias.- Observando la planta se pueden distinguir dos intervenciones posteriores a la construcción del conjunto. La capilla Paternita que a los pies del templo, precede al destacado pórtico principal de la catedral que alberga la más destacada talla de todo el conjunto. Y la capilla de Santiago también de estilo gótico, construida a comienzos del siglo XIV, conforme a modelos del gótico levantino, que comunica con la catedral mediante un arco apuntado, abierto en el muro medianero del brazo derecho del crucero. De las dos torres proyectadas en un principio sólo llegó a realizarse una. Consta de dos cuerpos, el inferior de planta rectangular del siglo XVI. El segundo cuerpo es un rectángulo ochavado del siglo XVII, que tras el incendio de 1856 fue reconstruida por Martín Saracibar.
Pero si algo llama la atención del conjunto es el contraste entre la elegancia interior y el aspecto tosco que esta catedral muestra en su exterior, con predominio del muro sobre el vano, mostrando sobre todo en su cara norte un marcado aspecto defensivo con ausencia de ventanales, notable grosor del muro y lienzos cubiertos de arpilleras y troneras, recordando el carácter de templo-fortaleza que pudo desarrollar desde sus orígenes.
El templo fue en origen un iglesia parroquial, la más importante de la ciudad. Luego fue convertida en Colegiara en el año de 1498 y en Catedral en 1861.
Restauración integral.- La última restauración en estilo fue llevada a cabo por el arquitecto M. Lorente en 1960. El obispo manifestó en su reinauguración “que había catedral para los próximos 500 años”. Nada más lejos de la realidad. La catedral comenzó a tener anomalías, deformaciones y lesiones que han ido a más, corriendo el peligro de ruina, lo que hizo que los responsables de la misma cerrasen la iglesia al culto en torno a 1994, para redactar a partir de 1996 un plan Director de Restauración. Dicho plan ha hecho que la iglesia “se abra por obras”, cambiando la actividad religiosa inicial hacia la investigación arquitectónico-arqueológica y el turismo cultural de carácter mediático. Ambas labores han proporcionado importantes conocimientos científicos, han promocionado a la ciudad, recibiendo finalmente reconocimientos nacionales e internacionales a la labor que todavía se sigue realizando en la obra. Una simple restauración se ha convertido en un proyecto urbano, buscando lo que los expertos llaman “conservación integrada del patrimonio”, en el que la restauración de la catedral, no sea un verso suelto, sino que ayude a poner los medios para solucionar los problemas que presenta un casco antiguo de Gasteiz fuertemente degradado. La catedral volvería así a ocupar así el papel mediático del medievo, como núcleo revitalizador de la vida de la antigua Gasteiz, en este caso acompañado no de la fe sino de la cultura de masas propia del mundo postindustiralizado. (igual me he pasao)
A la luz de las últimas investigaciones, varias son las conclusiones que se han llevado a cabo en relación al mejor conocimiento de este templo. Afectando de forma directa a las características intrínsecas del mismo edificio arquitectónico.
Durante los más de 500 años de historia de la catedral, han sido más de cien las intervenciones documentadas.
Saliendo a la luz aspectos tan relevantes para el conocimiento del templo como que la mayoría de los vanos abiertos apenas tienen treinta años de antigüedad, que no existían arbotantes en la original obra gótica, o que el triforio tiene múltiples variantes no siendo realizado todo él en un mismo momento. Estos y otros datos que iremos exponiendo han llevado a un nuevo planteamiento a la hora de realizar la intervención.
La posición del edificio resulta fundamental para comprender el carácter del conjunto. Desde los pies del templo hasta la cabecera, existe un desnivel de 6 m. La construcción está construida pues en una profunda ladera, cuestión ésta nada desdeñable. La construcción en ladera pudo ser una de las razones de esta elección, y es evidente que la mayor ligereza de la solución en ladera facilitaba, enormemente el complejo problema que plantea la cimentación de una construcción pesada sobre un terreno inclinado.
Situada por tanto sobre un cerro que domina la llanada, los cimientos de la catedral se asentaron sobre construcciones preexistentes, una pequeña iglesia ubicada en la zona alta de la colina, una necrópolis que se desparramaba por la ladera y diversas estructuras de carácter defensivo. Dichas preexistencias afectaron a los cimientos de la misma catedral y fueron el punto de partida de la geometría de la cabecera. Los distintos estudios que se han llevado a cabo sobre la catedral, ya destacaban el carácter arcaizante de la cabecera, más propia de los modelos cistercienses que del gótico que muestra el interior del edificio. La razón de esta observación parece que no es otra que la adaptación del nuevo proyecto (época de Alfonso X 1251-1284) a la existencia de un proyecto anterior (época de Alfonso VIII 1158-1214) no llevado a cabo, y cuyo objetivo era la construcción de una iglesia fortaleza que ayudase a cerrar el perímetro urbano. De ella se conserva al exterior hasta una altura de 20 m. Aprovechando estos restos se ejecutó una sustancial construcción de la obra gótica, levando a cabo parte del alzado.
Pero buena parte del aspecto actual que presenta la catedral, se la debemos a las intervenciones realizadas en el siglo XIV, de la mano del monarca Alfonso XI realizando el resto del alzado y colocando las cubiertas que eran bóvedas constuidas con materiales ligneos. Dato que resulta de gran importancia para conocer los problemas estructurales que ha tenido el edificio a lo largo de los siglos.
Este templo se convierte en colegiata en 1496, lo que hace que los vecinos de Vitoria piense un una mayor dignificación de su catedral, realizando obras de engrandecimiento y embellecimiento del templo. Dichas intervenciones serían de fines del siglo XV y comienzos del XVI serían el origen en buena medida de los problemas que hoy tiene la catedral. Al margen de adornarse la capilla con interesantes sepulcros de incipiente renacimiento. Como comunidad próspera se cambiaron las cubiertas de madera levantándose bóvedas de piedra. La obra que se ejecutó durante el siglo XIV careció originalmente de arbotantes, los actuales son todos ellos muy posteriores, esto denuncia precisamente la ausencia de empujes. Por otra parte el elegante triforio existente, que aligera la resistencia del muro, no está ni mucho menos preparado para soportar el cambio de cubiertas, y tiene razón de ser en la medida en que se mantienen las cubiertas originales de madera, vaciándose incluso para su realización los pilares del crucero, lo que con otro tipo de cubiertas aumenta claramente la inestabilidad.
Estos adecentamientos alterarán de forma definitiva las iniciales condiciones de equilibrio. Siendo obligados en los siglos posteriores a construir los primeros contrafuertes exteriores. Sin atreverse a abrir los muros superiores, permaneciendo ciegos hasta prácticamente el siglo XX.
En 1647 ya se declara como edificio con amenaza de ruina generalizada, agravado por un incendio en 1856, lo que hizo intervenir al arquitecto Martín Saracibar con dos enormes contrafuertes para salvaguardar su estructura, sacrificando para ello varias capillas. Se pone remedio a algunos de estos problemas estructurales sin advertir que se corre el riesgo de generar otros.
La restauración llevada a cabo por M. Lorente en los años 60 del siglo XX, fueron guiadas por un carácter esteticista, sin entrar en los graves problemas estructurales que tenía la catedral. Es más se crea una nueva inestabilidad al eliminar los arcos codales de la nave central, sustituyéndolos por tirantes metálicos en las naves laterales, produciéndose un pandeo de los pilares hacia el interior de la nave central. Por otra parte en los brazos del crucero se han abierto ventanas, lo que aumenta los riesgos.
En definitiva se trata de una historia constructiva atormentada, que influye definitivamente en la estética del edificio, alejándose radicalmente de la aperente homogeneidad estilística que transmite su interior, sobre todo después de la restauración de 1960.