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Piazza del Popolo

  • 1659 - 1819
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  • VALADIER, Giuseppe
  • VALADIER, Giuseppe Remodelación   1809 - 1812
    Su obra más importante fue la remodelación de la Piazza del Popolo (1809-1812), con una perspectiva de terrazas que suben hasta el Pincio y que recuerdan a los jardines pintorescos ingleses.
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  • Roma
  • Italia
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GIEDION S.,  Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”


Secuencias de plazas interrelacionadas


Urbanismo consolidado en el siglo XVI: la Piazza del Popolo, Roma. Nancy y Bath no fueron las únicas poblaciones, ni París la única gran ciudad, en las que el urbanismo alcanzó un nivel de calidad tan asombroso. La misma pericia se desplegó por toda la Europa del siglo XVII. Y así, los principios básicos comunes a la Place de la Concorde y a las terraces y los crescents ingleses (la armonización de las residencias con su entorno natural) determinaron igualmente la adaptación hecha por Giuseppe Valadier de la Piazza del Popolo en Roma. Según la Enciclopedia italiana, Valadier (1762-1839) fue «la primera figura completa de arquitecto moderno que tuvo Italia; cultivó, entre los primeros, la urbanística como ciencia; y además se preocupó de la conservación y la implantación de zonas verdes en las poblaciones». La elección de las formas por parte de Valadier hace de él sin duda un arquitecto del historicismo clásico, pero el proyecto para esta gran plaza con respecto a la concepción espacial en la que se basa  sigue la tradición urbanística del Barroco tardío.


Para apreciar el trabajo de Valadier es preciso tener cierto conocimiento de la situación de esta plaza antes de que el arquitecto comenzase sus alteraciones. La piedra de toque de todo urbanista es su capacidad para imponer orden en el variado conjunto con el que se enfrenta al principio.


La Piazza del Popolo en los siglos XVII y XVIII. Hasta la era de los ferrocarriles, la Piazza del Popolo era la principal entrada a Roma para todos los visitantes que llegaban desde el norte. Era aquí donde los forasteros recibían sus primeras impresiones de la ciudad papal; entraban a la plaza por la Porta del Popolo, que se había restaurado y redecorado durante el siglo XVII con ocasión de la visita a Roma de la reina Cristina de Suecia; frente a ellos, al otro lado de la plaza, aparecían como primeros símbolos de la especial importancia de Roma las iglesias gemelas de Carlo Rainaldi, construidas en 1662. Con sus cúpulas y pórticos casi idénticos, eran como centinelas eclesiásticos que guardaban las tres arterias principales de la ciudad, que desde la Antigüedad habían irradiado desde este lugar.  Aislado en el centro de la plaza se alzaba el obelisco egipcio que se había colocado allí a finales del siglo XVI. A la izquierda se encontraba tan sólo la sencilla fachada renacentista de Santa Maria del Popolo, la iglesia adosada al monasterio agustino donde en su momento estuvo Martín Lutero. Los jardines del monasterio ascendían hasta lo alto del Pincio. En los dos lados de la plaza había la misma combinación de muros altos y edificios insignificantes. Éstos, junto con los simples abrevaderos para animales que estaban allí, hacían que el conjunto de la plaza tuviese el aire de un lugar periférico. Ésta era la situación a la que se enfrentó Valadier en 1794, cuando se preparó y publicó su primer proyecto para la plaza. Sin embargo, el proyecto final se llevo a cabo realmente entre 1816 y 1820, años en los que la actividad edificatoria en las squares de Bloomsbury estaba en pleno apogeo. 


El proyecto de Valadier (realizado en I816-1820). Valadier no tocó ninguno de los edificios monumentales situados dentro o alrededor de la plaza; sin embargo, echó abajo todos los muros y edificios que no tenían importancia alguna; transformó la mayor parte de los jardines del monasterio agustino en un parque público que daba acceso al monte Pincio. A través de este parque trazó una rampa en zigzag que permitía el paso de la circulación rodada entre la plaza y la colina. En lo alto del propio Pincio, Valadier construyó una terraza a la que colocó una gran subestructura cuyas proporciones estaban relacionadas con sus otros edificios situados más abajo. Así, pese a estar en un nivel mucho más alto, esa terraza encaja bien en toda la composición espacial y le confiere unidad.


Novedades de Valadier la inserción de las masas vegetales, la regulación del tráfico la relación de los distintos niveles. Además de estas obras, Valadier levantó unas cuantas piezas residenciales en el borde de la plaza y construyó dos elegantes hemiciclos que servían como lo siguen haciendo para encauzar la circulación. Asimismo, se ocupó con mucho cuidado de la introducción de zonas ajardinadas por todo el proyecto. Esta cuidadosa inserción de las masas vegetales es característica de todas las obras similares de esa época. Valadier planeó también dejar el lado oeste de la plaza sin delimitar y libre de edificación de modo permanente, para que así la vista pudiese extenderse a una amplia zona verde, como ocurre en la Place de la Concorde de París y en el Royal Crescent de Bath. Actualmente esta zona está ocupada por amplias avenidas y casas altas, y desfigurada por vallas publicitarias.


La Piazza del Popolo sigue siendo en nuestros días una de las de aspecto más 'moderno entre todas las grandes plazas. Hasta cierto punto, esto es debido a la concienzuda fusión de los edificios y el parque. Sin embargo, su aire de modernidad debe mucho más al modo en que los diferentes niveles se integran en la misma composición. La serie de places construidas en Nancy a mediados del siglo XVIII habían aprovechado las relaciones que se pueden establecer entre las superficies verticales de edificios de distintas alturas. En la Piazza del Popolo, Valadier incorporó una sensación de suspensión en el efecto total creado por su diseño, al poner en relación mutua dos superficies horizontales situadas a distinto nivel: la terraza del Pincio y la plaza propiamente dicha. Se desarrolla así una proporción en tres dimensiones y no simplemente en dos, como en Nancy.


Superficies horizontales y verticales interrelacionadas. Ya hemos visto cómo Borromini en su lucha por conducir el movimiento de un trazado hasta el espacio exterior a través del espacio interior anticipó una de las preocupaciones de la arquitectura moderna. La piazza de Valadier afecta a otra concepción fundamental de nuestro tiempo: la relación entre superficies horizontales y verticales como base para las respuestas estéticas de un tipo especial. Que éste es uno de los hechos constitutivos de la arquitectura moderna, una de las tendencias que determinan su carácter, es algo de lo que no cabe la menor duda. Un dibujo hecho hacia 1922 por el pintor, poeta y arquitecto holandés Theo van Doesburg, fundador del grupo De Stijl, muestra un reconocimiento consciente de esta concepción: representa las relaciones interactivas de las superficies planas verticales y horizontales, flotantes y transparentes, de una casa.


 Para evitar malentendidos, vale la pena repetir que ni Borromini ni Valadier trabajaban con concepciones espaciales idénticas a las de nuestros días. Los puntos exactos en los que difieren estas concepciones se tratarán más adelante. Pero los historiadores siempre consideran interesante y también importante señalar los primeros comienzos de esos movimientos, que sólo mucho más tarde llegan a su plena realización.


 Antes de la turbulenta e incontenible llegada de la industrialización, se apreciaba una elevada calidad en las viviendas, tanto sencillas como lujosas. Los principios del urbanismo eran una cuestión de cultura general para todas las personas relacionadas con la arquitectura. Cuando un periodo consigue desarrollar su cultura natural, y cuando esta cultura está respaldada por una larga tradición, pueden darse obras de la mayor calidad creadas por artistas anónimos y también por otros más destacados. Por ejemplo, resulta que sí conocemos el nombre del arquitecto que construyó el Lansdowne Crescent en Bath a comienzos del siglo XIX, pero es un nombre sin importancia para la historia.


 

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