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Pedro Ispizua nace en el año 1895 en Bermeo, localidad marinera que ha sido cuna de artistas de prestigio y donde desde muy joven, Pedro participa de los trabajos manuales de la ebanistería de su padre, Estanislao Ispizua adquiriendo ya en esos años una gran habilidad en materias como la percepción visual y el concepto ornamental, que son una constante a lo largo de su magnífica obra.


Proyectos como el quiosco del Arenal, el mercado de la Ribera, la cooperativa de viviendas de la Ciudad Jardín, los grupos escolares de Torreurizar, Atxuri y Ollerías, en la primera época de su trayectoria profesional, dentro de una arquitectura abierta ecléctica, representan una buena muestra del rigor y la solvencia profesional de un arquitecto, que desde muy joven ofrece obras tan emblemáticas para Bilbao.


Posteriormente, dentro del breve periodo de la corriente Art Decó, es autor de proyectos tan sugerentes como el antiguo Club Deportivo, sin duda uno de los mejores ejemplos de Art Decó en Bilbao, el edificio de oficinas del ayuntamiento o la iglesia de las Hermanas Carmelitas en su Bermeo natal, proyecto que se convierte en todo un símbolo de la arquitectura religiosa en estilo moderno.


A partir del año 1932, la corriente regionalista desembarca en Bilbao, una fuerza tan intensa que afecta a prácticamente todos los arquitectos de su generación. Ispizua también se abre a esta progresiva evolución hacia el racionalismo, de forma brillante. De esta época son las escuelas de Luis Briñas, el Batzoki de Bermeo, su propia vivienda unifamiliar en Bilbao o los edificios residenciales del ensanche de Bilbao, entre los que destaca la casa Panera de Licenciado Poza. Mención especial merece el colegio de Luis Briñas, sin duda, uno de los mejores ejemplos de arquitectura de mayor nivel de Bizkaia.


A partir de la Guerra Civil, proyectos de la importancia de la fábrica Ormaza en Bermeo y el “edificio del tigre” son magníficas muestras de la arquitectura industrial con un fuerte acento de expresión monumental, al igual que ocurre con los edificios residenciales de esta época. Ya en el final de su recorrido profesional, la iglesia de San Felicísimo en Deusto y la iglesia de los Pp. Capuchinos de Valladolid representan de forma rotunda su idea de modernidad.


Naitze PÉREZ

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