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Ville Contemporaine de trois millions d´habitants

  • 1922 -
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  • LE CORBUSIER, Charles-Édouard Jeanneret

COLQUHOUN Alan., La arquitectura moderna, una historia desapasionada. Gustavo Gili. Barcelona, 2005.


Págs. 137-157.“Retorno al orden: Le Corbusier y la arquitectura moderna en Francia, 1920-1935” 


La tensión entre el interior libre y el exterior «límpido» en la obra de Le Corbusier durante la década de 1920 alcanzó su punto culminante con la villa Savoic en Poissy (1929-1931). La casa está levantada sobre pilotis y aparece como un prisma blanco y puro que flota sobre la superficie convexa del campo en el que está situada. Al llegar en coche se pasa por debajo de la casa y una rampa conduce al visitante desde el vestíbulo de entrada hasta el piso principal: un recinto delimitado por muros ocupado en parte por las habitaciones y en parte por una terraza ajardinada. Dentro de la pureza geométrica del cubo de cerramiento, el interior es libre y asimétrico, y obedece a su propia lógica dinámica. Pero el muro que separa los dos mundos, interior y exterior, es tan sólo una fina membrana en la que se ha recortado una ventana corrida horizontal. Al ocupante, tras haberle apartado primero del paisaje bucólico, se le vuelve a obsequiar con su imagen enmarcada. El cubo primero se afirma y luego se abre de golpe.


Al escribir sobre las casas de Le Corbusier en la década de 1920, Sigfried Giedion decía: «Como nadie antes que él, Le Corbusier tuvo la habilidad de hacer resonar el esqueleto de hormigón armado con que nos había obsequiado la ciencia […] el volumen macizo se abre cuando es posible mediante cubos de aire, ventanas corridas, transiciones inmediatas hacia el cielo [...] las casas de Le Corbusier no son ni espaciales ni plásticas […] de aire fluye a través de ellas... ».


Como ya hemos visto, los primeros proyectos urbanos de Le Corbusier en La Chaux-de-Fonds estaban relacionados con el movimiento de la ciudad jardín. Pero en 1920 centró su atención en el problema de la metrópolis moderna, abordando esas cuestiones de circulación e higiene de las que los urbanistas de Paris se habían ocupado durante algún tiempo. El primer proyecto de esta clase —la Ville Contemporaine, expuesta en el Salón de Otoño de 1922— era una propuesta esquemática para una ciudad de tres millones de personas en un emplazamiento ideal. El proyecto se basa en la creencia de que la metrópolis es valiosa a priori. Su eficacia como nodo de la cultura depende de su asociación histórica con una localización concreta. Pero para conservarse, primero tiene que ser destruida. Para contrarrestar la creciente congestión de la ciudad y la consiguiente huida de sus habitantes a la periferia suburbana, será necesario tanto incrementar su densidad como reducir la superficie ocupada por los edificios. Usando la tecnología de los rascacielos norteamericanos, el proyecto propone unas torres de oficinas de 200 m de altura generosamente espaciadas y unos superbloques residenciales continuos de doce plantas, quedando convertido el resto del espacio en un parque atravesado por una red rectilínea de vías de alta velocidad. La tecnología moderna permite combinar las ventajas de la ciudad jardín con las de la ciudad tradicional. En lugar de que la población se traslade a la periferia, ésta se tras lada a la ciudad.


Los superbloques lineales de la Ville Contemporaine se disponen según un trazado en forma de «grecas» (en francés: à redents). Esta idea tenía dos orígenes: los boulevards a reduns propuestos por Eugène Hemard en 1903, y los propios estudios de Le Corbusier para las vivienda Dom-ino en torno a 1914. En la Ville Contemporaine, al igual que en esos estudios, los bloques de viviendas no se alinean con el sistema de vías, sino que se disponen como un contrapunto a él. En la posterior Ville Radieuse (1933), los bloques están levantados sobre pilotis y el movimiento peatonal nivel del suelo queda libre de obstáculos. El espacio urbano se vuelve a isótropo, no hay «delante» ni «detrás» y queda abolida la distinción espacial entre lo público y lo privado. Aunque Le Corbusier modificó estos primeros modelos urbanos en diversos sentidos, su forma básica permaneció inalterada, incluso después de haber desarrollado unos sistemas urbanísticos completamente distintos para Rio de Janeiro, Argel y Chandigarh.


En la Ville Contemporaine y la Ville Radieuse se yuxtaponen dos valores absolutos: la naturaleza y la tecnología. El trabajo y la vida doméstica tienen lugar en construcciones en altura; el cultivo del espíritu y del cuerpo tienen lugar en los parques. Como resultado de esta disyunción, el elemento del cambio queda eliminado de la experiencia urbana. Los problemas sociales relacionados con esta idea de separar la residencia de los aspectos espontáneos y casuales de la vida urbana se han hecho cada vez más obvios en los años transcurridos. Sin embargo, pese a sus defectos, la ciudad de Le Corbusier llamaba la atención sobre esa división del trabajo que era inherente a la sociedad industrializada, creando para ello una imagen urbana en la que la tecnología y la naturaleza quedaban separadas. Podemos discrepar de la interpretación cartesiana que hace Le Corbusier de esta separación, pero difícilmente podemos hacerlo de su verdad subyacente.


págs.209-229.. En Rio y Argel, Le Corbusier no abandonó su urbanismo anterior (urbanismo),pero sus formas se tornaron más sensibles a las topografías locales, y también se aprecia una mayor asimilación de la vida privada por parte de unas formas monumentales y colectivas. Ya en 1922, en la Ville Contemporaine, había imaginado una nueva integración de la vida privada y la colectiva. Por ejemplo, la circulación pública se entendía como un sistema único, en el que los pasillos que llevaban a los pisos se convertían en “calles en el aire” que reemplazaban a las vías de acceso. En los planes de Rio y Argel, la integración de la circulación y el alojamiento se convirtió en el tema dominante.


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.151-162. “Le Corbusier y el Esprit Nouveau”


Al contrario que sus coetáneos europeos Gropius y Mies van der Rohe , Le Corbusier estaba deseoso de desarrollar las connotaciones urbanas de su arquitectura. La Ville Contemporaine para tres millones de habitantes fue la manifestación suprema de este aspecto en su trabajo hasta 1922. Influido igualmente por las ciudades reticuladas con rascacielos de Estados Unidos y por la imagen de la 'corona de la ciudad' propuesta por Bruno Taut en el libro homónimo (1919), Le Corbusier proyectó la Ville Contemporaine como una selecta ciudad capitalista de administración y control, con ciudades jardín para los obreros que estaban situadas, junto con la industria, más allá de la 'zona de seguridad' formada por el anillo verde que rodeaba el núcleo central.


La ciudad propiamente dicha -con la textura de una alfombra oriental y de una extensión similar a unas cuatro veces la superficie de Manhattan- se componía de bloques residenciales de unas diez a doce alturas más veinticuatro torres de oficinas de 60 plantas situadas en el centro, todo ello rodeado por un parque pintores quista que, como el g/acis tradicional, mantenía la separación de clases entre la élite urbana y el proletariado suburbano. Las propias torres cruciformes de oficinas -los llamados 'rascacielos cartesianos'- tenían en planta un perfil quebrado que recordaba las formas escalonadas de los templos jemeres o indios, y, como tales, evidentemente pretendían reemplazar, como centros laicos de poder, a las construcciones religiosas de la ciudad tradicional. Que tal autoridad se atribuía a esas formas viene indicado por su relación proporcional con la retícula de la ciudad, en la que abarcan una sección áurea de la superficie de la planta, con un doble cuadrado ocupado por la ciudad en su conjunto.


Nada de esto pasó inadvertido para el periódico comunista L'Humanité, que consideró reaccionario todo el proyecto. Su impresión de que Le Corbusier era partidario de los métodos de dirección y control formulados por Saint-Simon quedó plenamente confirmada con la publicación del libro Urbanisme (titulado en español La ciudad del futuro) en 1925, cuya última lámina mostraba a Luis XIV supervisando la construcción de los Inválidos. Incluso Le Corbusier se sintió lo bastante avergonzado de esta imagen como para añadir bajo el pie de foto que no debía entenderse como un apoyo al partido fascista Action Française.


La Ville Contemporaine era igualmente ideológica en la organización detallada de sus distritos residenciales, que se componían de dos prototipos distintos de bloques : los que configuraban manzanas cerradas y los que formaban redents o 'grecas', cada uno de los cuales suponía una concepción diferente de la ciudad. Los primeros aún confiaban en la idea de una ciudad 'vallada' compuesta de calles, mientras que los segundos presuponían una 'ciudad abierta', sin barreras, una visión que se iba a plasmar finalmente en la Ville Radieuse: una ciudad densa elevada sobre la superficie de un parque continuo. La postura contraria a la calle que llevaba implícita esta visión quedó finalmente explícita en un artículo sobre este tema que Le Corbusier escribió en 1929 para el periódico sindicalista L'Intransigeant....


... La contribución más importante y duradera de la Ville Contemporaine fue la vivienda denominada Immeuble-Villa , una adaptación de la casa Citrohan concebida como tipo general para conjuntos en altura y de alta densidad. Estas viviendas, apiladas en seis pisos dobles, incluían terrazas ajardinadas, una por cada dúplex: una disposición que actualmente parece ser una de las pocas soluciones aceptables para la vida familiar en edificios altos. En las manzanas cerradas, llamadas 'celulares', de la Ville Contemporaine, estos dúplex adosados se abrían en la planta baja a un espacio verde rectangular y cerrado, equipado con instalaciones recreativas de uso comunitario. La escasa dotación de otros espacios colectivos dentro del bloque y en la periferia de la zona, y la prevista dotación de servicios hoteleros por doquier sitúa esta propuesta entre los edificios de pisos burgueses y la vivienda colectiva socialista (compárese con el falansterio y los Aérodromes de Borie ).


La unidad residencial Immeuble-Villa fue finalmente elaborada en detalle y expuesta como prototipo en forma de pabellón para L'Esprit Nouveau, construido en la Exposición de las Artes Decorativas de París en 1925. Lamentablemente, los intentos posteriores para comercializar estas viviendas, bien como inmuebles de dúplex en la ciudad, bien como villas aisladas en los suburbios, no tuvieron éxito.


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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs. 241-255“La comunidad ideal: alternativas a la ciudad industrial”


él traducir en ideas básicas como pueblo, trabajo, lugar'.


Le Corbusier trató de reducir la ciudad industrial a sus elementos tipicos y relaciones principales, buscando una gran síntesis de la mecanización, el orden geométrico y la 'naturaleza' En Francia, durante los a inmediatamente posteriores a la I Guerra Mundial, se produjo una seria crisis de alojamiento y surgió la necesidad de fomentar la inversión internacional. Los diversos estudios urbanos de Le Corbusier en este periodo puede verse realmente en este escenario inmediato, y también en una perspectiva más amplia que incluye el compromiso francés con la tecnocracia centralizada y la tradición de un grandioso urbanismo clásico. La oposición entre la vaga promesa de un futuro ideal y la reminiscencia de un pasado más integrado parece haber sido algo intrínseco los procesos del pensamiento urbanístico de Le Corbusier Ville contemporaine de trois millions d'habitants


En 1922, se ha mencionado anteriormente en el contexto de la penetrante concepción de la era de la máquina formulada por el arquitecto y su búsqueda de armonía en la cultura moderna, pero también puede verse como una hipótesis generalizada para la ciudad moderna (basada en la experiencia particular de París) y como un análisis más amplio de las fuerzas y los tipos incipientes de la metrópolis industrial. Al igual que Garnier, Le Corbusier se contenta con nada menos que un teorema total para todos los procesos de la sociedad industrial. Hay que decir que en sus planes simplificó drásticamente y en exceso


La Ville Contemporaine se conoce a través de una serie de dibujos que Le Corbusier expuso en el Salón de Otoño de París en 1922. La planta se basaba en una geometria regular y estaba cortada por un eje principal de circulación rodada que llegaba a un centro de transportes dispuesto en  una serie de niveles, de los cuales el más alto era un aeropuerto. Alrededor de este centro, y adaptándose a la reticula de la ciudad, había 24 rascacielos de vidrio de 183 metros de altura. Se supo dos cerebros' de la sociedad: los tecnócratas, lo administradores y los banqueros. La mayor parte da de la ciudad estaba ocupada por edificios de pisos alta densidad dispuestos regularmente en un escenario semejante a un parque. Los suburbios obreros y principal zona industrial estaban situados a cierta distancia.


La razón de ser de la Ville Contemporaine era relativamente sencilla. La vivienda de alta densidad debia combinarse con el máximo de espacio abierto y aire puro mediante el uso de las nuevas técnicas como la construcción con acero y hormigón, y con la ayuda del automóvil.


El tráfico rodado debía separarse del peatonal mediante el uso de pilotis; de hecho, todo el suelo verde de la ciudad debe quedar libre, ya que también los edificios estaban levantados. La calle tradicional quedaba abolida:


Le Corbusier la asocia con los humos asfixiantes y las zonas contaminadas de los barrios degradados del siglo XIX. En vez de la mugrienta ciudad industrial, iba a surgir un mundo feliz de luz, vegetación, aire, limpieza y eficacia.


El campo y la ciudad se iban a reintegrar de modo que la ciudad se convirtió en un vasto parque. Le Corbusier veia la tecnologia como un monstruo de dos cabezas capaz de hacer el bien o el mal: su plan urbanistico era un intento de apropiarse de las fuerzas y posibilidades de la industria, y de armonizarlas al servicio de la mejora y la emancipación del hombre


Había una serie de componentes ideológicos parece claro que Le Corbusier habia asimilado las ideas de Saint-Simon, especialmente la concepción de una élite benevolente de tecnócratas que actuaron como agentes de un progreso para todos. Esta visión del estado se encarnaba en los rascacielos del núcleo central de la ciudad y en la percepción romantica de la tecnologia, implicita tanto en el grandioso tratamiento de las carreteras como en el contenido maquinista de los demás edificios, Por supuesto el arquitecto no podía localizar un equivalente estricto de la élite de Saint-Simon en su propia época, y su posterior Ville Voisin de 1925 (en donde sugiere la construcción de un barrio de negocios a base de rascacielos en el centro de París) era un imperioso intento de suscitar el interés del mundo de los negocios por sus propuestas. Fue más adelante, en la misma década, cuando Le Corbusier comenzó a darse cuenta de algunos de los graves problemas de la economía capitalista, y empezó a cambiar sus fundamentos políticos. Pero conservaba una concepción romántica de la tecnocracia entendida como una fuerza progresista por derecho propio. Una vez más encontramos un elemento determinista en la visión de este artista.


Las imágenes reales de la Ville Contemporaine de Le Corbusier tenían también una compleja genealogía. Era como si hubiese tomado fragmentos de las ciudades y las teorías urbanas que le gustaba y que encontraba pertinentes, y los hubiese montado sobre una única planta regular. El aura tecnologica de la ciudad norteamericana en reticula y con rascacielos (conocida por fotografias) se juntaba con las carreteras y los edificios de vidrio de la Città Nuova de Sant'Elia. Los bulevares, las grandes avenidas y los parques de Paris se acoplan con un orden geométrico que recordaba las plantas de ciudades ideales del Renacimiento. La ciudad jardín de Howard y la ciudad industrial de Garnier se reformulaban a una escala mucho mayor. La sensibilidad del Purismo se combinaba con recuerdos de las grandiosas ciudades clásicas del pasado.


El conjunto estaba imbuido de ese amor por lo típico y lo abstracto que hemos apreciado en la arquitectura de Le Corbusier. Era como si no se contenta simplemente con definir los 'estándares' de una nueva arquitectura, sino que también tenía que abordar la cuestión de los elementos típicos de la ciudad de la sociedad, en realidad-del futuro. Se trataba simplemente de un ejercicio teórico, o tenía seriamente la esperanza de construir todo aquello.


Ninguna de las dos cosas es cierta, pero claramente Le Corbusier no tenía remilgos a la hora de proyectar su propia visión de la utopía, en el convencimiento de que era bueno para todos. Es de imaginar que si se hubiese construido, la Ville Contemporaine habría tenido una uniformidad apabullante. Los edificios residenciales para la élite de Le Corbusier eran de dos tipos: retranqueados (que aparecerán en la década de 1930 como las casas de pisos à redento en grecas' de la Ville Radieuse ciudad radiante') y bloques perimetrales dispuestos alrededor de patios y llamados inmuebles villas'. Estos últimos estaban hechos a partir de viviendas de doble altura, cada una con una gran terraza ajardinada, que se apilaban hasta una altura equivalente a doce plantas simples. El interior de cada vivienda dúplex era semejante al imaginado en la casa Citrohan. Evidentemente, la intención de Le Corbusier orientar las fuerzas de la producción en serie a la solución del problema de la vivienda a la mayor de las escalas En el conjunto se incluyen servicios comunes como restaurantes, pistas de tenis, terrazas de cubierta y praderas.


La atmósfera era bastante lujosa: como un hotel de clase media en vez de los condensadores colectivos comunistas bidos en la Unión Soviética algo más tarde en la misma década.


Al igual que la ciudad como conjunto, los inmuebles villas recurrian a diversas fuentes que habían cautivado la imaginación de Le Corbusier durante sus viajes. La más notable era el monasterio cartujo de Ema, en Toscana que había visitado en 1907. También individuales de doble altura con vistas a jardines privados.


Era una organización que iba a ser recurrente en muchos de los ensayos arquitectónicos de Le Corbusier sobre la vida colectiva en sus años posteriores. El monasterio era un tipo que le fascinaba porque parecía encarnar un equilibrio ideal entre la existencia pública y la privada y entre el mundo conztruido y el natural.


Aunque Le Corbusier no iba a construir nunca una versión completa de ninguna de sus ciudades ideales, su espíritu siguió  inspirando gran parte de su producción posterior. Esto ocurrió también con otros arquitectos de la década de 1920, quienes empleaban las oportunidades singulares como experimentos con vistas a un conjunto mayor


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