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Los más importantes edificios del Renacimiento en el País Vasco, van unidos de forma directa al mecenazgo, tomando como modelo el ejemplo italiano. En este sentido, la construcción de edificios como el actual Museo de San Telmo en San Sebastián, La Universidad de Oñate o el Palacio Escoriaza – Esquibel de Vitoria- Gasteiz, no se hubiesen podido realizar sin contar con la colaboración y singular personalidad de sus respectivos mecenas.


 Maria Asunción Arrázola en su libro sobre el Renacimiento en Guipúzcoa, nos da referencia de las muchas y variadas construcciones que se realizan en este momento histórico. De todas ellas, es sin duda la Universidad de Oñate la empresa más novedosa y ambiciosa de cuantas se gestaron en la primera mitad del siglo XVI. Cabría preguntarse como en una localidad pequeña, aislada y alejada de las corrientes culturales de la península, se puede encontrar un conjunto artístico de tan singular importancia. La respuesta obedece al deseo de Rodrigo Mercado de Zuazola, mecenas y mentor de esta realización, que deseó poner en marcha en su villa natal, una huella plástica que explicara visualmente toda una concepción del mundo propia del humanismo de su tiempo. La fundación de centros de enseñanza, colegios y universidades fue una de las empresas comunes que abordaron los mecenas del Renacimiento español, no siendo Mercado de Zuazola una excepción.


El conjunto de la Universidad no es obra de un solo artífice, sino que en él se dieron cita un importante número de operarios, cuya huella artística se irradió a partir de Oñate, por diferentes puntos del País Vasco. La villa de Oñate durante la época de construcción de la Universidad 1540-1548, conoció una imagen inhabitual en sus calles, trabajadores y artesanos llegados de otras latitudes, se entremezclaban con los canteros propios de la región, teniendo como finalidad dar riqueza y esplendor a la primera Universidad del País Vasco.


El primer gran acontecimiento artístico y punto esencial en la entrada del Renacimiento en el País Vasco se debe a la llegada del mausoleo que Diego de Siloe realiza para Mercado de Zuazola entre 1529 y 1532, para la Capilla de la Piedad en la Iglesia de San Miguel de Oñati. El maestro Juan de Lizarazu trabajó con su hermano en los años cercanos a 1530 en las obras del claustro de San Miguel de Oñati y en la capilla de la Piedad, que fueron dos encargos de Rodrigo Mercado de Zuazola, anteriores a la ejecución de la Universidad. Aquí es posible que Lizarazu conociera a Diego de Siloé, Pierre Picart y Rodrigo Gil de Hontañón. Posteriormente, en 1548, Lizarazu volverá a Oñati como uno de los examinadores del edificio universitario junto con Ochoa de Arronategui. Cabe precisar por tanto, que el espíritu renacentista del obispo comenzó a explayarse en la Iglesia de San Miguel de Oñati y culminó con un alarde iconográfico plástico e intelectural de singular importancia en la fachada y claustro de la Universidad. 


La puesta en marcha del edificio de la Universidad de Oñati, significó abrir el País Vasco hacia un todavía incipiente Renacimiento, en donde profesionalmente se primaba la actividad del artífice de la obra sobre cualquier presión gremial. El edificio de la universidad, no se diferencia en su composición y estructura, de otros colegios y universidades de la época, pues se somete a la disposición típica cuadrangular con un patio central porticado con arquerías de dos pisos, en torno al cual se organizan y distribuyen las distintas salas. Destacan por otra parte los magníficos artesonados de gran finura y complejidad, que decoran los techos de las variadas dependencias universitarias, que se pueden considerar una de las obras de carpintería más ambiciosas del País Vasco, cobrando mención especial el que se realiza para el techo de la escalera principal que conecta ambos pisos, llevado a cabo por el maestro zaragozano Gijaba.


La fachada universitaria está formada por cuerpos de diferente altura, uno central y dos laterales a modo de torreones, dando al conjunto arquitectónico un carácter eminentemente rural, potenciado por el uso del mampuesto en todo el paramento. La nobleza y dignidad de la fachada principal, se debe sin duda alguna a la ornamentación iconográfica que la puebla, concentrada en el cuerpo central y en los cuatro pilastrones, donde el trabajo en sillar contrasta con la disposición de un material menos noble en los muros. En torno a la puerta de entrada a la Universidad, es donde se conserva la mayor parte de la decoración. Enmarcada por dos pilastrones, se accede al recinto universitario mediante un arco de medio punto, flanqueado por columnas sobre basamento que sostienen un entablamento. Sobre él se ubica a modo de arcosolio la figura del fundador, completando el conjunto una profusa decoración en base a motivos clásicos en relieve, santas en hornacinas, blasones y escudos heráldicos, rematado todo ello por una espadaña, que en su tímpano recoge un medallón.


Mariano J. RUIZ DE AEL


 

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