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PEVSNER, Nicolaus ., Pioneros del diseño moderno. De William Morris a Walter Gropius. 


Ed. Infinito. Buenos Aires,2003.


Págs.109-136 .“La ingeniería y la arquitectura en el siglo XIX” 


Pocos años más tarde un arquitecto tan distinguido como Sir John Soane su Memorándum para los Comisionados de Iglesias en 1818, recomendó su empleo, pero sólo fue usado sin engaños ni revestimientos en las iglesias más pequeñas. John Nash lo empleó muy a menudo si bien, por lo general, también de una manera tal que el público lo tomara por piedra. Así, las columnas dóricas del Carlton House Terrace (comenzado en 1827) frente a St. James Park. Londres, fueron de hierro fundido, como también aquellas del Regent Street Quadrant (iniciado en 1818).


 Sin embargo, existe por lo menos un caso en el cual Nash parece haber tratado el hierro deliberadamente como hierro y saboreado la elegancia que éste puede dar a un soporte. Esto fue en su famosa extravagancia, el Pabellón de Brighton, donde la escalera principal es enteramente de hierro y el techo de la cocina está soportado por delgados fustes de hierro de cuyo extremo superior brotan hojas de palma de cobre. Eso fue en 1815 y 1818-21 respectivamente, fechas importantes ya que, según podemos ver, marcan la primera aparición del hierro a la vista en conexión con la realeza. La bulbosa cúpula del Pabellón también tiene un esqueleto de vigas curvas de hierro. El primer ejemplo de uso de metal con vidrio en una cúpula fue el Halles au Blé en París, diseñado en 1809 y construido en 1811. Con esto se consiguió una iluminación natural pareja dentro del edificio que, de otra manera, no se podría haber obtenido. Al mismo tiempo los diseñadores de invernaderos comenzaron a comprender las ventajas de las bóvedas de vidrio. En este tipo de construcciones ya se habían usado techados de vidrio desde comienzos del siglo XVII.


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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Dossat. Madrid 1978.


Págs. 301-346.  “Hacia la sinceridad en la arquitectura” 


Comparación del Hôtel Tassel de Victor Horta con el Royal Pavillion


En el salón de recepciones del Royal Pavilion de Brighton (1818), John Nash había exhibido abiertamente las recargadas columnas y vigas de fundición que había incorporado a su construcción. Nadie antes que Horta se había atrevido a seguir este ejemplo y permitir que la construcción irrumpiese en la intimidad de la casa particular.


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 KOSTOF, Spiro. Historia de la Arquitectura. Edit. Alianza Editorial.Madrid, 1988.


Págs. 995-1051."El arte arquitectónico y el paisaje de la industria, 1800-1850 "


Pág. 995. Una cuestión de estilos.


Pero ni siquiera esto representó su final. El gusto por las cosas egipcias, otra afectación del siglo XVIII, ganó la fuerza de un revival hecho y derecho después de las campañas de Napoleón en esta provincia del imperio otomano con la publicación de la magistral Descripción de Egipto, de veintiún volúmenes. Este estilo tuvo éxito especialmente en los Estados Unidos, en donde fue aplicado, con todo un mundo de asociaciones, a prisiones, colegios médicos, bibliotecas, puertas de cementerios, e incluso iglesias y sinagogas. Los países islámicos, pasados y presentes, también ejercieron su hechizo. Los monumentos musulmanes de España, con la Alhambra a la cabeza, estaban siendo bellamente reproducidos en estampas. En todas partes, la arqueología procedió a continuación, en 1800, se publicó Antigüedades de la India, de Thomas y William Daniell. Un poco más tarde, los franceses conquistaron Argelia y publicaron su herencia.


Las ilustraciones de estos libros se animaban con escenarios tan placenteros como Sezincote House, en Gloucestershire (1803), diseñada por Samuel Pepys Cockerell para su hermano Charles, un abad de la Compañía de la India Oriental, y la remodelación de John Nash del Royal Pavilion de Brighton (1815-1835), para el príncipe de Gales, el futuro Rey Jorge IV (Fig. 23.7). Nash (1752-1835), el genio quintaesencial de lo pintoresco, también diseñó Cronkhill, una pequeña residencia cerca de Shrewsbury en Shropshire, que inició la moda de las villas basada en las construcciones vernáculas de la campiña italiana (Fig. 23.8). Este estilo particular, con su silueta irregular, sus torres asimétricas y sus profundos aleros, también se dio en América, en donde hacia mediados del siglo se había extendido a la arquitectura pública (estaciones de ferrocarril, ayuntamientos, etc.).

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