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TVA. Tennessee Valley Authority

Sistema de producción y distribución de energía eléctrica en la cuenca del Tennessee
  • 1933 -
  •  
  • ROOSEVELT, Franklin Delano
  •  
  • Knoxville (Tennessee)
  • Estados Unidos
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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.241-249.Las crisis economicas y politicas en la Europa de los años treinta y las medidas sociales del New Deal de Roosevelt aportaron a los Estados Unidos una intelligentsia de refugiados a la vez que unos extensos programas de reforma y asistencia social. En tanto que el Museum of Modern Art y la Universidad de Harvard desempeñarán los papeles principales en la asimilación cultural de esta migración, el gobierno federal facilitó la base infraestructural para las numerosas tareas de ayuda social que serían ejecutadas entre la Housing Act de Roosevelt en 1934 y la terminación de la segunda guerra mundial. Los más famosos proyectos de planificación y asentamiento del New Deal fueron la Tennessee Valley Authority y las Greenbelt New Towns de Clarence Stein, estas últimas realizadas después de 1936 bajo los auspicios de la Federal Resettlement Administration.


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COLQUHOUN Alan.,  La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005. 


Págs. 209- 229.“De Le Corbusier a las megaestructuras: visiones urbanas, 1930-1965” 


Fue en la década de 1940 cuando los defensores de una nueva monumentalidad comenzaron a relacionarla con un conjunto específico de ideas sociales y políticas. Esto ocurrió cuando los arquitectos modernos norteamericanos volvieron a identificar el monumento con la democracia, exactamente igual que habían hecho sus predecesores en la época del movimiento . El contexto de esta renovación fue el programa de construcciones de la política del New Deal aplicada por el gobierno norteamericano, que incluía Tennessee Valley Authority (TVA). En 1941, el arquitecto George Howe declaraba: “Las centrales eléctricas y los centros habitables de la TVA constituyen un esfuerzo por modernizar un nuevo modo de vida a partir de la tierra, el aire y el agua ( - ) y hacer de la tierra una imagen de la gente, de modo que la gente pueda llegar a ser una imagen de su tierra”. Tres años más tarde, Elizabeth Mock, responsable de arquitectura del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, escribe:


“Una democracia necesita monumentos, que sus requisitos no son los de una dictadura. Debe haber algunos edificios que eleven la sencillez cotidiana de la vida a un plano superior y más armonioso, edificios que de una forma digna y coherente a esa independencia del individuo y el grupo social que constituye la naturaleza misma de la democracia.”


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 KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3


págs.1211-1262. “Arquitectura y Estado. Los años de entreguerras” 


Pág. 1248. La América del New Deal


Con la llegada al poder de Franklin Delano Roosevelt, el gobierno federal se propuso resolver «esta absurda conjunción de mano de obra desocupada y material no utilizado con una desesperada necesidad de mayores obras públicas», por citar de nuevo a Ickes. Se puso en marcha un imponente programa de obras públicas que convirtió rápidamente el capitalismo financiero normativo de la nación en un capitalismo cooperativo, cambiando la faz del paisaje público en los aspectos grandes y pequeños de todas partes. En un extremo de la escala estaba la gigantesca operación del Tennessee Valley Authority (TVA), y la construcción de diques a lo largo del río Mississippi, que suponía «el mayor proyecto de movimiento de tierras de la historia humana». En el otro extremo había innumerables cobertizos y bancos en los rústicos parques forestales que brotaban por todas partes. Equipos de cientos de personas fueron puestos a trabajar bajo las nuevas agencias de nombre alfabético — la WPA (Work projects Administa-ption) y la PWA (Public Works Administration), y CCC (Civilian Conservation Corps) — en una vasta gama de proyectos: abrir arroyos y dragar ríos, allanar y escalonar la tierra, instalar sistemas de instalaciones públicas, construir autopistas y campamentos para trabajadores inmigrantes, campos de deportes y pistas de atletismo. A ellos les debemos el sistema de canales de San Antonio y el Parkway Blue Ridge, teatros al aire libre como el que se excavó en los cañones del Red Rock Park en las afueras de Denver, la Presa Boulder (actualmente Hoover), y las características rosaledas de muchas de las ciudades americanas. Desde 1933 hasta 1939, el PWA fue responsable del 70 por ciento de los edificios de escuelas nuevas en las zonas rurales, del 65 por ciento de los edificios de tribunales de justicia, ayuntamientos y plantas depuradoras, y del 35 por ciento de los hospitales e instalaciones de salud pública.


Dado que el propósito de toda esta actividad federal era proporcionar empleo, la velocidad y la eficacia no tenían gran importancia. Hubo una retirada a la tecnología primitiva y a los métodos artesanos. El taller del Empire State Building tiene su otra cara de la moneda en los carros de tracción animal utilizados por el WPA en la construcción de carreteras en el Middle West; las formas lisas, aerodinámicas y de máquina, de cromo y formica, tuvieron su contrapartida en el masivo aspecto artesano de las casas de guarda y los servicios del New Deal. Las viviendas públicas eran de una calidad excepcionalmente alta, precisamente porque no se ahorraba en materiales ni en mano de obra. Solo hacia el final de la década se haría más rígida la gran burocracia de las viviendas, la estandarización y el recorte de costes se hizo obsesivo, y las viviendas públicas comenzaron a adquirir ese aspecto reglamentado y severo que asociamos con la palabra «proyecto».


Algo de la herencia del New Deal nos sobrecoge aún por su envergadura e intemporalidad, por la honestidad de su ejecución (Fig. 27.31). Es difícil no quedar impresionado por las presas del TVA que convirtieron el río Tennessee en una cadena de lagos interiores. El TVA era una sociedad creada por una ley del Congreso en 1933 para supervisar el desarrollo de un área rural destrozada por las inundaciones y deprimida, de más de 100.000 kilómetros cuadrados a lo largo de las cuencas del río Tennessee y sus afluentes, con una población de 4,5 millones de habitantes. Tenía una estructura regional que no se veía estorbada por líneas divisorias de estado o por jurisdicciones departamentales, y por ello se pudo orquestar un abarcador programa de rehabilitación que comprendía proyectos de navegación, conservación de terreno, fuentes energéticas, planificación del terreno, viviendas y, con la creación de la ciudad modelo de Norris, incluso planificación social. En la primera década de esta operación, el TVA rellenó la tierra, inició industrias rurales y convirtió a la región en un productor importante de energía hidroeléctrica. Y todo ello era realizado de forma que preservara un buen equilibrio ecológico.


La mayor hazaña constructiva fue el sistema de veintiuna presas bajas y altas sobre más de 1.300 kilómetros de vías de agua desde el sur de los Apalaches hasta el Ohío. Construidas de tierra y cemento, las presas cambiaron la faz de aquellos lugares de pendiente suave de río abajo. Por su parte superior corría un camino con puntos de observación para peatones: este camino estaba subrayado por grúas de caballete que accionaban las compuertas. Para muchos, la vista conjuraba la majestad de las pirámides egipcias.


Integrados en este sistema había depósitos que recogían las aguas de las crecidas de primavera, para ser liberadas a medida que se necesitaran durante los secos veranos o dirigidas mediante turbinas engranadas a enormes transformadores; las centrales eléctricas que albergaban a estos generadores; los patios de maniobas en los que la corriente era transtormada y transportada por cables de alta tensión; las esclusas por las que pasaban los barcos de un nivel del río a otro; y los edificios para los visitantes. Bellamente realizada por todas partes y tocada aquí y allá con franjas de baldosas y de marmol de Tennessee, esta grandiosa configuración encajaba y colaboraba con el paisaje difuso y descendente de bosque y río. Aquí, al parecer, había un nuevo tipo de arquitectura moderna sin ser «conscientemente moderna», dignificada y consecuente sin la muleta de la retórica histórica. Era un estilo accesible, en la medida en que respondía a un programa que recurría a la aprobación pública. Este estilo renunciaba a la intratable estética lavada a máquina del Estilo Internacional, y no obstante, podía, con su propio funcionalismo directo, proyectar lo que los arquitectos modernos europeos se negaban a hacer: la presencia simbólica de la monumentalidad.


 


 


 

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