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FRAMPTON K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Págs. 226-233.“Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960” 


Un enfoque más cartesiano informó el diseño de Chandigarh, la nueva capital administrativa del Punjab, fundada en 1951. Puesto que allí el terreno era llano, el emplazamiento de los monumentos estuvo determinado por la imposición de una retícula proporcional. Le Corbusier ya había utilizado estas “líneas reguladoras” a una escala urbana en su Cité Mondiale de 1929, y en su centro de 1945 para St. DIé. Su descripción del Capitolio demuestra que estaba convencido de que tan delicados refinamientos eran perceptibles, cualesquiera que fuesen las distancias implicadas. “La composición del Parque del Capitolio, vasta como es ésta, se encuentra hoy regulada al centímetro en casi todas sus dimensiones, tanto en general cono en detalle. Tales son los medios, los poderes y los objetivos de la “proporción”. El hecho de que sir Edwin Lutyens hubiera realizado unos dispositivos modulares similares al diseñar Nueva Delhi, no le paso desapercibido a Le Corbusier, quien escribió apreciativamente acerca de esa nueva ciudad que fue “construida por Lutyens hace más de treinta años, con un extremo cuidado, gran talento y auténtico éxito. Los críticos pueden desbarrar tanto como quieran, pero el cumplimiento de semejante empresa merece respeto”.


A diferencia de Nueva Delhi o de la Cité Mondiale. Chandigarh consiguió monumentalidad sin referirse directamente al vocabulario tradicional del clasicismo occidental. Los chocantes perfiles de sus tres monumentos derivaron, en primer lugar, de una respuesta directa a la severidad del clima


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 PEEL Lucy, POWELL Polly, GARRET Alexander., Introducción a la Arquitectura del siglo XX. CEAC. Barcelona, 1990. 


Págs.66-69.“Arquitectura estatal” 


A principios del siglo XX, Edwin Lutyens se convirtió al Clasicismo y siguió dejando de lado el estilo del Arts & Carfts de sus casas de campo anteriores. En 193, Lutyens, junto con Herbert Baker, tuvo el encargo de construir una nueva capital en la India, en Delhi. Nueva Delhi fue un intento de los británicos para sujetar con firmeza una india que aspiraba a gobernarse sola. El gobierno esperaba poder acallar las llamadas al autogobierno haciendo revivir algunas de las tradiciones de la corte mogol en el entorno del “rey-emperador” Jorge V, en una nueva capital del Raj. Dicha esperanza demostró ser demasiado optimista, ya que se le concedió la independencia a la India exactamente quince años después de que se acabase de construir Nueva Delhi en 1931. El desafío que presentaba Nueva Delhi era el de incorporar tanto temas mogoles como del Occidente clásico. Lutyens y Baker fracasaron, aunque sí existe un sabor exótico en los detalles y la cúpula de la Viceroy´s House de Lutyens, el edificio mayor y más dignificado de todos los de la Nueva Delhi, que actualmente es la residencia del Presidente del gobierno de la India.


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SUDJIC, Deyan, La arquitectura del poder. Como los ricos y poderosos dan forma a nuestro mundo. Ariel. Barcelona, 2007.


pág 129-131 “El plan general de ordenación, que se extendía a lo largo de Purana Qila y Jumma Masjid, los puntos centrales de la ciudad antigua, pretendía claramente controlar el pasado. Pero sobre todo, era un símbolo y el instrumento de una sociedad que representaba la naturaleza jerárquica del mundo colonial y el propio sistema de castas de la India.


Dentro de una cuadrícula de barrios de Nueva Delhi tal y como quedaban definidos en el plan general, se crearon cinco barrios en función de la raza, el nivel profesional y la posición social de sus habitantes. Uno de estos barrios se asignó a los funcionarios oficiales, otro a los oficinistas europeos, un tercero a los oficinistas nativos y un cuarto a los príncipes y la nobleza india. Los príncipes recibían una parcela de entre algo más de una hectárea y media y tres, los funcionarios oficiales entre una y una y media, mientras que a los miembros de la asamblea legislativa sólo se le daban mil metros cuadrados. Las avenidas se asignaban a los altos cargos, y a las calles a los subordinados. De modo que además del tamaño de la casa, también la dirección indicaba la posición social de un individuo. Nueva Delhi se diseñó para dar testimonio de su condición de posesión británica, y para resaltar el poder del virrey, cuya residencia, decorada con una cúpula, se hallaba en la parte más alta de la ciudad. La Casa Insignia, donde vivía el comandante en jefe de las fuerzas armadas indias, no gozaba de la misma prominencia que la casa del virrey, como un recordatorio sutil de que el poder se ejercía a través de la autoridad civil y no la militar. Hasta 1919 no se incluyó el ayuntamiento en el plan general, una primera concesión a la democracia india.
Pese a la abundancia de símbolos que definen Nueva Delhi, la ciudad no se convirtió en la sede del gobierno de una India recién independizada sólo quince años después de concluirse su construcción, señal de que la iconografía del poder no es igual que su sustancia.”


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


Pág.212 – 225.“La arquitectura y el estado: Ideología y representación, 1914 - 1943” 


En Europa, la inauguración de la Nueva Tradición fue más comedida y estuvo marcada por 11 obras que rompieron independientemente con el estilo público heredado, el neobarroco, para volver, en el espíritu si no en la forma, a la gravedad y claridad de la antigua Roma: entre los ejemplos típicos se incluyen la estación ferroviaria de Stuttgart, construida entre 1913 y 1927 por Paul Bonatz, y el conjunto de Nueva Delhi, encargado a Edwin Lutyensen 1912, pero no realizado en su forma definitiva hasta 1931.


La proclamación del rey Jorge V por la que se fundaba la capital de Nueva Delhi-pronunciada en un durbar, una espectacular recepción celebrada allí en su honor no fue más que un minucioso gesto ideológico diseñado para enmascarar el puro y simple oportunismo que se ocultaba tras el traslado británico de su capital india de Calcuta a Delhi en 1911 .


Evidentemente, los británicos esperaban que restableciendo el esplendor de la corte de los mogoles -en nombre del poder británico y en el corazón del Imperio- podrían continuar con su contradictoria política de aceptar el autogobierno al tiempo que mantenían su economía colonial.


 No deja de ser significativo el hecho de que buena parte de la gloria imperial se perdió porque el rey entró en la ciudad a caballo en lugar de hacerlo sobre un código tradicional hasta dejarlo irreconocible, y el rey pasó las puertas de Delhi prácticamente inadvertido.


Que la construcción de Nueva Delhi fue una materialización de este frágil gesto ideológico quedó patente en los prolongados esfuerzos hechos entre 1913 y 1918 para llegar a un convincente estilo anglo-indioque fuera satisfactorio para todos los que la ciudad mogola de Fatehpur Sikri presentaba la única arquitectura autóctona que podía incorporarse realmente a la tradición humanista. El humanismo -es decir, el clasicismo- había sido apresuradamente revalidado en la cultura arquitectónica inglesa a principios de siglo: primero en la arquitectura de Shaw y Lutyens, y luego, con gran sofisticación, en el ámbito teórico, en el libro de Geoffrey Scott The Architecture of Humanism, publicado en 1914.


La necesidad de asimilar una cultura poderosa y exótica reafirmando al tiempo los criterios del humanismo llevó a Lutyens a un nivel de precisión y equilibrio abstractos que nunca había logrado anteriormente y que tan sólo iba a alcanzar de nuevo en los monumentos en honor de los caídos de la I Guerra Mundial: el cenotafio de Londres, dado a conocer en 1920, y el arco conmemorativo de Thiepvalen honor de los muertos y desaparecidos en la batalla del Somme, de 1925.


En la Viceroy's House, el palacio del virrey de Nueva Delhi, cuya construcción duró desde 1923 hasta 1931, Lutyens superó el historicismo, en el fondo amanerado, de sus casas de campo para postular, como Wright, la posibilidad de una cultura de la 'frontera', un imperio artificial en el que el sol nunca se pondría.


 Resulta irónico que la historia permitiera tan sólo otros quince años de dominio británico, dado que Nueva Delhi era el conjunto más monumental que habían construido jamás. Sólo el palacio del virrey, pese a sus interiores casi domésticos, ocupa una superficie equivalente a la de Versalles. Como en el caso de Versalles, el encargo de Nueva Delhi en 1912 inauguró para la construcción un periodo en el que la arquitectura volvería a ser explotada de nuevo en beneficio del estado: primero, para representar a las nuevas naciones que habían surgido como democracias independientes tras el cataclismo de la I Guerra Mundial; y más tarde, para exaltar el 'milenio' revolucionario tal como se manifestó en distintas formas entre 1917 y 1933: primero en la Unión Soviética, luego en 1922 en la Italia fascista, y finalmente en el Tercer Reich.


 

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