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MONTANER Josep Maria., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX .


Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


págs.25-58 “Espacio y antiespacio. Lugar y no lugar en la arquitectura moderna”


La contemporánea disolución del lugar: Espacios mediáticos, no lugares y ciberespacio.


Justo cuando se estaba consolidando esta celebración de la arquitectura como arte del lugar aflora una realidad totalmente nueva con respecto al espacio. Esta situación está generando una nueva sensibilidad, unas nuevas capacidades de percepción y unas nuevas teorizaciones. La idea de "atopía" que defiende Peter Eisenman, detractor de cualquier posible relación con el lugar, los proyectos de Rem Koolhaas, amalgamando la energía y el caos de los flujos urbanos, o las teorías de Ignasi de Solà-Morales, proponiendo nuevas categorías para una arquitectura metropolitana basada en transformaciones, apuntan hacia esta dirección. Los lugares ya no se interpretan como recipientes existenciales permanentes, sino que son entendidos como intensos focos de acontecimientos, como concentraciones de dinamicidad, como caudales de flujos de circulación, como escenarios de hechos efímeros, como cruces de caminos, como momentos energéticos.


Dentro de esta madeja de nuevas realidades espaciales podemos discernir tres grupos de fenómenos. En primer lugar, lo que podemos denominar espacios mediáticos, en los cuales ya no es predominante el espacio físico sino que la arquitectura se ha transformado en un contenedor neutro (e incluso transparente) con sistemas de objetos, máquinas, imágenes y equipamientos que configuran unos interiores modificables y dinámicos.


Un ejemplo emblemático son los museos de la ciencia , los de la técnica y los infantiles, en los cuales la forma del espacio y la presencia de la luz natural ya no son definitorios. Si en museos contemporáneos, como el Vitra Design Museumproyectado por Frank Gehryo el Museo de Arte Moderno de Frankfurt proyectado por Hans Hollein, los interiores están caracterizados por espacios fluidos, definidos por la luz natural y por objetos reales y originales, los museos mediáticos consisten en contenedores que concentran la fascinación y atención en torno a los focos desmaterializados de luz artificial, información, experimentación e interacción. Los límites espaciales físicos dejan de percibirse en el interior del contenedor en aras de esta experiencia perceptiva y fenomenológica en torno al ámbito de las imágenes, reproducciones, instalaciones, monitores, dioramas, mecanismos y virtualidades. También el espacio doméstico y los lugares de trabajo pueden entrar dentro de estas coordenadas del espacio mediático, a base de contenedores y sistemas de objetos. Este fenómeno tuvo un claro antecedente en el proyecto de Robert Venturipara el concurso del National College Hall of Fame en New Brunswick(1967), con la fachada convertida exclusivamente en centelleante pantalla electrónica y con el interior definido por elementos mediáticos: rótulos, neones y anuncios. Un prototipo de esta nueva arquitectura es la Glass Video Gallery en Groningen, proyectada en cristal por Bernard Tschumi (1991).

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